— ¡Michelle! — la llamé cuando pasó por mi lado, pero la mujer entonces se giró con rabia. No le importaba nada ni nadie, solo quería hacer su voluntad, como siempre había hecho. — ¿Dónde está Nicolás? — gritó en cuanto llegó a la sala.Pero en cuanto vio a los gemelos, abrió los ojos muy sorprendida. — ¿Y estos niños? ¿Quiénes son? ¿Qué hacen aquí? Pensé que estaban ustedes dos solos. — Ya baja la voz — le dije a Michelle, hablando en un tono serio. No permitiría que me gritara, y mucho menos frente a los hijos. — ¿Dónde está Nicolás? — gritó nuevamente.Entonces yo me dirigí a encararla. — No. No vas a hacer esto frente a mis hijos. — ¿Tus hijos? — sorprendida, hasta ese momento ni siquiera se había dignado a mirarme bien a la cara. Pero cuando lo hizo, cuando clavó sus ojos en los míos, dio un paso atrás. Creo que se hundió en el mueble, cayendo en el acolchado.Los niños estaban ahí, paralizados, sin saber bien qué hacer, así que yo les di una señal. — Vayan por Nicolás. Lo
El tiempo en el que vivía en el orfanato hablamos muy pocas veces de Michelle, pero dos cosas me dejó muy claras la hermana Sol: era una chiquilla voluntariosa que siempre quería hacer su voluntad, rebelde y mimada, pero había llorado mucho cuando la habían adoptado. Era el sueño de cada niño de allí, salir de la mano de un adulto que le brindaría una nueva vida y un nuevo hogar, pero las amistades de cariño que se forjaban allí eran prácticamente irrompibles. Luis se había criado en ese orfanato y, a pesar de que tuvo la oportunidad de hacer la vida que quería por fuera, regresó porque era su hogar.Tal vez en ese momento no lo vi, pero ahora la tenía enfrente. — Te lo voy a explicar muy resumido, pero uno de mis hijos está enfermo y necesita un trasplante de médula — dije con voz firme — . Ni Nicolás ni yo somos compatibles. La única persona en el mundo que podría serlo es Nicolás.Entonces, si lo quisiera, Elisa me mataría para que no me reconociera. Pero aproveché los años y habí
Era algo que teníamos que hacer antes de cualquier cosa. Dormimos toda la tarde después de que Michelle se fue. Casi ni siquiera tuvimos energías para comer, a pesar de que Nicolás mandó traer un ritmo de homicidio. Pero después de todo lo que había pasado, estábamos sin energías, sin fuerzas para nada.Pasamos toda la tarde sumidos en una especie de sueño confuso. Los niños, por suerte, durmieron cómodamente en la habitación de invitados, con las camas que Nicolás había mandado a comprar para ellos. Estaban felices, a pesar de todo lo que había pasado, aunque podía notar que en ellos sí se albergaba una tristeza. ¿Cómo no estarían tristes? A pesar de su niñez y su ingenuidad, ya tenían diez años, estaban casi entrando en su adolescencia. Entendían bien lo que significaba la muerte y sentían bien todo lo que había sucedido. Y la hermana Sol también había sido como una abuela para ellos.Nicolás se había encargado de todo. Había mandado a traer trajes especiales para la ceremonia. Cuan
Ya debía acostumbrarme al insomnio. Era algo que me acompañaba en mi día a día... mejor dicho, en mi noche. Pero todo lo que había pasado me arrancó el sueño, a pesar del cansancio, a pesar de que Evangeline dormía a mi lado. Puse mi mirada hacia ella y la vi.Era tarde en la madrugada. Era consciente de que a ella también le había costado muchísimo dormir, pero al final lo había hecho, y eso me alegraba. Necesitaba descansar. Llevaba mucho tiempo despierta en vela, pensando en cómo solucionar los problemas en los que, según ella, nos había metido. Pero yo sabía que era así. Parte de esos problemas eran míos también. Yo la había orillado, sin querer, a hacer todo lo que había hecho, porque me tenía miedo, porque me tenía desconfianza.A pesar de todo, para mí era tan difícil entenderlo... Mirarla a la cara, creer que era ella realmente. En cuanto la vi sin el maquillaje, yo sentí que mi mundo se desmoronó, porque no tuve ninguna duda entonces de que era ella, que era la mujer que yo h
