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Entre caricias y chocolates
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Su corazón comenzó a latir fuertemente en el instante que el automóvil se estacionó frente a la iglesia, desde ahí podía ver el arco de rosas blancas. Respiró un par de veces, porque eso en ese instante le parecía demasiado exagerado.
El Nono le apretó una de sus manos.
—¿Estás lista? —le preguntó con una sonrisa tranquilizadora al ver su rostro.
Las palabras estaban atoradas en la garganta de Gia. Por tanto, no pudo decir nada, solo asentir.
—Este momento me ha hecho recordar a mi María —él dio un suspiro de nostalgia—. Lucía como tú —apretó de nuevo su mano—, toda una princesa…
Fue cuando entonces ambos se echaron a reír y dijeron al unísono:
—La princesa Gia.
Lo cierto era que de esa etapa de nobleza le había quedado muy poco, pues había aprendido a la mala, lo que significaba la humildad.
A la mente vino el recuerdo de la noche en que Santino le había pedido matrimonio, ella se las había arreglado para no darle la repuesta. Pero de nuevo él la había acorralado haciéndole la pregunta en la cena del cumpleaños del Nono, y este le dijo que ya era hora y que quería que iniciaran los preparativos de manera inmediata como regalo.
Gia no pudo negarse y cuatro meses después, se encontraba en la lemosina familiar, que solo era utilizada en ocasiones especiales como esa. Pero ya era tarde para echarse para atrás. Hubiera querido más tiempo, para hacerse a la idea.
—Vamos, cariño —su abuelo le tendió la mano—. Es hora, y recuerda que en el altar te están esperando.
—Tienes razón, Nono —se inclinó para darle un beso en la mejilla.
Del vehículo salió primero el abuelo, que segundos después le ayudaba con el largo vestido de novia. De nuevo pensó que toda la opulencia y el lujo en aquel matrimonio era innecesario. Una vez más respiró profundamente, porque cuando se paró debajo del arco de flores. Se sintió en un cuento de hadas, y por fracciones de segundo volvió a ser la princesa Gia.
La decoración de la iglesia era hermosa, con rosas blancas desde el arco en la puerta, las bancas para los feligreses. Con pétalos a los lados de la gran alfombra roja que llegaba hasta el altar. Dándole un toque clásico y elegante al mismo tiempo.
Aunque eran las nueve de la mañana, el lugar estaba abarrotado. Algunos amigos de los amigos habían venido desde Inglaterra, para la celebración. Por parte de Santino, llegaban de América sus tíos maternos con algunos primos. También estaba presente gran parte de la élite social italiana, así como periodistas amarillistas. Tal parecía que fuera el evento del año.
Antes comenzar la caminata hasta el altar, el Nono se detuvo un momento para mirarla con mucho orgullo. Al darse cuenta en la mujer en la cual se había convertido.
—No sabes lo feliz que estoy, Gia —le dijo él con la voz cargada de emoción—. Aún no puedo creer que voy a entregarte este día ante el altar.
—Yo tampoco puedo; jamás me imaginé que me casaría —manifestó ella moviendo la cabeza de un lado a otro—. Mucho menos con Santino, esto es increíble.
—Al menos ya no sigues molesta con él —el abuelo soltó una risita—. El pobre chico la pasó mal durante un tiempo.
—La verdad que no lo estoy —Gia hizo una pausa—. Al final, tengo que darle las gracias. Porque de no haber sido por aquel teatro —entrecerró los ojos al Nono, pero estaba segura de que no lo había notado— Quien sabe lo que hubiera sido mi vida, puede que continuara siendo una niña mimada y puede que jamás hubiese abierto los ojos.
—Eso ya no importa, estoy contento con esta nueva versión de ti —le dio un beso en el dorso de la mano.
—Nono, yo… —Gia quería decirle tantas cosas.
—¡Vamos! —exclamó animado sin dejarle terminar la oración—. Es mejor que entremos, no hagamos esperar más al novio que debe estar ansioso.
Una vez más entornó los ojos, pero su abuelo no pudo verla. Ella a veces se sentía un poco mal, porque por más que Santino le explicaba y le demostraba cuanto la quería. Tenía un poco de rechazo hacia él, ya no le creía nada. Porque había traicionado de la manera más cruel su confianza.
De hecho; cuando se enteró de los cambios que había realizado en ambas empresas familiares, sintió que el matrimonio solo era el refuerzo de la fusión económica entre las dos familias. Eso la hizo pensar acerca de la verdadera finalidad de su unión y le había quitado el sueño las últimas semanas.
Mientras más se acercaba al altar, el cuerpo de Gia comenzó a temblar. Estaba tan nerviosa que no había notado la manera en la cual se aferraba al brazo de su abuelo. Aunque desde los dieciséis años caminaba con tacones altos, estaba segura de que en cualquier momento iba a tropezar y caerse.
