1| Compromiso

—No es una petición, Arielle. Es una decisión.

La voz de mi padre retumba en el despacho con una calma que resulta más amenazante que cualquier grito. Está sentado detrás de su escritorio de madera oscura, con la espalda recta y las manos cruzadas sobre un expediente que lleva mi nombre. Lo observo en silencio, intentando ignorar la opresión en el pecho mientras él me sostiene la mirada con esa frialdad que tan bien domina.

Imponente. Intocable.

Siempre ha sido así. Un hombre que no acepta un no por respuesta. Un hombre que construyó un imperio tecnológico desde cero y que espera que su única hija esté a la altura de ese legado.

—¿Por qué él? —pregunto, rompiendo el maldito silencio que flota en la habitación. Mi voz no tiembla. Nunca lo hace delante de él.

—Porque no hay nadie más que pueda salvarnos —responde. Directo, sin rodeos. Mi padre nunca adorna la verdad.

Afuera de este despacho, el mundo cree que seguimos siendo intocables, pero aquí dentro no hay espacio para ilusiones. La empresa está al borde del colapso. Los números rojos han comenzado a teñir los balances y el tiempo se agota.

Y yo soy la moneda de cambio perfecta.

Aprieto las uñas contra las palmas de mis manos. No por rabia, no todavía, sino para recordarme que soy fuerte, que no voy a romperme por más injusto que esto parezca.

—¿Y si me niego? —levanto el mentón, desafiándolo, aunque ya sé la respuesta.

Mi padre suspira con cansancio, como si ya hubiera considerado todas las opciones y esta fuera la única salida posible. Y quizá lo es.

—No puedes. No después de todo lo que he hecho por ti.

Ese golpe es certero. Mi padre no es un hombre emocional, pero sabe cómo usar las palabras correctas para atarme donde más duele. Nunca me ha faltado nada. Educación de élite, una casa que parece más un museo que un hogar, contactos poderosos, un apellido que abre puertas que otros ni siquiera saben que existen.

Pero siempre hubo un precio. Siempre.

—¿Cómo sabes que Daniel Harrington es el hombre adecuado para mí? —preguntó, esperando que exista algo más que su apellido, y obviamente algo más que la fortuna que seguro posee. Algo que me anime a dar un “SÍ” rotundo.

—No necesito que te enamores de él, Arielle —su tono es más duro ahora—. Necesito que cumplas con tu responsabilidad —masculla y suelto un resoplido sintiéndome ofuscada.

«Responsabilidad» Una palabra que llevo escuchando desde que tengo memoria.

—¿Y qué gano yo con esto?

Por un instante, una chispa de orgullo cruza su mirada. No soy débil. No soy una muñeca que se deja manipular sin más. Él lo sabe. Y, en el fondo, creo que lo respeta.

—Seguridad. Poder. Una vida donde nadie podrá tocarte.

No responde lo que quiero escuchar. No me dice que puedo elegir. Porque no puedo.

Un silencio tenso se instala entre nosotros. El reloj de pared marca las nueve de la noche, y cada tic-tac se siente como una cuenta regresiva para el momento en que dejaré de ser dueña de mi propia vida.

—¿Cuándo? —mi voz suena vacía, como si la pelea se estuviera apagando dentro de mí.

—Mañana es el anuncio oficial. Se llevará a cabo el compromiso. En dos meses, será la boda.

Me levanto lentamente. Las piernas me pesan, pero me obligo a avanzar.

—¿Eso es todo?

Su mandíbula se tensa, pero hay algo en sus ojos que no encaja con su tono implacable. Dolor. No porque me obligue a casarme, sino porque no puede evitarlo.

—Arielle… —su voz es más suave, casi… humana—. No quiero perder lo que construimos —agrega. Y ahí está. El motivo real. No se trata solo de mí o de Daniel. Se trata del legado. Del apellido Valmont. De lo que significa ser su hija.

—Haz lo que tengas que hacer, papá. Yo haré lo mismo —dictaminó, haciéndome a la idea de que así debe ser.

Salgo del despacho antes de que pueda responder, porque no quiero escuchar más. Porque si lo hago, tal vez me quede atrapada para siempre.

Una hora después, estoy en el asiento trasero de mi auto, con un vestido negro que no deja mucho a la imaginación.

—¿Está segura de que quiere venir aquí, señorita? —pregunta el chofer, con una mezcla de preocupación y sorpresa.

No soy el tipo de persona que frecuenta lugares como este. Pero no me importa. No esta noche. Esta noche no quiero ser Arielle Valmont. Solo quiero olvidar por un momento que mi vida está a punto de convertirse en una prisión.

—Sí —respondo con firmeza—. No le digas a nadie dónde estoy.

Sale del auto para abrirme la puerta y, cuando bajo, el aire frío me golpea la piel desnuda. El letrero discreto del club brilla con una luz dorada, tan exclusivo que ni siquiera tiene nombre visible. Solo aquellos que pertenecen a cierto círculo saben lo que hay detrás de esas puertas.

Y esta noche, necesito olvidar quién soy.

Me acerco a la entrada, entrego mi invitación —un regalo de una amiga que vive demasiado rápido— y, unos segundos después, las puertas se abren, envolviéndome en una atmósfera de lujo decadente.

Una mujer me entrega un antifaz dorado que cubre la mitad de mi rostro, cuando lo coloco con una sonrisa antes de comenzar a caminar en el interior.

Las luces son bajas. La música es suave. El aroma de perfumes caros está flotando en el aire. Personas hermosas que juegan con límites que el resto del mundo ni siquiera se atreve a imaginar.

Aquí no soy la hija de Edward Valmont. Aquí, nadie me dice qué hacer.

Pido una copa en la barra, algo fuerte, algo que queme en la garganta, porque necesito silenciar la voz de mi padre resonando en mi cabeza.

—¿Celebrando algo?

La voz llega desde mi izquierda. Grave. Profunda. Peligrosa. Me giro lentamente y entonces lo veo.

Alto, imponente, con un traje oscuro y un antifaz que lo hace parecer mismo demonio. Pero aun con él, puedo ver su mirada, la más intensa que jamás he visto. Observo la línea de su mandíbula cubierta por una ligera sombra de barba y unos labios que sin duda lucen apetecibles.

«Debe ser muy apuesto»

Elevo mi ceja, porque si bien en mi plan estaba disfrutar de esta noche, no contemplé que alguien como él aparecería frente a mí, esto se vuelve más interesante.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP