Ver toda esa sangre me paraliza de pies a cabeza, me trae el recuerdo de lo que pasó hace años. Me hace sentir tan ansiosa como lo están mis fieles compañeros.
¿Por qué me persigue este tipo de situaciones? Pero, en especial, ¿de dónde salió ese hombre? ¿Cómo es posible que haya aparecido aquí, en medio de la nada y con heridas de gravedad? ¿Habrán dejado el cuerpo aquí tirado? La sola idea me provoca escalofríos y me entra un miedo terrible de que alguien esté por ahí, vigilando a la distancia, asegurándose de que el hombre en cuestión no se vaya a levantar. Tanto Kansas como Nerón no dejan de ladrar alrededor del cuerpo, pero yo soy incapaz de moverme de mi lugar y acercarme y verificar si está muerto o vivo. Debería llamar a la policía y dar aviso; sin embargo, no cuento con un teléfono, además de que muy en el fondo me da miedo avisarles y que me señalen a mí como la responsable. Volver a la cárcel nunca será una opción. Si conseguí mi libertad fue porque mi abogada apeló y me dieron libertad condicional por mi buen comportamiento y porque el homicidio que cometí fue en defensa propia. Sacudo la cabeza con fuerza, llena de pánico con tan solo pensar en que me culparán y me encerrarán de nuevo en una cárcel. No, eso no volverá a pasar nunca más. Mi corazón se acelera y mis manos tiemblan sin control ante la sola imaginación. —A-ayudame, p-por favor... Pego un brinco por el susto al oír su voz apenas audible, y creo que pasan una cantidad de minutos para que reaccione, tire el arma al suelo y me acerque al hombre. Gracias al cielo está vivo… o eso creo. Logro ponerlo boca arriba y lo examino, pero hay demasiada sangre que lo cubre. De repente entro en pánico y pienso que el hombre está agonizando en mis brazos, lo que sería tan desafortunado, pues lo último que quiero es volver a pasar por esto. —Necesita un médico —le hablo a él, a los perros y a mí, pero ¿cómo se supone que voy a conseguir un doctor si me aislé de la sociedad hace tiempo?—. Maldición… Pienso qué hacer, pero no llega nada a mi mente. Con tanta sangre me resulta difícil pensar, e ir por ayuda sería un completo riesgo. No hay viviendas cerca, la más aledaña está a kilómetros en auto, así que dejarlo aquí no es una opción. O muere o bien un animal se lo come. —Detén el sangrado —me ordeno a mí misma, saliendo de mis pensamientos y mi estupor—. Haz algo, Abby. No te quedes como mustia sin hacer nada. Saco una cuchilla de mis botas y corto un pedazo del traje del hombre. Le abro la camisa que debería ser blanca y localizo una herida poco profunda en el costado de su abdomen. De inmediato hago presión escuchando su quejido. —No sé qué más debo hacer —susurro, sintiendo que las lágrimas van a caer en cualquier momento—. Solo no te mueras aquí… Sigo haciendo presión por largos minutos, pero la sangre sigue saliendo, así que no tengo más opción que llevarlo a la casa y brindarle ayuda allí con lo que tenga a la mano. No sé nada de medicina y tampoco sé si la herida sea de bala o es un corte, pero lo que sí tengo claro es que debo cerrarla para que deje de perder tanta sangre. Ahora lo más complicado será moverlo hasta la casa, teniendo en cuenta que es un hombre grande y corpulento, aún así, me las ingenio para arrastrarlo hasta el sendero y poder ir por el auto. Paso trabajo por eternos minutos tratando de subirlo al auto y, una vez logro mi cometido, acelero hasta la casa. Cargarlo me resulta imposible, por lo que decido dejarlo en el auto mientras traigo todo lo necesario para limpiar y atender sus heridas. Limpio y desinfecto la herida hasta que lo creo conveniente, y hago el intento de mirar si es una herida de bala. Por fortuna, es un