96.

No supe en ese momento cuál de los dos tenía más ansiedad: si Nicolás por conocer a sus hijos, o yo, en efecto, porque lo hiciera. También, mi cuerpo entero lo tenía tan apretado que tuve miedo de que en cualquier momento pudiera explotar. A mí misma tenía que controlarme, tenía que relajarme, o todo saldría muy mal. Estaba tan tensa que sentía que mis hombros empujaban mi espalda hacia atrás. Pero tenía que hacerlo por mis hijos. Conocerían a sus padres. Yo tenía que tener el valor para enfrentar aquella situación con madurez, por ellos, porque por dentro estuviera literalmente muriéndome.

Nicolás estaba prácticamente igual. Tenía todo el cuerpo apretado.

— ¿Cómo crees que lo tomen? — me preguntó.

Yo, sinceramente, no tenía ni idea. A pesar de todo, mis niños eran bastante maduros, pero era una situación muy compleja. Quien más me preocupaba era Jordán. Jonathan era un travieso que siempre trataba de tomarse las cosas poco en serio. Jason era un amor, un ser humano lleno de luz. Pe
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