—Otro día pudiéramos hacer un viaje más largo y más cómodos en la BMW —dijo Sebasthian bajando de la moto después de que Brenda lo hiciera—, es agradable compartir con alguien que aprecie la adrenalina que da una moto.
—Me encantaría de seguro, gracias por el paseo, fue divertido.
— ¿Dónde aprendiste a conducir moto?
—Beatriz, fue también quien me enseñó a pelear, era una instructora de boxeo muy buena y tenía una Honda 750, pesada como un toro o a mí me lo parecía que era una adolescente flaquita.
—Mi papá me comentó que creciste con Elena en un orfanato, esperó no ser indiscreto.
—No te preocupes, mi hermana y yo llegamos muy pequeñas al orfanato de religiosas Sagrada Familia en Valencia, allí conocí a Elena, fue la primera niña en hablar conmigo.
— ¿Tu hermana, es mayor o menor?
—Menor, no por mucho, tiene 20 años.
Sebasthian pasó al Gym a las 2:30pm, una hora de poca afluencia de clientes, fue con su traje de saco y corbata, no pensaba entrenar, incluso pudo encargar que el mismo Ernesto diera la noticia, pero por deferencia a su gerente, iría el mismo, eso al menos es lo que pensarían todos, la verdad era que igual que un jovencito buscaba una excusa valedera para ver a Brenda. Al llegar a la recepción dijo a Sofía que llamara a todos los entrenadores al salón de aeróbicos que estaba desocupado a esta hora, Sebasthian entró directo y solo buscó a Ernesto, todos los entrenadores fueron llegando, Brenda entró casi de última y se mantuvo apartada del grupo de entrenadores que se acercaron a conversar con Sebasthian, finalmente Sebasthian pidió atención. —Señores, les pido disculpa por interrumpir sus actividades laborales, seré breve, Ernesto será trasladado a Milán, el gimnasio Warriors inaugurará sucursal en el Hotel Larsson Milán y confió en que Ernesto logre allá
Elena estaba atareada en el restaurante, y la mañana se le pasó muy rápido, al ver que las mesas se fueron llenando para el almuerzo miró su reloj de pulsera, eran las 12:15 y Brenda no había llegado, Elena comenzó a preocuparse, quería llevar ella misma la propuesta a Sebasthian, pero tenía mucho trabajo, decidió llamarlo por teléfono, su celular indicaba que estaba apagado, llamó a Brenda, el tono indicaba ocupado, le mandó un mensaje a Brenda. “¿Dónde estás? Ven rápido al restaurante, es urgente”. Brenda entró al restaurante a las 12:45. —Por fin llegas —dijo Elena desesperada, el restaurante estaba lleno—, ven rápido a mi oficina. — ¿Qué pasó, cual es la urgencia? —Apúrate que es tarde, tu teléfono estaba ocupado. —Estaba hablando con Belinda, no está en Valencia, anda en un retiro de la iglesia en Píritu Portuguesa —Elena apenas la escuchaba mi
—Estás loco, yo no puedo solo montarme a un avión e ir a Curazao. — ¿Por qué no? No tienes nada que hacer este fin de semana, esto no fue planeado, como te gusta. —Sabías lo que te traías entre manos cuando me invitaste a venir contigo. —Quería escuchar tu propuesta, pero tengo una cena importante hoy en curazao, si no quieres venir conmigo aquí tienes este auto, te llevara a donde quieras, incluso si quieres alcanzar a tu hermana en su retiro o ir a cualquier parte, el auto donde vino Justin se devuelve al hotel si quieres regresar, o puedes venir conmigo y acompañarme almorzar y luego seguir acompañándome hasta el domingo. —En Curazao. —Decídete mujer que debo irme. —Esto no es una buena idea, mira la ropa que llevo puesta. Me vestí para montarme en un autobús a Valencia, no en un avión a Curazao. —Tendrás todo lo que quieras,
Regresaron al hotel a lo que Sebasthian llamaba suite y que en realidad era una casa, a Brenda la esperaban en un largo perchero móvil al menos 15 vestidos cortos, cada uno de ellos con zapatos a juego, ya estaba oscureciendo, en 2 horas sería la cena, se podía decir que tenía el tiempo justo para arreglarse, Brenda escogió un vestido ceñido rosa pálido con matiz tornasol, la tela de por sí ya era de calidad, llegaba por encima de la rodilla, tenía un escote profundo en V, más el escote no era amplio, tenía clase sin caer en lo vulgar, las sandalias eran color champagne rosa, estaba terminando de secar su cabello cuando llamaron a la puerta, era Justin con un cofre, las joyas; Sebasthian se las entregó en el amplio baño de una de las habitaciones de abajo, Brenda se arregló allí ya que hay estaban los vestidos, ella lo vio acercarse por el espejo y lo recibió emocionada. — ¡Sí llegaron, ya creía que ese hombre no iba a traer nada! —
Muy dignos se levantaron y fueron caminando hasta el ala exclusiva de la familia, mientras caminaban Sebasthian llamó a su asistente. —Justin condena el acceso al personal en el ala familiar, no quiero a nadie cerca de mi suite hasta mañana cuando te llame —hizo una pausa, escuchando lo que su asistente decía—, buenas noches, descansa Justin. —Batman y Robín, o un Alfred joven —comentó Brenda burlándose. —De verdad que te encantan las películas. —Claro que me encantan, el cine y la televisión, me crié en un orfanato de religiosas, la televisión era solo un ratico para las niñas que se portaban bien, yo detesto portarme bien, nunca me dejaban ver televisión. —Yo tampoco te dejaré ver televisión. —Hoy no quiero ver televisión, hoy estoy dentro de la película. Al pasar la puerta de acceso al ala familiar y saberse completamente solos, Sebasth
— ¿Tienes mucho rato despierta? Brenda estaba recostada en el balcón viendo el mar, ya el sol estaba en lo alto, tenía puesto un traje de baño negro de 2 piezas.—No tanto, pero después de despertar tuve que levantarme. Sebasthian tenía un short impermeable playero ajustado en su cadera con su torso dorado al descubierto, cada musculo marcado con bellos más oscuros que su cabello, la moda insistía en hombres de pecho lampiño, pero Sebasthian era impresionante y solo se veía más varonil y sexi. — ¿Por qué no me llamaste? Es imperdonable que no te sintiera despertar —Sebasthian la abrazó y le dio un beso, la acomodó recostada en el pecho para que ambos vieran el mar—, me desperté y no estabas, pensé que finalmente me había vuelto loco de tanto imaginarte y que en realidad no estabas aquí. Brenda sonrió. —De no estar yo tenías opciones, de hecho tu publicista Agatha lo planeó con empeño. 
Cuando el catamarán los dejó en su playa privada ya el sol estaba en el ocaso. —Vamos a bañarnos —dijo Sebasthian—, cuando salgamos tendremos algo para cenar. —Ya hablaste con Bieber, pobre debe estar pendiente del teléfono, lo llamas a toda hora. —Pobre…, ese está disfrutando el hotel y las playas, es muy discreto, pero tiene en cada hotel chicas esperándolo. —Es un chico guapo, y es la mano derecha del jefe, cualquier mucama le haría ojitos. —Y él lo aprovecha y le pago bien, está contento con su trabajo. Sebasthian llenó el yacusi, ambos entraron, Brenda recostada del pecho de Sebasthian. —Me gusta esto —dijo Brenda. —En mi suite de Caracas el yacusi es más grande. —Con que quepas tú, yo me quedo encima de ti de todas formas. Sebasthian le enjabonó el cabello y el cuerpo,
—Bonito bronceado —le dijo Elena cuando vio entrar a Brenda al restaurante desde el recibidor del maître. — ¿Puedes ir a tu oficina? —Claro vamos. Ambas chicas fueron hasta la oficina de Elena, siguieron de largo el despacho y fueron al sofá. —Cuéntame —dijo Elena emocionada—, ¿Cómo lo pasaste en Curazao? —Buenísimo, como iba a ser, como el estúpido cliché de la empleada pobre que conquista al millonario. —Pero ¿estás contenta?, contigo nunca se sabe. —Estoy aterrada, porque estoy demasiado contenta. Elena dio un gritito con ambas manos en la boca riendo. —Dame detalles, y no seas negativa. Brenda le contó que buceo, que nad&oa