35.

Penélope es la piedra en mi zapato. Todo es un desastre cuando estoy cerca de ella.

A veces tengo pesadillas donde la encuentro muerta en la tina, con el frasco de pastillas tirado en el piso, siendo arrastrado por el agua que salta de la tina. Y por más que intento hacer que despierte, ella ya no está, su rostro es tan pálido y frío que congela mis manos.

Penélope es indescifrable. Siempre me mira a través de una ventana, pero nunca baja para hablar conmigo. Hay una gran distancia invisible entre los dos. A veces siento que puedo tenerla, pero se escurre entre mis manos y vuelve a dejarme solo.

Y cuando intento acercarme a ella, todo termina convirtiéndose en desastre.

De niño ella me odiaba. Yo la perseguía a todas partes, pero siempre estaba con su hermana mayor y amigas cercanas jugando y me ignoraba, si insistía, me gritaba. En la escuela no era diferente, se sentaba en los primeros puestos y siempre alzaba la mano cuando el profesor hacía una pregunta.

Le gustaba lucir impecable
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