Regresaron al hotel a lo que Sebasthian llamaba suite y que en realidad era una casa, a Brenda la esperaban en un largo perchero móvil al menos 15 vestidos cortos, cada uno de ellos con zapatos a juego, ya estaba oscureciendo, en 2 horas sería la cena, se podía decir que tenía el tiempo justo para arreglarse, Brenda escogió un vestido ceñido rosa pálido con matiz tornasol, la tela de por sí ya era de calidad, llegaba por encima de la rodilla, tenía un escote profundo en V, más el escote no era amplio, tenía clase sin caer en lo vulgar, las sandalias eran color champagne rosa, estaba terminando de secar su cabello cuando llamaron a la puerta, era Justin con un cofre, las joyas; Sebasthian se las entregó en el amplio baño de una de las habitaciones de abajo, Brenda se arregló allí ya que hay estaban los vestidos, ella lo vio acercarse por el espejo y lo recibió emocionada.
— ¡Sí llegaron, ya creía que ese hombre no iba a traer nada!
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Muy dignos se levantaron y fueron caminando hasta el ala exclusiva de la familia, mientras caminaban Sebasthian llamó a su asistente. —Justin condena el acceso al personal en el ala familiar, no quiero a nadie cerca de mi suite hasta mañana cuando te llame —hizo una pausa, escuchando lo que su asistente decía—, buenas noches, descansa Justin. —Batman y Robín, o un Alfred joven —comentó Brenda burlándose. —De verdad que te encantan las películas. —Claro que me encantan, el cine y la televisión, me crié en un orfanato de religiosas, la televisión era solo un ratico para las niñas que se portaban bien, yo detesto portarme bien, nunca me dejaban ver televisión. —Yo tampoco te dejaré ver televisión. —Hoy no quiero ver televisión, hoy estoy dentro de la película. Al pasar la puerta de acceso al ala familiar y saberse completamente solos, Sebasth
— ¿Tienes mucho rato despierta? Brenda estaba recostada en el balcón viendo el mar, ya el sol estaba en lo alto, tenía puesto un traje de baño negro de 2 piezas.—No tanto, pero después de despertar tuve que levantarme. Sebasthian tenía un short impermeable playero ajustado en su cadera con su torso dorado al descubierto, cada musculo marcado con bellos más oscuros que su cabello, la moda insistía en hombres de pecho lampiño, pero Sebasthian era impresionante y solo se veía más varonil y sexi. — ¿Por qué no me llamaste? Es imperdonable que no te sintiera despertar —Sebasthian la abrazó y le dio un beso, la acomodó recostada en el pecho para que ambos vieran el mar—, me desperté y no estabas, pensé que finalmente me había vuelto loco de tanto imaginarte y que en realidad no estabas aquí. Brenda sonrió. —De no estar yo tenías opciones, de hecho tu publicista Agatha lo planeó con empeño. 
Cuando el catamarán los dejó en su playa privada ya el sol estaba en el ocaso. —Vamos a bañarnos —dijo Sebasthian—, cuando salgamos tendremos algo para cenar. —Ya hablaste con Bieber, pobre debe estar pendiente del teléfono, lo llamas a toda hora. —Pobre…, ese está disfrutando el hotel y las playas, es muy discreto, pero tiene en cada hotel chicas esperándolo. —Es un chico guapo, y es la mano derecha del jefe, cualquier mucama le haría ojitos. —Y él lo aprovecha y le pago bien, está contento con su trabajo. Sebasthian llenó el yacusi, ambos entraron, Brenda recostada del pecho de Sebasthian. —Me gusta esto —dijo Brenda. —En mi suite de Caracas el yacusi es más grande. —Con que quepas tú, yo me quedo encima de ti de todas formas. Sebasthian le enjabonó el cabello y el cuerpo,
—Bonito bronceado —le dijo Elena cuando vio entrar a Brenda al restaurante desde el recibidor del maître. — ¿Puedes ir a tu oficina? —Claro vamos. Ambas chicas fueron hasta la oficina de Elena, siguieron de largo el despacho y fueron al sofá. —Cuéntame —dijo Elena emocionada—, ¿Cómo lo pasaste en Curazao? —Buenísimo, como iba a ser, como el estúpido cliché de la empleada pobre que conquista al millonario. —Pero ¿estás contenta?, contigo nunca se sabe. —Estoy aterrada, porque estoy demasiado contenta. Elena dio un gritito con ambas manos en la boca riendo. —Dame detalles, y no seas negativa. Brenda le contó que buceo, que nad&oa
—Sebasthian cuéntame ¿qué pasó en Curazao? —Agatha insistió en que fuera, a mí no me pareció desde el principio, era el dueño de una empresa de representación con artistas de moda, quería hospedaje al mínimo costo o mejor dicho gratis para sus estrellas mientras estuvieran en gira y a cambio nos darían publicidad. Bernhard se echó a reír. —Nuestros hoteles ya pasaron esa etapa hace rato, es decir podemos hospedar a los artistas, pero con la apropiada negociación para obtener ganancias de ellos. —Fue exacto lo que dije y no llegamos a ningún acuerdo, no me pesa, esos mismos artistas vienen a los hoteles al finalizar su gira y pagan sin problema por nuestra atención, sin tener a la prensa intentando meterse hasta a la piscina. &mdash
—Dime preciosa, que tienes debajo de esa bata tan peculiar. —Solo mi biquini. —El mejor atuendo para celebrar. Sebasthian la sentó sobre sus piernas y la besó apasionadamente, se retiró solo para sacarle la bata por la cabeza y continuo besándola, paso el pulgar por el pezón de Brenda endureciéndolo con el contacto, Brenda puso las manos en la cara de Sebasthian pinchándose con la corta barba y se elevó empujándolo a sus pechos, Sebasthian los besó, los chupó, mordió y acarició con la lengua, Sebasthian rozó el satín blanco del biquini haciéndola temblar y gemir, Sebasthian retiró la mano, la miró intensamente y metió las manos en su cabello y volvió a besarla, pero esta vez con más necesidad, que importaba respirar, en la boca de Brenda estaba todo lo que lo mantenía vivo. Brenda lo abrazó por el cuello y se removió en la dura hombría de Sebasthian que gruño y se levantó con ella alrededor de sus caderas y la fro
Sebasthian estaba en un restaurante ubicado en un hotel de New York, su padre y él estaban desde hace tiempo en negociaciones para la compra de este hotel, estaba en Manhattan y no necesitaba de mucho, tenía buenas ganancias y 5 estrellas merecidas, el precio era astronómico y no faltaban ofertas, Bernhard era quien se encargaba de estas negociaciones, el conocido carácter jocoso de Bernhard era idóneo para cerrar negocios, era un encantador de fieras y lo disfrutaba, pero justo ese día salió rumbo a Europa, el dueño se comunicó con Bernhard y este mandó a Sebasthian, ahora el peso de esta oportunidad caía sobre sus hombros, debía poner en práctica todas las estrategias enseñadas por su padre, a Sebasthian le fue muy bien y el proceso de compra, venta empezaría, muy pronto sumarían otro hotel a sus propiedades, Sebasthian estaba muy contento, pensó en Brenda, le hubiera agradado traerla, en su currículo decía que hablaba perfectamente el idioma inglés, ya se retiraba de
Sebasthian acariciaba la espalda de Brenda masajeando suavemente con la crema que Brenda llevó, estaba avanzada la madrugada, él se volvía un volcán en erupción con ella y ella solo alimentaba su fuerza. — ¿Qué pensaste cuando te pedí que no hablaras? —preguntó Sebasthian. —Obviamente, supe que no estabas solo. —Pero quisiste salir corriendo, Brenda mi papá no vería mal que tú y yo estemos juntos. —Te imaginas que Berni me hubiera visto —Brenda empezó a reír. —Se hubiera comportado como un caballero y logrado que el momento no fuera tan incómodo, la verdad aprendí hace mucho que con mi papá hay que tocar puertas y anunciarse, he visto algunas escenas incomodas, aunque no me hubiera gustado que mi papá te viera tan provocativa. —No es raro que no quieras que me vean, los hombres son bestias celosas y primitivas. —Después de todo se trataba