Cuando desperté en la mañana, abrí los ojos sorprendida. No estaba en mi humilde habitación del orfanato y me sentí confundida por un largo segundo. ¿Dónde estaba? No recordaba ni siquiera mi propio nombre. Había dormido tan profundamente, apenas por un par de horas, que me desperté somnolienta y confundida.Entonces, volteé a mirar a mi lado, porque sabía que alguien había pasado la noche conmigo. No está Nicolás, pensé.Y entonces, cuando recordé su nombre, todo vino a mí de golpe. Me sentí confundida y asustada, pero luego más tranquila al recordar dónde estaba y qué había sucedido. Recordé a la hermana Sol y, de inmediato, mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Acaso ese sería ahora mi nuevo pensamiento cada mañana? Encontrar su cuerpo aplastado por las vigas y quemado en ciertas partes... Al menos su rostro en paz en el ataúd era un consuelo que me acompañaba.Me puse de pie tambaleante y utilicé las sandalias de Nicolás, que me quedaban el doble de grandes, para salir de la habitaci
Abelardo Bustamante. De camino al lugar indicado, Nicolás me contó todo lo que sabía sobre el hombre. Había amasado su fortuna con el microtráfico, pero ahora que ya tenía cubiertas todas las zonas de la ciudad y gran parte del país, había comenzado a expandir su territorio. Pero entonces ahí era donde entraron los problemas con Elisa Duque.Elisa era una mujer de poder. Más que una gobernante, era una conquistadora, y le encantaba tener países enteros sometidos bajo su propio dominio. Francia no era más que su torre central, pero comenzaba a conquistar América poco a poco. Era lo que pretendía. Tal vez en el futuro, cuando tuviera el control absoluto del continente, poder regresar nuevamente a su país. — Y con en el miedo de perder la vida, como fue tan idiota — nos dijo Kevin mientras nos dirigíamos al lugar indicado — . Haber regresado fue lo peor que pudo haber hecho. Me pregunto si el error que cometimos es tan importante como para que ella tome la decisión de arriesgarse a regr
Abelardo era tal cual como uno se imaginaría un mafioso cliché: alto y fuerte, con una mirada fiera y palabras cortantes. Era todo un personaje caricaturizado, sacado de un cómic o alguna película animada. Constantemente trataba de encontrar la forma de que su mirada fuera más viril y atractiva, y yo me giré hacia mis dos acompañantes para intentar adivinar si yo era la única que había notado aquello. No sabía si podíamos confiar en alguien así, en alguien que al parecer le importaba más su aspecto de villano que otra cosa. De todas formas, había prometido que nos ayudaría, y eso debería ser más que suficiente.Nos hizo sentarnos en los suntuosos muebles que había frente a su escritorio y nos miró uno a uno. — Justamente, me parece increíble que Elisa hubiera tenido la osadía de regresar al país — comenzó él a contarnos — . Cuando lo escuché por primera vez, pensé que era como los rumores anteriores. Pero ahora veo que es verdad. Cuando Luis me contactó, no pude esperar a escuchar su
Abelardo pareció lo suficientemente convencido, aunque yo creía que había un poco de negativa por su parte. Me pregunté si Elisa tendría tanto poder como para que hombres tan poderosos como Abelardo se sintieran intimidados. Extrañamente, me pareció un poco admirable. Elisa era una mujer en un mundo completamente machista como la mafia, y aún así había logrado no solo hacerse un nombre, sino consolidarlo. Mientras íbamos de regreso a la casa de Nicolás, yo me pregunté qué tanto habría tenido que sacrificar para llegar hasta donde estaba. Probablemente tuviera muchas muertes sobre su cabeza. Me pregunté si aquello la aplastaría en las noches, si aquello la atormentaría y tal vez tendría un poco de remordimiento por las cosas que había hecho para llegar hasta donde estaba. Pero luego supuse que no. Una mujer como Elisa no sentiría remordimiento alguno. Porque su vida no fue una casualidad. Ella eligió cada uno de los pasos que tomó, y cada uno fue precisamente para eso: para llegar hast