corte poco profundo, solo que la sangre es tan escandalosa que no deja de fluir como si fuese una herida profunda. Nunca había hecho algo así, al menos no con otra persona que no fuera en mí misma. Pero la vida de este hombre depende en este momento de mis manos, y yo no pienso dejarlo morir. Al menos curándolo superficialmente podrá recobrar algo de conciencia y ahí sí podré llevarlo a un hospital, donde lo terminen de atender profesionalmente y, por supuesto, no me vayan a culpar a mí por lo que le pasó. No sé si lo esté haciendo bien o mal, pero no hay marcha atrás en el segundo que empiezo a cerrarle la herida. La aguja atraviesa su piel de una manera tan sardónica que por un momento me tiemblan las manos y quisiera detenerme, pero me mantengo firme o todo puede ser peor. El hombre se queja, se retuerce y murmura incoherencias conforme voy atravesando su piel en carne viva, hasta que llega un punto que, debido al mismo dolor, se adormece y lo único que suelta son suaves quejidos. Pienso que está en el más allá, pero que se mueva y sienta dolor me da a entender que está bien pese a todo. Una vez termino, limpio toda la sangre y cubro la herida con gasas secas y apósitos. Me tomo el tiempo de buscar más cortes, pero no hay más que sean de gravedad. En su rostro tiene algunos rasguños, manchas de sangre y de tierra, y así es en todo su cuerpo, al menos en su abdomen y brazos. Hasta ahora reparo en su traje, este está rasgado en algunas partes y sucio, lo que me lleva a preguntarme lo que le pasó. ¿Cómo se hirió? ¿Lo atacaron y lo abandonaron? Quizá puede tratarse de un robo, puesto que en ninguno de sus bolsillos tiene su identificación, un teléfono o algún otro objeto de valor. No lleva nada consigo, lo que me hace dudar y pensar mil cosas. Es tan extraño que haya salido de la nada y aparecido aquí en estas condiciones. —¿Me escuchas? —le pregunto, dándole una suave palmadita en la mejilla—. ¿Puedes oírme? Asiente con la cabeza, incapaz de decir palabra alguna. Tiene los ojos cerrados y una mano en el abdomen, sujetándose como si tratara de menguar el dolor con el solo tacto. —Bien. ¿Crees que puedas resistir hasta llegar a un hospital? Lo menos que quiero es que te desmayes a medio camino. —N-no, no me lleves a un hospital —dice en voz baja y jadeante. —Quieras o no, debes ir a uno. Un médico debe atender esa herida —le hago ver, pero niega incontables veces. No quisiera pensar mal, pero ¿por qué no quiere ir a un hospital? ¿Acaso es alguien peligroso? Eso explicaría por qué de su estado. —Te ves muy mal, necesitas que te revisen y, claramente, yo no soy médico para hacerlo. —No puedo —se trata de incorporar, pero el dolor que le aqueja lo devuelve a su lugar—. Por favor, ayúdame, pero no… no me lleves a ningún hospital. —Pero ¿por qué no? —Porque si me llevas, te aseguro que van a lograr su objetivo. Frunzo el ceño, sin entender a lo que se refiere. —¿Cómo así? ¿Cuál objetivo? —Matarme… Entonces, antes de que le pueda hacer cualquier otra pregunta, se desvanece en el asiento trasero de mi auto.No sé cómo lo logré, pero conseguí entrar al hombre desconocido a mi casa. Desde que se desmayó no ha despertado ni una vez y empiezo a cuestionarme si hice bien en no llevarlo a un hospital. He estado dándole vueltas todo el día, viendo si aún respira o si se despierta y necesita algo, pero él parece haber entrado en un estado de coma que me aterra y me mantiene en vilo. Debí llevarlo a un hospital; sin embargo, aún recuerdo la expresión de terror que puso cuando lo mencioné. Quizás por eso no lo llevé, porque me convenció de que, probablemente, existía la posibilidad de que terminaran con su vida. Lo que me lleva a deducir que, en efecto, este hombre está metido en algo turbio y peligroso, algo que yo no debería indagar, porque podría terminar en sus mismas condiciones. A ti no te tiran a matar de la noche a la mañana y solo porque sí, ¿verdad? Mi lado paranoico me recrimina por ayudarle, pero mi lado más humano jamás lo hubiera dejado a su suerte, abandono y malherido. Tantas v
