89.

Cuando recordé aquella noche, la noche del incendio, el incendio que había cambiado mi vida, la rabia y la energía que sentía en esos momentos se esparció un poco. Pero, extrañamente, me sentía liberada. Ya le había dicho la verdad a Nicolás. Estaba ahí, frente a Evangelina. Ya no tenía que fingir ser Elisa. Ya no tenía que fingir nada. Ahora podía ser yo misma, podía ser yo misma como nunca lo había sido. Y me permití sentirme vulnerable. Así que me abracé a mí misma.

—Tu madre fue a visitarme a la cárcel —comencé a contarle—. Porque sabía que estaba embarazada. Me dijo que tú me habías dicho que tenía que abortar.

Nicolás apretó con fuerza los puños. Observaba directamente a los ojos, observaba mi rostro, mi cuerpo, como si aún no fuera capaz de creerlo. Probablemente aún estaba en ese proceso de aceptarlo.

—Me dijo que tenía que abortar, pero yo no quería hacerlo. Porque yo siempre estuve enamorada de ti, Nicolás. Siempre estuve enamorada de ti, y llevar un hijo tuyo en mi interior
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP