¿Puede una guerrera ser una princesa? ¿Puede un príncipe heredero curtirse en batallas y bajar de su pedestal de poder? Brenda es una chica que es una bala pérdida, vive al día y no está interesada en ningún tipo de relación sentimental, acepta acompañar a su mejor amiga, Elena a emprender una nueva aventura en el trabajo de sus sueños como entrenadora del gym número uno del país. Lo que no imagina es que su jefe es tan atrayente. Sebasthian Larsson es un heredero acaudalado y cotizado, es ordenado, organizado y discreto Ceo, la prensa lo ha titulado el príncipe americano. Sin embargo él está lejos de sentirse un principe y solo quiere a alguien que lo quiera por quién es como persona. Brenda ya no tiene espacio en su reducido corazón para querer a nadie... No te pierdas esta intensa historia de amor, que nace de lágrimas, sudor y sangre, segunda entrega de la saga chicas de orfanato.
Leer másBrenda y Sebasthian eran fotografiados y perseguidos, pero a ellos poco les importaba, tenían incluso fotos de ellos sacándole la lengua en mofa infantil a alguna cámara cuando eran capturados en momentos poco elegantes, como en excursiones en moto con clubes de motociclistas en el sur de Estados Unidos, mientras más los perseguían ellos menos le prestaban atención a los paparazzi, todas las jóvenes románticas admiraban a la hermosa pareja y se solidarizaban con ellos ante la pérdida de su bebé, contrario a lo que pensaron, nadie los criticó por mantener su relación oculta, por el contrario era parte del encanto que envolvía a la pareja, Brenda era la jefa de todos los gimnasios Warriors de los hoteles, todos los gerentes debían entregar cuentas a ella, Sebasthian viajaba seguido, como siempre y ella siempre lo acompañaba, muy pocas veces se separaban, cuando era ella quien tenía que viajar por su fundación, él la acompañaba. Después de 4 años que ahora llevaban de casados, decidieron
El combate había empezado y el contrincante de Sebasthian, el lobo Hati la joya del gym de Odín y mejor peso pesado acababa de machacar a Sebasthian, ambos peleaban con un short de licra, ambos altísimos y con el torso desnudo y muy musculosos, Sebasthian se levantó quedando de frente al público alumbrado por las luces del escenario, Brenda vio en sus oblicuos superior izquierdo un tatuaje, aunque no pudiera ver a esa distancia por los movimientos de Sebasthian, ella sabía exactamente lo que decía, era en honor a ella. — ¡Pégale duro Thor, tú puedes! Gritó Belinda emocionada, haciendo que todos la miraran sorprendidos. Sebasthian acertó 2 golpes que hicieron trastabillar a su contrincante, pero este logró tirarlo a la lona. Elena gritó y metió su cabeza en el pecho de Pablo que daba ánimo a su primo. —Escabúllete, ahora, utiliza tu rodilla —Brenda daba instrucciones en silencio, Sebasthian s
—Bienvenidos sean todos a este recinto, el Centro de ayuda Beatriz Méndez, lugar patrocinado por la fundación Guerreras Valkirias que hoy abrirá sus puertas a todas las mujeres y niños que necesiten de este espacio —Brenda con un vestido de coctel en color rojo con encajes en el corpiño y falda plisada estilo princesa en un podio inauguraba el que sin duda era un albergue importante para ella por estar en la comunidad donde creció, detrás de ella un ring de lucha vacío por el momento, el lugar era una fábrica abandonada y ahora después de los trabajos tenia área de gimnasio y recreación recinto más grande que era donde estaban, varias mesas con invitados especiales, la mayoría representantes de otras fundaciones, algunas personalidades del medio artístico que se identificaban con el propósito de Brenda, y por supuesto su abuela con Belinda y la familia Larsson un corresponsal de Discovery con su camarógrafo mandado por Mónica para promoción de la segunda temporada del progr
—Buenas noches… Brenda llegó al Välsmakande Caracas, cuando Elena la vio, corrió hacia ella dando un grito de alegría, pronto vio a todas partes, debía comportarse. —No me dijiste que llegarías hoy. —Querida hermana mayor, parece que se ha vuelto costumbre no contarnos las cosas. —Brenda ¿Cómo lo sabes? —Vamos a tu oficina para que conversemos mejor. Ya en la oficina y a salvo de ser escuchadas, Elena comenzó a disculparse, jugando con su cabello, como hacía cuando algo le avergonzaba. —Perdón Brenda, sí te lo iba a decir, pero cuando llegaras, no quería hacerte sentir mal. —Eres una tonta, yo no soy de cristal, además me encanta, este niño será mi primer sobrino, mi ahijado y mi consentido, yo no puedo sentirme mal, este bebé será el más consentido de la historia. —Cuéntame ¿Cómo te fue con S
Sebasthian la escoltó hasta la suite presidencial que estaba muy cerca un piso abajo, Brenda se sentía muy mal, sentía que lo había perdido y su orgullo la detenía aunque quería rogarle, aunque no podía frenar las lágrimas que salían una tras otra aunque estaba en silencio, Sebasthian llamó a la puerta y Belinda abrió, cuando los miró se apuró a retirarse, la cara de ambos mostraba lo profundamente heridos y rotos que estaban. —No llores por favor Brenda. —Estoy bien, solo que parece que toda una vida sin llorar ahora me pasa factura. —Volveremos a vernos. Brenda afirmó con la cabeza, Sebasthian quitó con su pulgar una lágrima errante en el rostro de Brenda, la soltó y le dio la espalda, las palabras surgieron de Brenda sin que ella pudiera detenerlas. —Solo dame una razón en verdad valedera para que me rechaces ahora. —Yo no te rechazo Brenda, deja de imagi
Sebasthian la escoltó hasta un ascensor y luego abrió la puerta de su suite, enorme como en todos sus hoteles, los colores dominantes eran el ocre y el verde, era una habitación de caballero, con algo de romanticismo medieval. —Adelante Brenda, ponte cómoda para que puedas seguir insultándome. —Mereces que te insulte —Brenda se sentó en un sofá verde, Sebasthian se arrancó la corbata y quitó el saco, continuó de pie. —Ilumíname… Brenda comenzó a gritar. —No se te ocurra ser condescendiente conmigo, el sarcasmo sobra. —Aquí lo que sobran son los insultos, me debes muchas explicaciones Brenda y ningún insulto. — ¿Qué yo te debo explicaciones? Que hace falta que te diga que tú ya no sepas. —Puedes empezar con explicarme por qué me ocultaste a mi hijo. —Yo no voy hablar de mi hijo… eso me duele demasiado.<
— ¿Hija te sientes bien? —Leticia estaba junto a Brenda en el auto, regresarían a Venezuela en una semana, habían dado un donativo a un albergue, estaban en Francia, en el albergue habían varias mujeres que recién habían dado a luz. —Sí abuela, solo que, cuando veo los bebes no puedo evitar pensar en el mío. —Sabes que los hijos que nacen después de una perdida los llaman bebés arcoíris, porque son eso, lo bello después de la tormenta, tu tendrás a tu bebé arcoíris. —No será lo mismo. —Claro que no, pero él sabrá llenar el vacío que sientes ahora. —No creo que eso sea posible, si eso llegara a ocurrir, su papá no sería Sebasthian. —Bueno hija él no ha mu
Cuando Brenda cumplió un mes de reposo mandó un mensaje a Sebasthian, era una cobarde, no se atrevía a llamarlo, entendía que él se hubiera alejado, no había un dia a un mes de la rueda de prensa que no saliera un reportaje, una crónica o una reseña de la historia de la descarriada Lorena García, incluso un programa de dramas de la vida real insistía a su abuela narrar la historia con actores representando la desgracia de su hija, Brenda no quería imaginar si en medio de todo eso estuviera el nombre de Sebasthian Larsson, Discovery la había entrevistado, su desgracia era un buen ejemplo para la fuerza y las dificultades de la mujer de hoy, Brenda terminó su compromiso para esa primera temporada de esa manera y renunció al programa, debía seguir renunciando a las cosas que le recordaran a Sebasthian, él sin duda decidió que lo mejor era olvidarla, ella lo intentaba, pero solo lo anhelaba cada vez más, Elena le dijo que Sebasthian no era el mismo, que se disculpó
—Pablo estaba preocupada, ¿Sebasthian cómo está? —preguntó Elena a Pablo, aunque Bernhard le había dicho que no se preocupara que ellos eran hermanos y siempre habían estado uno para el otro, ella solo quería que llegaran sanos y salvos. —Hola nena, mi amada y adorada esposa siempre preocupada. Pablo la besó, se quitó la ropa y entró a bañarse, Elena lo siguió al baño, desde la regadera le contestó. —Está bien nena, solo está borracho y con el corazón roto, se pondrá bien. —Me siento culpable. Pablo abrió la puerta de la ducha y sacó la cabeza mirando a Elena a la cara, tenía sus lentes de montura y los ojos hinchados. — ¿Por qué te sentirías culpable? Tú no hiciste nada. —Sebasthian tiene razón, no he sido su amiga, siempre he puesto a Brenda primero, aun sabiendo que sus planes son autodestructivos, fíjate ahora. —Sería buen