102.

Yo no supe qué decir. ¿Qué podía yo responder a aquello? Abrí la boca y luego la cerré, confundida.

— No te creo — le dije.

— Lo sé. Es difícil creerme. Ni siquiera yo lo sabía. Creo que no lo supe hasta ahora, hasta que me lo dijiste. Que me dijiste que estabas viva. Pero eras tú. Porque en medio del miedo y mi malestar, también me siento feliz. Ni siquiera por la culpa, ¿me entiendes? Ni siquiera la culpa es la que me hacía sentir feliz de que estuvieras viva. Es algo más allá. Realmente es algo más allá.

— ¿En serio creíste que yo iba a tu habitación a hacerte el amor solamente por tener un heredero? — cuando levantó sus ojos hacia mí, vi que en realidad lo decía en serio. Con seriedad lo pensaba.

— Yo lo hacía porque amaba estar entre tus brazos. De verdad. No lo hacía solo por tocarte y sentirte. Tienes razón. Por eso hice lo de Elisa. Por eso me acosté con ella, contigo, pensando que eras ella. Me recordaba bastante a ti. Pensé que era la última oportunidad que tendría para
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