Alessandro entreabre sus labios y sus mejillas y nariz están rojas.
—¿De verdad vas a hablar con mi padre? —inquiere.
Su pregunta golpea duramente mi pecho. Mi hermana tiene razón, él sólo está desesperado por no perder su fortuna y yo soy la primera idiota que encontró para librarse de su problema.
—Sí —respondo y pongo el auto en marcha—. A fin de cuentas, soy la favorita de tu padre.
Él se descoloca un poco y se ve algo enojado, pues detesta la idea de que su padre me prefiera por encima de él.
El resto del camino nos distancia un incómodo silencio que los dos por orgullo decidimos no romper. Y cuando me estaciono afuera de la empresa de Alessandro, sólo abro la boca para decirle:
—Consigue un nuevo chofer o aprende a manejar, no puedo seguir siendo tu sirvienta.
Alessandro vuelve a entreabrir la boca y se ruboriz
Penélope es la piedra en mi zapato. Todo es un desastre cuando estoy cerca de ella.A veces tengo pesadillas donde la encuentro muerta en la tina, con el frasco de pastillas tirado en el piso, siendo arrastrado por el agua que salta de la tina. Y por más que intento hacer que despierte, ella ya no está, su rostro es tan pálido y frío que congela mis manos.Penélope es indescifrable. Siempre me mira a través de una ventana, pero nunca baja para hablar conmigo. Hay una gran distancia invisible entre los dos. A veces siento que puedo tenerla, pero se escurre entre mis manos y vuelve a dejarme solo.Y cuando intento acercarme a ella, todo termina convirtiéndose en desastre.De niño ella me odiaba. Yo la perseguía a todas partes, pero siempre estaba con su hermana mayor y amigas cercanas jugando y me ignoraba, si insistía, me gritaba. En la escuela no era diferente, se sentaba en los primeros puestos y siempre alzaba la mano cuando el profesor hacía una pregunta.Le gustaba lucir impecable
—No, fue un accidente —mentí mientras la observaba.Penélope comenzó a llorar y justo en ese instante Mariana entró al salón, se alarmó y preguntó qué sucedía. Ninguno de los dos fue capaz de confesar que nos habíamos peleado.Fue incómodo volver juntos a casa esa tarde y mucho más tener que vernos el resto del día, además de tener que sentarnos juntos en la misma mesa.Descubrí que a Penélope le gustaba mantener una imagen pulcra de ella, de ser la hija perfecta, que es buena y amable con todos. Empecé a generar fastidio y no veía la hora de que se acabara el año para no verla todos los días.Pero ese mismo año, para diciembre, pasamos las vacaciones en la hacienda de su familia y justo un día antes hicimos una fogata y sus hermanos nos animaron a besarnos. Fue mi primer beso.Todo el rencor que podía tener hacia ella se desvaneció cuando toqué sus labios.Pensé en ella a diario después de aquella noche. Penélope era mi mundo entero. No dejaba de ver en sus redes sociales sus fotos y
No vi a Penélope después de ese día, no fue a clases por una semana. Jairo me dijo que no se levantaba de la cama.Me encargué de llevarle todos los temas que había dado su clase, pues al estar en el mismo grado, eran los mismos temas. Ella aceptó estudiar conmigo en silencio. No decía nunca ni una sola palabra. No había rastro de quien fue alguna vez.Y nuestra fiesta de quince años (porque nuestros padres decidieron celebrarlas en conjunto) ella se veía hermosamente triste. ¿Cómo su familia no se daba cuenta que estaba sufriendo? Tal vez y sí lo hacían, pero preferían ignorarlo. Sus padres eran personas que querían mostrarse como la familia perfecta ante la sociedad y ciertamente no es que les prestaran mucha atención a sus hijos.Esa noche Penélope estuvo todo el tiempo a mi lado. Yo me mostraba alegre y creo que así ella fingía estar igual. Bailamos el vals y todos nos elogiaron como la pareja perfecta. Nuestros padres se veían orgullosos y mi mamá me dijo:—Seguro y serán una lin
Y justo esa misma tarde tuve la fuerza de ir a su casa para saber cómo seguía, ya que la había llamado y no me contestaba. A quien me encontré fue a Mariana que fue avisada por los empleados que yo había llegado y caminaba detrás de mí, exigiéndome que me fuera.—El que nuestros padres sean amigos no te da el derecho de maltratar a mi hermana, por favor, déjala en paz.Subía las escaleras que conectaban con el segundo piso cuando no soporté sus palabras y volteé para verla.—¿Que la deje en paz? —espeté—. Lo que Penélope menos necesita en este momento es que la deje en paz. ¿Cómo es posible que no lo veas? —Me observaba con miedo e impresión—. Fácilmente Penélope puede quitarse la vida y tú ni siquiera te das cuenta. ¡Nadie de esta maldita familia se enterará!—¡Si ella llega a hacerlo es por tu maldito acoso! —soltó con furia. —¿Qué? —jadee.—¿Crees que no me he dado cuenta de que cada vez que están juntos ella está llorando? —cuestionó—. Hasta pudiste haber sido tú el que le mató
