CXXI Choque

Libi despertó en su cama y, durante el tiempo que su vista tardó en distinguir el color del cielo, pensó que seguía en la casa luminosa de Lituania.

El amargor en su boca la hizo toser, tenía el estómago revuelto, apretado.

Estaba desnuda.

Saber cómo había llegado a la cama o en qué momento se había quitado la ropa perdió prioridad al ver las marcas que convertían su cuerpo en un campo de batalla. Abrasiones en los brazos, rasguños en el vientre, moretones en las piernas.

Había sangre salpicada en la sábana justo donde estaba sentada.

Su respiración cada vez más agitada la mareó. Todo se puso negro y fue aclarándose a manchones mientras intentaba mantener la calma.

Se había dormido en la mesa, eso recordaba ella. Rafael iba a despedirse de Canela... ¡Iba a irse!

Estaban progresando. Lento. Tal vez demasiado lento, pero avanzaban. Ella había empezado a entregarse y lo haría mucho más, tal vez en la siguiente cita... Tal vez si no le hubiera dado tanto sueño.

Los tobillos se le dobla
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