92.

Me sentía un poco avergonzada de tener que contar aquello, pero sabía que era algo que tenía que hacer.

Ante la atenta mirada de Nicolás, tomé la copa de vino que había frente a la mesa y le di un gran trago. El líquido pasó por mi garganta y me hizo torcer un poco el gesto. Nicolás seguía observándome, esperando que yo comenzara a contar la historia.

— Nunca te perdí el rastro — dije sin mirarlo a la cara — . Como supuestamente yo había muerto, jamás borraron mi contraseña y mi usuario en las bases de datos de la empresa, así que siempre tuve acceso. Al principio lo hacía porque quería ver si tenían sospechas de que yo había sobrevivido y, después de eso… no sé, se me hizo costumbre estar pendiente.

Hice una pausa antes de continuar:

— Entonces comencé a ver que hablabas con Elisa, que querían hacer negocios. La verdad, era algo que no me importaba, solo estaba ahí, al pendiente, por si resultaba algo importante. Y entonces Jason se enfermó.

Sentí la mirada de Nicolás clavada
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