90.

Jamás imaginé que la reacción de Nicolás pudiera ser aquella, pero realmente tenía muchísimo sentido. En menos de media hora, se había enterado de que yo no era Elisa, de que era Evangeline, de que su ex esposa estaba viva, de la historia de cómo su madre casi la asesinó por obligarla a abortar, y ahora de que no solo tenía un hijo, sino trillizos. Me puse de pie y caminé hacia donde él estaba. Había llevado la mano a la cara, como si lo hubiese acometido un fuerte mareo. Probablemente así hubiese sido. De repente, abrió los ojos, pero seguramente no veía nada. Su visión estaba nublada por la oscuridad.

— Nicolás — le dije, acercándome a él.

Pero él me apoyó la mano en el pecho y me empujó con un poco de violencia para que me alejara. Se quedó ahí, recostado en el mueble, con la respiración acelerada. No sabía qué podría hacer. Tal vez me insultaría, tal vez me golpearía. Así que retrocedí dos pasos y me quedé ahí de pie, esperando a que recuperara nuevamente el aliento y el equilib
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