Llegué a mi casa y encontré una peculiar visita. En la sala de estar estaba sentado un hombre alto, acuerpado, moreno, de cabello negro ondulado, con una respingada nariz y una sonrisa que mostraba sus dientes perfectos; usaba un traje gris hecho a la medida y zapatos de cuero de cocodrilo. Nadie podía ser más elegante y guapo que Gael Santillana, el mejor amigo del esposo de mi hermana.Tomaba un vaso de whisky mientras veía a los gemelos jugar sentados en el piso, tratando de armar un rompecabezas que no tenía ni pies ni cabeza.Cuando Gael me vio llegar ensanchó mucho más su sonrisa.—Oh, mis ojos no pueden estar más agradecidos de ver un ángel —exclamó.Respingué las cejas.Se me había olvidado de que Gael era un coqueto, cada vez que nos veíamos cuando viajaba a visitar a mi hermana, él tendía a visitarnos y me perseguía, haciéndome regalos e intentando conquistarme. Supongo que hace eso con todas, aunque Mariana dice que no, que él realmente gusta de mí.Tal vez y por eso decidi
Suelto un largo suspiro. Es por eso que no intervengo en los problemas amorosos de otros. Al final, terminan arreglando sus diferencias y uno queda como el malo.Mariana sigue desahogándose, diciendo todas las cosas malas que tiene Roberto, las veces que no llegó a tiempo o cuando le prometió algo y nunca cumplió. Termina de preparar la cena, yendo de un lado a otro, sacando del horno un pastel, embadurnándolo de crema rosada; cocina pollo guisado; hace ensalada de frutas con yogurt; arroz de verdura y papas; y una sopa con brócoli que la verdad no es que me gusta mucho. Por eso me gusta tenerla en casa, ella siempre cuando se siente frustrada prepara enormes banquetes.Ponemos la mesa y justo en ese momento tocan el timbre.—Oh, ese debe ser Jairo —dice Mariana con una enorme sonrisa.—¿Lo invitaste? —pregunto con desagrado.—Oh sí, le dije que trajera a Romina —comenta mientras va a paso afanado a abrir la puerta.Ush, yo no soporto a Romina, es una chismosa de primera.—¡Ay, no pue
Gael me ha enviado una caja de chocolates al trabajo con una nota donde me invita a cenar esta noche. Le entrego la caja de chocolates a Gloria y ella acepta gustosa, marchándose a su escritorio para comenzar a comérselos.Me pregunto cuáles son las verdaderas intenciones de Gael hacia mí, aunque… la verdad, no quiero saber nada de hombres por ahora. Siempre me hacen daño, son una herida abierta que nunca logra sanar.Esta mañana me he asomado por la ventana al levantarme y Alessandro no ha salido a correr. Es primera vez en mucho tiempo que no lo ha hecho y sé que lo hace porque no quiere encontrarse conmigo. También pasé por su edificio y no vi ninguna señal de vida de él, no había ningún chofer esperándolo en la entrada, o algún taxi.Al parecer nuestras rutinas han cambiado, pero con mucha más distancia que antes.Y mi padre no deja de llamarme, tengo cincuenta llamadas perdidas. Así que me envió un mensaje con mi hermano, quiere que hoy vaya a almorzar a la casa.Tengo náuseas, l
Me ayuda con las carpetas mientras avanzamos rumbo hacia el parqueadero, me habla sobre el avance de su colaboración para que Mariana y Roberto no se separen, de que ya no se habla de divorcio, pero que se necesita más tiempo. Rápidamente cambia la conversación a que se le antojan unos wafles con helado y que Romina le recomendó un famoso restaurante cerca de la playa.Apenas si abro la boca para soltar monosílabos.Cuando llegamos al parqueadero, abre la puerta de su auto y saca un enorme ramo de rosas rojas y me las entrega con su enorme sonrisa. Lo recibo con impresión e intento contarlas, debe haber como unas cincuenta…Mis flores favoritas son las rosas blancas, no las rojas. Pero finjo una sonrisa y le agradezco.En el auto, debo ayudar a Gael a ubicarse, pues no conoce la ciudad y por momentos nos perdemos, porque no toma la ruta correcta, ni siquiera porque conduce con GPS. Me había ofrecido a manejar, pero se negó casi ofendido.Así que no veo la hora en que lleguemos al rest