180.

Me quedé prácticamente paralizada, literalmente paralizada, observando a la mujer que estaba ahí en la primera fila. Pero entonces las luces se enfocaron nuevamente en mí y fueron tan intensas que ya no pude verla con claridad.

— ¿Estás bien, Evangeline? — me preguntó la entrevistadora.

Yo abrí los ojos hacia ella, apartando mi mano de la cara, la que intentaba cubrir la luz para volver a ver en la fila de enfrente.

— Sí, sí... tal vez no era ella. Seguramente no lo era. Solo era una mujer que se parecía. Aunque Elisa no tenía un rostro especialmente común... es que... en fin, coincidencias. No podía ser. ¿Qué carajos hacía Elisa como público privado en una entrevista como esa? No tenía ningún sentido. No tenía ningún sentido porque no era real. Ella no estaba ahí.

Eso era lo que yo quería convencerme, diciéndome a mí misma una y otra vez: *"Ella no está aquí, ella no está aquí"*. Me repetí.

— Entonces... nos contabas sobre el día en que enterraron a Doña Amara Montalvo...

Respiré
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