Luego de darle la sopa que le preparé, dejo que el hombre descanse y recobre un poco más de energía.Antes de ir a mi habitación, me aseguro que esté bien, que no esté sangrando o prendido en fiebre. Pero en aspecto se ve mucho mejor y su piel ya no se siente tan caliente cuando la toco.Cansada, me dirijo hacia mi habitación y me doy un baño largo y tibio que me quite todo el estrés del día. Hace mucho que no me preocupo por nada más que no sea cultivar maíz y cuidar de mis animales. En realidad, hace mucho que no tenía un contacto tan prolongado con otra persona. Desde ese día… desde la cárcel… Sacudo la cabeza, no es momento para dejarme llevar por esos malos recuerdos.Hoy soy libre, tengo lo que quiero y me siento bien estando aquí, lejos del mundo entero. Salgo envuelta en una toalla y Kansas y Nerón me dan la bienvenida ocupando toda la cama. Sonrío, una sonrisa genuina y real, después de todo, mis perros lo son todo para mí. Ellos son la compañía que necesito, me hacen tan f
Lo contemplo por largos segundos en silencio. ¿Es que acaso sí lo conozco y no recuerdo?Imposible. Un hombre así, con ese porte, con esa voz tan masculina, esos pectorales y brazos bien fornidos, esa mirada tan profunda y bonita y toda esa buena delantera es imposible de olvidar.—Estoy cien por ciento segura de que no te conozco. Abre la boca con toda la intención de decirme algo, pero sacude la cabeza con fuerza, dejando los platos nuevamente en la mesita junto a la cama. —Estás bromeando, ¿no es cierto? Todo el mundo, y digo el mundo entero, sabe quién soy yo. —Bueno, debo pertenecer a ese pequeño porcentaje del mundo que ignora quién eres —refuto.—No es posible —ríe, ahora sí con algo de gracia—. Soy el presidente de este país, Jack Russell. ¿Cómo es posible que no sepas quién soy? Lo miro desconcertada por un segundo antes de explotar en risas. Desde luego, y yo debo ser alguna princesa que se perdió o tiraron al mar. —¿No me crees? —inquiere, entrecerrando los ojos y luc
Han pasado varios días y aún, el que dice ser el presidente, no ha logrado contactarse con el supuesto jefe de seguridad, su secretario o algún miembro de su gabinete. Lo he visto frustrado y preocupado, la mayor parte del tiempo en silencio y envuelto en sus pensamientos, pero no dice nada y sigue insistiendo en comunicarse con alguna persona de La Casa Blanca.Por mi parte, no le creo ni una sola palabra. Tendría que ser una ignorante y una estúpida —y mira que hace mucho dejé de serlo—, como para creer semejante barbaridad. Si fuera el presidente, este sería el último lugar en la tierra donde estuviese. Hay algo que está ocultando y deseo saber, pero algo me dice que no me deje arrastrar por esa curiosidad o me podría ir muy mal. Es mejor perder la vida que indagar en cosas que no me conciernen. Prefiero no decirle nada con respecto a ese tema, pero a veces me resulta imposible no hacerle una que otra broma y, aunque me mira serio e indignado, algunas veces termina sonriendo. He d
El silencio que se forma entre nosotros luego de esa explosión es largo y denso. Quisiera responder a algo, pero sus palabras calaron duro en mí.Sí, soy huraña.Sí, soy bastante solitaria y eso da tanta pena incluso para mí misma.Sí, soy ignorante, desconozco muchas cosas, y eso lo incluye a él.Sí, descubrí que soy sarcástica con su presencia, porque en el pasado no me atrevía a pronunciar cualquier pensamiento por más mínimo que fuera.Y sí, me importan mis perros por encima de todo, porque son los únicos en todo este maldito mundo que no me miran de esa manera que tanto me disgusta.Sus palabras no deberían afectarme en lo más mínimo, pero lo hacen, y es justo por esa razón que me aislé del mundo. No podía con los señalamientos, con ese juzgamiento desconocido de mi situación. Es por eso que me mantengo lejos de toda la humanidad, incluso hasta de mis propios padres y hermanos, porque no soporto que las personas me impongan, me señalen o me juzguen.Sé que llevo una vida miserabl
~JACK~Desde que era tan solo un niño deseé ser reconocido, que el mundo entero me reconociera por donde sea que pasara, que me vieran y supieran mi nombre, que se sintieran orgullosos y agradecidos de mí, que me quisieran y me trataran con amor y respeto.Era ambicioso incluso para ser tan solo un chiquillo, pero era mi sueño convertirme en un hombre grande e importante, y ser el presidente de mi país, era un sueño sumamente lejano, casi inalcanzable como las estrellas. Quizás era muy soñador, eso era la que mi madre me decía, pero sinceramente deseaba demasiado, si fuera posible, lo deseaba todo en la vida.A medida que fui creciendo, mi sueño por igual lo hizo. Estudié a más no poder, sacrifiqué horas de sueño y momentos en familia y amigos para prepararme. Cuando me gradué, lo hice con honores, haciendo que todo mis esfuerzos y sacrificios valieran la pena. Fui un estudiante modelo, el mejor del curso y un hombre con sus ideales claros.La política no es nada fácil, siempre habrá
Es extraño despertar y que Abby junto a los dos hermosos huskys no vengan a mi habitación. Ella, todos estos días, entraba y me preguntaba cómo estaba, me cambiaba los apósitos por unos nuevos e incluso se molestaba en traerme el desayuno. Se aseguraba de que la herida no estuviera infectada, de que no tuviera fiebre o presentara dolor intenso.Sí, es demasiado extraño que no esté cuidando de mí, pero la entiendo, fui un patán con ella, un reverendo imbécil, así que es entendible que me quiera fuera de su casa y su vida cuanto antes.Aún así, sigue siendo extraño no estar bajo sus cuidados. Pero más extraño es como que no se siente nada bien… para nada.Me levanto de la cama y me aseo, después, como puedo, me cambio por mi cuenta los apósitos y me tomo los antibióticos que me dejó en algún momento sobre la mesita de noche.Quiero salir y hablar con ella, pero aún debe estar molesta, por lo que prefiero no terminar de cagarla con ella. Quizás, cuando su enojo baje, podamos hablar con m
ABBY~He sido de poco enfermar, pero cuando el mal me ataca, es como si lo hiciera con toda la intención de destruirme en su totalidad.Ciertamente no pensé que me daría un fuerte resfriado luego de permanecer bajo la lluvia por largas horas hace días y tampoco ayudó el hecho de tener que bañarme con agua fría fuera de la casa luego de quitarle todo el lodo a Nerón por enésima vez en el mes.Lo único bueno es que mi casa no sufrió ningún daño y mi baño sigue intacto y sin rastros de lodo. Pero yo, yo me siento como la mismísima mierda, como si un camión me hubiese pasado por encima.Me duele todo el cuerpo e incluso hasta los huesos. La cabeza me palpita dolorosamente y me cuesta mantener los ojos abiertos, la garganta me arde y tengo este horrible malestar general impidiendo que me levante de la cama. No he dejado de estornudar, es como si a cada instante me pasaran una pluma por la nariz que me genera muchas cosquillas. Es desagradable y muy asqueroso la cantidad de moco que me ha s