Y justo esa misma tarde tuve la fuerza de ir a su casa para saber cómo seguía, ya que la había llamado y no me contestaba. A quien me encontré fue a Mariana que fue avisada por los empleados que yo había llegado y caminaba detrás de mí, exigiéndome que me fuera.—El que nuestros padres sean amigos no te da el derecho de maltratar a mi hermana, por favor, déjala en paz.Subía las escaleras que conectaban con el segundo piso cuando no soporté sus palabras y volteé para verla.—¿Que la deje en paz? —espeté—. Lo que Penélope menos necesita en este momento es que la deje en paz. ¿Cómo es posible que no lo veas? —Me observaba con miedo e impresión—. Fácilmente Penélope puede quitarse la vida y tú ni siquiera te das cuenta. ¡Nadie de esta maldita familia se enterará!—¡Si ella llega a hacerlo es por tu maldito acoso! —soltó con furia. —¿Qué? —jadee.—¿Crees que no me he dado cuenta de que cada vez que están juntos ella está llorando? —cuestionó—. Hasta pudiste haber sido tú el que le mató
Llegué a mi casa y encontré una peculiar visita. En la sala de estar estaba sentado un hombre alto, acuerpado, moreno, de cabello negro ondulado, con una respingada nariz y una sonrisa que mostraba sus dientes perfectos; usaba un traje gris hecho a la medida y zapatos de cuero de cocodrilo. Nadie podía ser más elegante y guapo que Gael Santillana, el mejor amigo del esposo de mi hermana.Tomaba un vaso de whisky mientras veía a los gemelos jugar sentados en el piso, tratando de armar un rompecabezas que no tenía ni pies ni cabeza.Cuando Gael me vio llegar ensanchó mucho más su sonrisa.—Oh, mis ojos no pueden estar más agradecidos de ver un ángel —exclamó.Respingué las cejas.Se me había olvidado de que Gael era un coqueto, cada vez que nos veíamos cuando viajaba a visitar a mi hermana, él tendía a visitarnos y me perseguía, haciéndome regalos e intentando conquistarme. Supongo que hace eso con todas, aunque Mariana dice que no, que él realmente gusta de mí.Tal vez y por eso decidi
Suelto un largo suspiro. Es por eso que no intervengo en los problemas amorosos de otros. Al final, terminan arreglando sus diferencias y uno queda como el malo.Mariana sigue desahogándose, diciendo todas las cosas malas que tiene Roberto, las veces que no llegó a tiempo o cuando le prometió algo y nunca cumplió. Termina de preparar la cena, yendo de un lado a otro, sacando del horno un pastel, embadurnándolo de crema rosada; cocina pollo guisado; hace ensalada de frutas con yogurt; arroz de verdura y papas; y una sopa con brócoli que la verdad no es que me gusta mucho. Por eso me gusta tenerla en casa, ella siempre cuando se siente frustrada prepara enormes banquetes.Ponemos la mesa y justo en ese momento tocan el timbre.—Oh, ese debe ser Jairo —dice Mariana con una enorme sonrisa.—¿Lo invitaste? —pregunto con desagrado.—Oh sí, le dije que trajera a Romina —comenta mientras va a paso afanado a abrir la puerta.Ush, yo no soporto a Romina, es una chismosa de primera.—¡Ay, no pue
Gael me ha enviado una caja de chocolates al trabajo con una nota donde me invita a cenar esta noche. Le entrego la caja de chocolates a Gloria y ella acepta gustosa, marchándose a su escritorio para comenzar a comérselos.Me pregunto cuáles son las verdaderas intenciones de Gael hacia mí, aunque… la verdad, no quiero saber nada de hombres por ahora. Siempre me hacen daño, son una herida abierta que nunca logra sanar.Esta mañana me he asomado por la ventana al levantarme y Alessandro no ha salido a correr. Es primera vez en mucho tiempo que no lo ha hecho y sé que lo hace porque no quiere encontrarse conmigo. También pasé por su edificio y no vi ninguna señal de vida de él, no había ningún chofer esperándolo en la entrada, o algún taxi.Al parecer nuestras rutinas han cambiado, pero con mucha más distancia que antes.Y mi padre no deja de llamarme, tengo cincuenta llamadas perdidas. Así que me envió un mensaje con mi hermano, quiere que hoy vaya a almorzar a la casa.Tengo náuseas, l
Me ayuda con las carpetas mientras avanzamos rumbo hacia el parqueadero, me habla sobre el avance de su colaboración para que Mariana y Roberto no se separen, de que ya no se habla de divorcio, pero que se necesita más tiempo. Rápidamente cambia la conversación a que se le antojan unos wafles con helado y que Romina le recomendó un famoso restaurante cerca de la playa.Apenas si abro la boca para soltar monosílabos.Cuando llegamos al parqueadero, abre la puerta de su auto y saca un enorme ramo de rosas rojas y me las entrega con su enorme sonrisa. Lo recibo con impresión e intento contarlas, debe haber como unas cincuenta…Mis flores favoritas son las rosas blancas, no las rojas. Pero finjo una sonrisa y le agradezco.En el auto, debo ayudar a Gael a ubicarse, pues no conoce la ciudad y por momentos nos perdemos, porque no toma la ruta correcta, ni siquiera porque conduce con GPS. Me había ofrecido a manejar, pero se negó casi ofendido.Así que no veo la hora en que lleguemos al rest
—¡Déjame, tengo que decirle sus verdades a esa zorra! —grita ella y empuja a Alessandro. Me señala con un dedo acusador—. Tú eres una maldita roba novios. ¿No te bastó con robarme a Alessandro? ¡Ahora estás con este! ¡Eres una perra!—¡Está loca! —exclama Gael asombrado.El mesero observa en medio de todo con una enorme sonrisa, su cabeza va de un lado a otro.Yo sigo sentada observando todo confundida, sin saber lo que está pasando. Entonces me acuerdo de que ella cree que me voy a casar con Alessandro.—Te lo regalo, cógelo para ti si tanto lo quieres —digo y noto que ella se asombra por un momento, así como todos—. Ya no lo quiero, ahora tengo algo mejor.Un silencio nos invade por un momento, es evidente que Serena no esperaba que yo siguiera con un aire tranquilo, por más que me esté gritan
Qué pésima cita. ¿Cómo terminamos sentados en la arena? Bueno, sobre el saco de Gael…Me compró una botella con agua y ahora él juega con una ramita seca en la arena. Me sorprende que sea tan grandulón y que tenga una personalidad como la de un niño.En otra situación Gael me gustaría, tal vez y algo entre los dos funcionaría. Pero me conoció en el peor momento de mi vida.No deja de dolerme el estómago. Siento que en cualquier momento terminaré vomitando.—Había escuchado cosas —me dice—. Sabía que tu familia está enojadísima porque pasó algo entre Alessandro y tú. Pero no podía creer que tú te dejarías humillar de esa manera. Ahora veo que no es así. —Voltea a verme emocionado—. Ese puñetazo que le diste en la cara fue espectacular… Y creo que pasará un buen tiempo para que se recupere del golpe, tal vez le quede una cicatriz. ¿Cómo aprendiste a golpear de esa manera?—Crecí siendo molestada por Alessandro, tuve que aprender a defenderme —confieso.—Vaya, veo que su historia es más
Martyn me invitó al club para jugar tenis. Prefiero esto a estar encerrada en la casa con mi hermana sermoneándome por haber peleado con Serena, sin saber por completo la historia. Claramente me va a culpar por dañar todo con Gael.Estoy reposando con Martyn después de jugar, tengo las mejillas encendidas de rubor. Tomamos un mal momento para jugar, el sol está de muerte, así que, si apenas jugamos unos treinta minutos, no soportamos el calor, aunque usáramos gorras.Tomamos limonada, sentados debajo de un árbol de mango, en una de esas mesas de hierro que parecen antiguas y que las sillas nunca logran acomodarse bien en el piso, así que debo tener cuidado, la mía parece que no logra encajar bien en el piso y se menea si me acomodo.Martyn no deja de carcajear después que le cuento todo lo que sucedió, incluyendo el vómito.—Bueno, es natural que no te haya llamado aún —dice—, si una chica me vomita los zapatos yo también reaccionaría igual.—Pero me regaló un anillo —alego y se lo mu