Después de haber sido engañada, Gia decide darle una oportunidad a Santino. Pero una vez más él usa la manipulación y la persuasión. Para presionarla y que acepte casarse con él. Algo que le hace dudar acerca de sus verdaderos sentimientos, y buenas intenciones. La incertidumbre de no saber como actuar, hace que en la noche de bodas ella se marche, dejando a Santino un tanto confundido por su actitud, y también dudando del amor que Gia dice sentir por él. Por tal motivo, le deja espacio para que aclare un poco sus sentimientos. Durante el tiempo que estuvo fuera, Gia acepta que está completamente enamorada de su esposo. Pero el día que decide regresar, una de sus amigas le comenta que ha visto a Santino en redes sociales con otra mujer. Algo que ella de manera inmediata comprueba, los celos y el sentirse traicionada de nuevo por él hacen que no quiera volver a Italia, y asegura que si lo hace es solo para firmar el divorcio. Una noche, después de aceptar una muy buena propuesta laboral, recibe una llamada de su hogar en donde le informan que su Nono está enfermo, y que tiene que estar con él de manera inmediata. Gia entra en una lucha de sentimientos encontrados, dudas y la presión por parte de su abuelo. Quien le hace saber que está a punto de perder su herencia, si en tres meses no soluciona su situación sentimental con su esposo. El amor que Gia siente por Santino está presente, pero de lo que no está segura es que si entre besos, caricias, pasteles y chocolates serán suficientes para olvidar lo pasado y volver a confiar en él.
Leer más━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Entre caricias y chocolates ━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ CINCO MESES DESPUÉS… El ambiente estaba cargado de risas y alegría. En la sucursal principal de la cadena de restaurante L'amore è dolce, había un revuelo entre los empleados, y propietarios. Pues era la degustación del nuevo menú, se había invitado a críticos de la gastronomía nacional e internacional. A varios periodistas renombrados del país, tres influencers internacionales, y a amigos y allegados de la familia Greco Fontano. Se escuchaban en los pasillos los pasos del personal corriendo de un lado a otro. En la cocina, el resonar de los utensilios cuando caían en el fregadero. Los nonos Enzo y Alonzo dando órdenes a diestro y siniestro, la nona Nicoletta dándole un ojo a todos, para que no se escapara ningún detalle. Hubo un momento en el cual Santino les había propuesto que tomaran la mesa de la esquina y que juraran tómbola, porque lo tenían al borde de un colapso nervioso. Ese era un proyecto único y exc
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Entre caricias y chocolates ━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ —¡Te amo, Santino! El rostro de Santino resplandeció y cubrió sus labios con los suyos de nuevo, y los giró cambiando de posición, dejándola en ese momento sobre su pecho. —También te amo. Se quedaron unos minutos de esa manera, abrazados. Todavía envueltos en la burbuja de la pasión. —¿Sabes? —Santino rompió el silencio, jugando con un mechón de su cabello, dijo: —Tengo hambre. Gia soltó una carcajada. —Tendrás que pedir una pizza, porque no pienso cocinar. Aquella intimidad, ninguno la cambiaría por nada. —De acuerdo —Santino la movió de manera delicada, y se levantó, buscó un pantalón de chándal que estaba doblado en uno de los sillones frente a la cama y se lo puso—, voy por el móvil para hacer el pedido. —Me daré una ducha entonces. Minutos después, Gia iba caminando hasta la sala con un peine en una mano y su teléfono celular en la otra, chequeando el itinerario de su viaje. Se encontró a Santino
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Entre caricias y chocolates ━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ El razonamiento en Gia, se perdió. Porque en ese momento solo importaba las olas de placer que estaban recorriendo su cuerpo, y que la hacían temblar de anticipación. El conocimiento de ese hecho, hizo que Santino se alejara un poco, hasta quedar a horcajadas sobre ella. Su mirada quedó fija en sus turgentes pechos, acarició cada uno suavemente con su dedo índice. —Esto es lo más hermoso que he visto —dijo con voz gutural en el instante que el pezón se hinchó y la aureola que se arrugó al contacto. Para Gia era una dulce tortura, porque necesitaba más. Él lo sabía, por eso amasó los sensibles globos, tomando su peso. Sus grandes manos los cubrían perfectamente. A ella no le quedó de otra que arquear su espalda, ofreciéndose más a él. —¡Oh, sí! —gimió Gia. —Mmm me gusta lo que veo —su voz estaba cargada de deseo—. Tenerte de esta forma es un regalo de los dioses romanos para mí. —San-ti… —pronunció su nombr
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Entre caricias y chocolates ━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Antes de despedirse, Enzo se acercó a su nieta. —¿Gia? —Dime, nono Él dio un suspiro, y Gia sonrió. Su nono siempre fue su héroe, su rey. Para ella, el hombre más sabio, no podía juzgarlo simplemente por querer ayudarla a su manera. Era cierto que se sintió de nuevo manipulada, pero las dos veces que lo había hecho, los resultados fueron mejores que los esperados. —Sé que te herí de nuevo —la voz del hombre mayor era baja—, lo siento. Esas eran las palabras que apaciguaban el corazón de Gia. —Nono… —Escucha… —le pidió—. A veces se me olvida que has crecido, que eres independiente, y que ahora eres una mujer casada. Prácticamente, no me necesitas y eso para mí no es fácil de aceptar. Gia sonrió, su abuelo era su adoración. —¿Cómo puedes decir eso? —no pudo evitar acercarse un poco más para abrazarlo—. Eres una de las personas más importante en mi vida, eres mi única familia. —Oh, cariño —negó Enzo con l