—Ya falta poco, Gia —su abuelo trató de calmarla—. No vas a caerte, y recuerda que en el otro lado te está esperando Santino.
—Ya eso lo sé, Nono —resopló—. No tienes el porqué recordármelo, aún opino que esto es precipitado.
—Cariño… —Enzo usó voz baja—, Alonzo y yo no es que nos estamos poniendo jóvenes con el pasar de los días.
Gia quiso decir algo, pero en ese instante, se dio cuenta de que ya habían llegado al altar. Por segundos ella quedó inmóvil, agradeció que podía echarle la culpa al pesado traje de novia que llevaba puesto.
—Aquí la tienes, Santino —fue el saludo de Enzo—. Te la entrego, ya sabes que tienes que cuidarla —hizo una pausa—. Sobre todo hacerla feliz, porque ella es el único tesoro que tengo, y vale más que todo el dinero y todas las posesiones.
Cuando Santino tomó la mano Gia, ella sintió mil descargas eléctricas que la dejaron en el sitio, más sin aliento cuando le escuchó decir:
—No te preocupes por eso, Nono. Todo estará bien, yo la cuidaré desde hoy en adelante —llevó la mano de Gia hasta sus labios—. Si Dios me lo permite, hasta el fin de mis días.
—Yo no espero menos de ti —expresó el Nono de Gia.
Todavía aquella mañana, Gia no sabía si era un matrimonio por amor o simplemente un contrato para asegurar la fortuna familiar. Luego de la ceremonia tendría tiempo para hablarlo de frente con Santino, había aprendido que decir las cosas era lo mejor.
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Estados Unidos, NYTres años después… —Tienes un gran talento, Gia —fueron las palabras de Ernesto, el gran Chef en el hotel cinco estrellas en donde ella trabajaba.—Mil gracias —le dijo con una sonrisa, mientras continuaba decorando el pastel para la nieta del alcalde de la ciudad, que cumplía dieciséis años—, pero eres un exagerado. —¡No estoy mintiendo! —exclamó—. Por eso, te propuse para el cargo.—¿Qué cargo? —preguntó un tanto confundida.—Sí, para la vacante que está disponible.—No puedo creer lo que acabas de decir —el asombro estaba en cada una de sus palabras. Gia dejó de hacer lo que estaba haciendo, y puso los materiales encima de la mesa, lo miró expectante, sabía que estaba hablando seriamente. Por la forma en que tenía el ceño fruncido, y lo rígido de su rostro. —¿Por qué razón harías tal cosa? —se sacudió las manos—. No sabía que había una vacante disponible, ¿a quién le estás buscando reemplazo?
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Cinco horas y media más tarde, Gia se encontraba acomodándose en su asiento junto a la ventanilla, algo que no le gustaba. No sabía cómo iba a aguantar doce horas con treinta y cinco minutos de vuelo, para cubrir los siete mil ciento cuarenta kilómetros que la separaban de casa.Se acomodó la chaqueta, observó la oscuridad de la madrugada por el pequeño vidrio y luego bajó la persiana. Lo mejor era no darle mucha vuelta al asunto, pues el viaje era largo. Inclinó su asiento y cerró los ojos. Quería dormir, pero la incertidumbre de no saber en realidad el estado de salud de su abuelo se lo impedía. Respiró de manera profunda un par de veces, para calmarse un poco. Pero solo lo que hizo fue traer a su cabeza el recuerdo de su noche de bodas.—Eres la mujer que nunca esperé tener —susurró Santino, besando la cabeza de Gía.Por alguna razón extraña, él esperaba que ella dijera alguna cosa o que le hiciera sentir corresp
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Santino estaba afuera de la habitación, caminaba de un lado a otro por el pasillo como un león enjaulado. Estaba muy preocupado por el Nono Enzo, quien había tenido un infarto. Los médicos le dijeron que se encontraba fuera de peligro, pero a él todavía el susto no le había pasado del todo. En ese instante el médico tratante Vicenzo Roselli salía de la habitación, Santino no perdió tiempo para abordarlo. —Disculpe doctor —se detuvo frente a él— ¿Cómo está el Nono Enzo? —El hombre es un roble, y ahora se encuentra estable. Sin embargo; lo tenemos en observación para cerciorarnos de que continúe de esa manera. —Es una muy buena noticia —Santino suspiró de alivio.—¿Le gustaría verlo? —preguntó el galeno al ver su rostro. —Sí, por favor —contestó de manera inmediata, apenas esperó que el doctor Roselli le hiciera el gesto de pasar a la habitación.Al observar al hombre mayor en la cama, un poco pálido y conectado a
