Emma es una mujer cuyo corazón se congeló hace años. Casada con un hombre cruel, por conveniencia de su familia, enviudó pocos años después. Lo único que aprendió de su pasado es a disfrutar al máximo de los placeres terrenales, en brazos de decenas de amantes. Tiene un corazón de hielo, pero su piel arde como la lava. Heredó de su marido poder y riqueza, pero necesita ayuda para salvar las empresas que penden de un hilo por las pésimas negociaciones del fallecido. Leonardo es un contador y administrador empresarial joven, recibido con honores. Dedicó su vida a estudiar y formarse sin pausa, para procurarse un futuro mejor y ayudar a su humilde familia. Nunca ha tenido tiempo ni interés para las relaciones, a pesar de que muchas mujeres se le han insinuado a lo largo de su vida. Su objetivo es claro: ganar dinero, poder y reconocimiento en el mundo de los negocios. El deseo y la lujuria están desconectados de su realidad. El destino, juguetón como siempre, se encargará de conectarlos, con el desafío de lograr derretir el helado corazón de ella y la férrea coraza de hielo de él.
Leer más-¿Por qué me despide, señor? No es justo…El hombre contenía lo mejor posible la ira que crecía en su interior. No lo habían educado para estallar, pero su tolerancia a la incompetencia era de verdad ínfima.Así que respiró, casi resoplando, y respondió con aplomo:-¿No es justo, señorita Díaz? Creo que usted no comprende lo que sucede… En esta empresa no toleraré los rumores, intento depurar el personal y las malas costumbres, y es precisamente por eso que busco gente joven y emprendedora. Así que, independientemente de que la fuente de su información sea mi propio socio, no me interesa que venga aquí con chismorreos sobre alguna de sus compañeras de trabajo. Su vida personal no es de mi incumbencia. Y usted está en un grave error si piensa que este es un tema de conversación entre jefe y secretaria…La mirada de su superior era tan penetrante y fría, que no se atrevía más que a balbucear. Sabía que el líder de ojos grises como el acero era justo, pero con una moral intachable. Era c
La brisa del mar acariciaba su cuerpo tostado por el sol, mientras entrecerraba los ojos recostado en la arena blanca de una playa de ensueño.Si algo disfrutaba desde su matrimonio, eran las vacaciones en familia que nunca había tenido antes.Miró a su lado y no pudo contener una sonrisa divertida.Ella tenía el cuerpo cubierto de punta a punta de bloqueador solar y un sombrero blanco de ala ancha. Pero dejó de reírse por dentro cuando se dio cuenta lo hermosa que estaba con su bikini color coral resaltando en su blanca piel, mientras se reclinaba para tratar de ponerle una gorra a un preadolescente que la miraba casi con fastidio, y prácticamente la alcanzaba en altura. El joven la adoraba a pesar de la tendencia sobreprotectora de su madre.Afortunadamente, no era la única víctima de Emma Ares, ya que, a poca distancia y protegida por la sombrilla, una bebé de dos años intentaba comer arena, así que se distrajo con ella y lo dejó en paz, para por fin poder ir a nadar.-No, Lara, la
Emma Fritz ya había tenido una vez una boda costosa, llena de lujos vacíos, con un joven cuerpo virgen y una ceremonia teatral y llena de pantomimas.Se había casado sin amor, con miedo, con proyectos truncos, viendo como se desmoronaban sus sueños como un castillo de naipes.Aunque con una luz de esperanza que pronto se apagó.No sabía nada del amor.Había tenido un primer hombre, cruel, y una noche de bodas envuelta en pesadilla y dolor.Había tenido un esposo violento y eso la había marcado.Ahora, se convertía en Emma Ares, en una ceremonia íntima, por civil, en el jardín de su casa, con León aferrado a su mano como si temiera que ella desapareciera como una ilusión.Pero todo era real.Se casaba con amor, con sueños renovados, con un hombre de lava y de fuerza, con Sara y Clarisa llorando a mares, Alexei del brazo de Natasha, Ángela con su hija en brazos…Los que eran parte de su vida.Los que la querían de verdad.Emma ya había tenido una boda costosa y por eso ahora quería otra
-Digamos que, o vive cómodamente por el resto de sus días sobre la faz de la Tierra… o pierde su vida…Ella abrió los ojos, comprendiendo todo.-¿Alexei?Leo asintió.-Muy a mi pesar, no podía hacer esto solo. Y él parecía feliz ante la idea de deshacerse de un Karl maltratador.Emma sonrió. Eso era seguro. Como si la vida le hubiera dado al ruso su revancha. Si era así, el señor Schmidt, en verdad no volvería jamás. Leonardo, sin soltarla, miró a su alrededor, al lugar que ella había establecido como un hogar para el hijo de su corazón.León dormía en su habitación nueva, y estaban en la sala de una casa tan acogedora como lo era la mismísima Emma Fritz. Sin embargo, era hora de cambiar algunas otras cosas.Era su hora.La miró a los ojos, con una expresión singular.-Es una hermosa casa, señora. -Gracias. Ojalá pronto se terminen esos benditos trámites. No veo la hora de relajarme y comenzar aquí una nueva etapa…Él acarició su mejilla y la besó con dulzura, aunque con un fuego