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ —¿Qué se puede hacer ahora? —preguntó Nicoletta algo angustiada. —La verdad es que me cuesta aceptar que tenga que entrar en una disputa legal por mis recetas. —Te entiendo, hijo —dijo Enzo—. Sé lo que te esforzaste para hacer ese menú. —Además, sería un proceso complicado, y largo —Alonzo tenía un buen punto. —Me cuesta creer como esa chica, que parecía ser tan centrada sea… —¿Una loca despechada? —Gia no pudo evitar terminar por Nicoletta. —¿Por qué dices eso, Gia? —Enzo estaba curioso. —Gia… —la voz de su marido era de advertencia. —¿Qué? —ella respondió mirándolo y encogiéndose de hombros—. ¿Estoy diciendo alguna mentira? Todos quedaron en silencio, pues conocían muy a Gia y sabían que si estaba expresando de esa manera era por algo. Su sinceridad para muchos era un poco molesta a veces. —¿Qué es lo que no sabemos, Gia? —cuestionó Alonzo. —Esa inocente chica como ustedes la llaman… —entrecerró los o
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Entre caricias y chocolates ━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Gia parpadeó un par de veces, por el asombro. Ni en un millón de años ella creería que su abuelo era el rey en el arte de la manipulación. El cocimiento de eso, hizo que su pecho doliera. —¿Estás tomando licor, nono? —no pudo evitar preguntar con un ligero tono de horror en su voz. —Se supone que estás convaleciente —Santino le regañó. Se hizo un silencio, cuatro pares de ojos cruzaron las miradas entre sí. Ambos se dieron cuenta de lo pálida que Lulú se había puesto, cruzaron las miradas entre ellos. —¿A qué hora le toca las medicinas al nono, Lulú? —le interrogó Gia, acercándose un poco a ella. —¡Oh, está bien! —exclamó Enzo—. No tiene caso que sigamos ocultándolo. —¿Estás seguro? —quiso saber Alonzo. —Les dije que era una locura hacer esto —agregó Nicoletta. —¡Estamos esperando! —les presionó Santino. —No tuve un infarto —confesó Enzo. —¡¿Qué?! —chilló Gia. —Estuviste hospitalizado —le recordó
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Gia sonrió sin abrir los ojos todavía, la manera posesiva en la cual Santino estaba pegado a ella le recordó algunas cosas de las que habían sucedido la noche anterior, después que habían llegado del restaurante. —¿Me quieres explicar como es que Riccardo Longo fue tu novio? Santino le había preguntado con tono serio, y estrechando los ojos hacia ella. —Éramos adolescentes —respondió Gia encogiéndose de hombros—, apenas tenía diecisiete años. Al terminar el bachillerato, Riccardo se fue a Londres a estudiar. —Parece que no sabía que estabas casada. —Parece que alguien está celoso… Él dio un paso hasta ella y la arrinconó contra la pared. —Esa clase de historias no contadas no me gustan —presionó su cuerpo contra el de Gia, haciéndola jadear por la intensidad del contacto—. Eres mi mujer, mi esposa… No me agradó enterarme de tu relación con ese idiota de esta manera. Mordió el lóbulo de su oreja. —Fue
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Después de aquel encuentro tomaron un baño en pareja. Gia le dijo que no tenía ganas de salir, que pidieran la comida en la habitación. Eso fue algo que hizo sentir orgulloso a Santino. Porque eso significaba que su mujer estaba satisfecha. Sin embargo; él la convenció, pues quería que conociera la nueva sucursal en Sicilia. Gia se había arreglado de manera un poco informal, pero al mismo tiempo presentable para hacer acto de presencia en el negocio familiar que no conocía. Se había puesto, un vestido sencillo manga sisa, un poco suelto. Al igual que la falda, en color verde hasta medio muslo. El cual acompañó con unas sandalias de tacón alto y finas tiras de color crema, que combinaba con su pequeño bolso. Se hizo un moño flojo, y se maquilló de manera sutil. Los ojos un poco sombreados, y los labios apenas con brillo. Quería que Santino la viera de la manera más natural posible, estaba contenta con los resultado
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━ Gia no le dio oportunidad a que se negara, comenzó a quitarse la ropa de manera rápida en frente de él. Para cuando llegó a la puerta del cuarto de baño, ya estaba como Dios la trajo al mundo. Se detuvo en medio del marco y se giró, poniendo las manos a cada lado. —¿Te quedarás ahí? —cuestionó, ladeando la cabeza, y sonriéndole de manera sensual— ¿No piensas acompañarme? Santino alzó la vista, al mismo tiempo que pasaba una de sus manos por la cabeza y se relamía los labios. —En este preciso momento… —caminó hasta ella en dos zancadas, pasándose el polo por arriba de la cabeza, y tirándolo sin mirar al suelo— Tengo otros planes en mente —le guiñó un ojo. Segundos después observó como las mejillas de la mujer que tenía en frente se ruborizaban. Para él era la más hermosa, al punto de no tener comparación con nadie, y menos desnuda. «¡Dios! ¡Cuanto la amo!» Gia no esperó mucho tiempo, cuando él se detuvo para q