39.

Llegué a mi casa y encontré una peculiar visita. En la sala de estar estaba sentado un hombre alto, acuerpado, moreno, de cabello negro ondulado, con una respingada nariz y una sonrisa que mostraba sus dientes perfectos; usaba un traje gris hecho a la medida y zapatos de cuero de cocodrilo. Nadie podía ser más elegante y guapo que Gael Santillana, el mejor amigo del esposo de mi hermana.

Tomaba un vaso de whisky mientras veía a los gemelos jugar sentados en el piso, tratando de armar un rompecabezas que no tenía ni pies ni cabeza.

Cuando Gael me vio llegar ensanchó mucho más su sonrisa.

—Oh, mis ojos no pueden estar más agradecidos de ver un ángel —exclamó.

Respingué las cejas.

Se me había olvidado de que Gael era un coqueto, cada vez que nos veíamos cuando viajaba a visitar a mi hermana, él tendía a visitarnos y me perseguía, haciéndome regalos e intentando conquistarme. Supongo que hace eso con todas, aunque Mariana dice que no, que él realmente gusta de mí.

Tal vez y por eso decidi
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