La mujer la tranquilizó.-Sí… Es decir… Han dejado a un niño en el salón, luego del desayuno, nadie lo ha buscado. Envié a alguien a su casa… y está vacía. No había nadie… incluso se habían llevado algunas cosas.-¿Has llamado a la policía?-Sí, ya lo hice. Pero el niño llora mucho y… ha pedido que la llame a usted…-¿A mí?-Dice que es su amiga Emma…Un escalofrío la recorrió.-¿Es León? ¿Su tío lo ha abandonado?-Eso parece, señora…-Voy enseguida… dile a León que no llore, que no se preocupe más, que estoy en camino…"Que siempre estaré en camino o a su lado, aunque me cueste la cordura".Emma cortó la llamada, pasó veloz por su oficina buscando su bolso, le avisó a Clarisa dónde iba, y se subió a su vehículo sin anunciarse, sobresaltando al pobre chofer.-Vamos al centro comunitario, rápido.El hombre se recompuso. -Sí, señora Fritz, enseguida. En el camino se comunicó con los abogados, les informó lo que pasaba e intentó llamar al señor Ares… sin resultado.Este estaba siendo d
-Le aseguro que tampoco se me habría pasado por la cabeza, señor Leonov. Aunque estoy seguro de que sabe por qué tema estoy aquí.-Creo que sí, pero pase, por favor, tengo buen vodka para ofrecerle. Ella siempre compraba el mejor. A mi me da nostalgia beberlo solo.Leonardo imaginó cómo se sentiría en el lugar del ruso, mientras trataba de no imaginar a Emma en esa cama, y bañada en vodka.Alexei se rió de su expresión. -Será mejor que tome asiento, y no piense demasiado. Sé lo que se siente… y mejor no le daré vodka.Luego señaló a la mujer que estaba sentada en el sillón, bebiendo un jugo de frutas.-Le presento a mi novia, Natasha. Sabe todo de mí. Ella lo miró sonriendo con sarcasmo y le respondió con un acento marcado:-Eso no quiere decir que no me moleste esa expresión en tu mirada al pensar en ella y el vodka...-Lo siento, milyj…Natasha le lanzó un beso. -Estás perdonado… Pero te lo cobraré luego…Alexei sonrió y luego miró a Leonardo. -¿Y bien? Mis hombres me dijeron qu
Ella negó con la cabeza, y suspiró.-No. No es difícil. Pero es un peso sobre mis hombros que no deseo cargar sin que usted evalúe adecuadamente sus alternativas. Créame que entiendo su pasión y su lealtad. Amo eso de usted. Sin embargo, no deseo que el día de mañana recuerde esta propuesta y lamente haberse negado a dar un paso importante, sólo por amor… ¿Tan difícil es entender de qué manera me preocupo por usted y su bienestar? Él la besó, primero con fuerza repentina, y luego con ardor, con ternura, con hambre, jadeando.Se separó, agitado, susurrando:-Nunca nos pondremos de acuerdo en esto, ¿verdad?Ella lo miró a los ojos.-No lo sé, señor Ares. Tal vez muy pronto sí. Por hoy, al menos tómese su tiempo para pensar, comamos abundante comida portuguesa, recuperemos horas de sueño, y terminemos bien este viaje…Él suspiró.-De acuerdo, pero con una condición.-¿Cuál sería?-Pase lo que pase, esta noche duerme en mi cama.Ella sonrió:-No pierde oportunidad para aprovecharse… ¿no
Leonardo se volteó hacia ella y la acorraló de golpe contra la pared más oscura del subsuelo, pegándola a su cuerpo y acercándose a su boca con deseo.-Insoportable, señora Fritz. El aire allí era irrespirable… Estaba tan sensual y el tal Marcus la miraba con tan evidente deseo… quería matarlo.Ella sonrió, mirándolo a los ojos con una chispa divertida, aunque también algo excitada al sentirlo tan firmemente.-Pero no lo hizo… lo felicito.Él la aferró de la nuca con fuerza y, clavando unos temibles ojos negros en ella, rozó los labios de Emma con su aliento tibio y dijo entre dientes:-¿Me estaba probando, Emma Fritz?Ella movió sus manos hasta rodear su fuerte cuello.-Claro que sí. ¿Algún problema con eso?-Confieso que me enoja… bastante… ¿Le gustaría que hiciera lo mismo?Emma sonrió. No era celosa, nunca lo había sido.-Podría intentarlo, señor Ares. Llevo meses insistiendo en eso. Pero tenemos un acuerdo solicitado por usted. Yo cumpliré mi parte, pero no puedo evitar que otros
-Así es. La señora Emma Fritz inició los trámites para adoptar a un niño. Sin embargo, es poco probable que suceda, dado que la criatura en cuestión tiene familiares con vida. Aún así, sus abogados insisten en que continuemos el procedimiento, aducen maltrato… Bueno, detalles que no vienen al caso en este momento. La cuestión es, señor Meyer, que hemos entrevistado a algunos de sus socios y sus empleados, como parte del protocolo en estos casos tan fuera de lo usual.Fred ni siquiera sabía que Emma deseara ser madre. Como no se había casado, ni había quedado embarazada nunca, creía que valoraba demasiado su independencia y su libertad sexual.Le parecía raro que surgiera ahora, y planteado de ese modo.¿Adopción? ¿Por qué no un hijo biológico? Era evidente que con el tal señor Ares la relación parecía haber avanzado. Algo se había perdido de esa historia del pasado de la joven. Algo que no debía ser para nada agradable y que ella había ocultado bien, hasta ahora, con esta movida.Alg