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Gia estaba desesperada por ver a su Nono. Aunque Lulú le había dicho que él ya estaba fuera de peligro, ella quería verlo por sí misma. Había llegado a Italia después de la hora del almuerzo. Para lo único que le dio tiempo fue probar la deliciosa comida preparada por el ama de llaves de su casa, que en su juventud fue la niñera. Luego se dio una ducha, tomó un analgésico para el dolor de cabeza producido por el largo viaje, y el cambio de horario.Al siguiente día se levantó muy temprano y se encontró con qué Lulú le estaba preparando un rico desayuno.—No debiste molestarte —le dijo Gia.—No es ninguna molestia, cariño. Solo estoy preparando algo que te gusta mucho —Expresó el ama de llaves con una sonrisa cordial.—¿Sabes?, generalmente no desayuno.—¡Oh, ya veo el porqué estás tan delgada!—Eres una exagerada, Lulú —le guiñó el ojo y se miró los pies con los brazos extendidos—. Yo me siento normal, así que pienso
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━DOS DÍAS DESPUÉS:Gia se encontraba en su habitación, había dormido profundamente toda la noche. Al parecer el susto había salido de su cuerpo, y dejó el agotamiento como consecuencia. Esa mañana, al abrir los ojos en lo único que pensó, fue en agradecerle a Dios porque su abuelo ya estaba en casa. Las indicaciones del doctor fueron claras, y precisas: cero preocupaciones, tomarse religiosamente sus medicinas y dieta. Lo último le parecía un tanto difícil, ya que Enzo era Chef y dueño de una cadena de restaurante. Pare él, la buena comida era lo principal en su vida. Dio un largo suspiro cuando entro al cuarto de baño, y se miró al espejo. Aunque no había vuelto a hablar del tema, estaba segura de que en cualquier momento su Nono le presionaría para arreglar las cosas con Santino. De hecho, el ultimátum que le dio era muy en serio.Recordó en ese instante aquellas palabras:«Tienes tres meses para solucionar tu situ
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━UNA HORA DESPUÉS:Las palabras de Lulú sacudieron sus sentimientos, al igual que la cabeza. No podía dejar de pensar en la posibilidad de que Santino estuviera con otra mujer. Sabía que era completamente egoísta, pero la verdad eso le importaba muy poco. Por eso en ese momento se encontraba frente al volante del auto de su abuelo; aunque Giovanni había insistido en llevarla a donde quisiera, le daba un poco de vergüenza que se enterara de que iba a visitar a su esposo. Tenía más de cinco minutos parada en el estacionamiento, con un susto en la boca del estómago. Ya que tenía miedo de no ser bien recibida, después de escuchar temprano hablar a Santino con su abuelo. «¡Vamos, Gia no es hora de actuar como una cobarde!», se animó.Miró su reflejo en el espejo retrovisor, y se dio cuenta de que por más que había usado un toque de maquillaje en sus ojos se reflejaba claramente que estuvo llorando. Se pasó la mano por el
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━El descaro de la chica le estaba sacando de las casillas. Más de una idea de cómo esconder un cadáver pasaron por su cabeza. Se le quedó mirando a Santino fijamente, y este frunció el ceño. —Te busco después —él terminó la conversación con Fabiola y cerró la puerta.—¿Qué tanto hace esa chica aquí? —Gia inquirió inmediatamente. Aunque conocía la respuesta, quería saberlo de sus labios. —Es una de las personas que más me ha apoyado en mi proyecto —el tono de voz que usó de reproche. —Está bien, eso puedo entenderlo —ella dijo moviendo la cabeza de un lado a otro—. Pero eso no le da derecho de pasearse por las instalaciones como si fuera dueña del local y mucho menos tratar al personal con menosprecio.—¿A qué viene eso? —Santino caminó hasta el escritorio y se apoyó en este cruzando los brazos sobre su pecho—. Fabiola es buena en lo que hace…—Eso se nota, solo con verla…—Dime a qué viniste, Gia —le cortó—. Hace añ
━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Entre caricias y chocolates━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━Hasta ese momento, Gia no se había dado cuenta de lo que había extrañado trabajar en la cocina del restaurante de su familia. Pues, después de que se enteró de la verdad de quién era realmente Santino. Decidió continuar con el trabajo hasta pocos días antes de la boda. Los recuerdos que llegaron a su mente; hicieron que se le escapara un largo suspiro. El tiempo pasó tan de prisa, que sin proponérselo se había quedado la jornada completa. Y lo mejor de todo fue que lo había disfrutado. Estaba lavando sus manos, cuando apareció Santino. —Es hora de irme —dijo al mismo tiempo en que sacudió las manos, mirando a los lados para buscar algo con que secarse, y caminar al lado contrario. —Espera… —Santino le llamó dejando todo lo que estaba haciendo sobre el gran mesón de acero inoxidable. —¿Sí? —Gia se giró, quedando a pocos pasos cerca de él. Al notarlo un poco agitado, frunció el ceño— ¿Qué sucede? —Me gustaría agra