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Capítulo 2 La cueva vanidosa de un P### lobo en celo

BRRR BRRRR

Alargo mi mano y apago el despertador en la mesita al lado de mi cama y me acurruco de nuevo.

BRRRR BRRRR

Que extraño, no puse una alarma ahora que lo pienso.

BRRR BRRR

Me levanto de un solo movimiento y miro mi teléfono.

[10 llamadas perdidas]

¡En la torre!

No tengo que revisar ni devolver la llamada, de inmediato al no responderle, aquel ser despreciable  me vuelve a llamar con insistencia.

— ¿Buen…?

— ¿Por qué no respondes?

¡Agh, qué altanero es!

—Estaba…

—Olvídalo. Tengo prisa así que te diré los detalles rápido.

—….

—Vamos a discutir los detalles de lo que has enviado hasta ahora.

— ¿Y qué tal estuvo? ¿Lo hice bien?

—Necesito discutir contigo algunos detalles de los personajes y también sobre el enfoque al público al que va dirigido.

Me rasco debajo la axila y luego la cara, después siento comezón en la nariz y mis ojos semi cerrados tratan de mantenerse abiertos en armonía.

—De acuerdo, entonces el martes puedo…

—Ahora mismo.

¡Aaaagh, si tan solo pudiera tener la forma de ahorcarlo a través de la línea telefónica!

— ¡Ah, justo a tiempo! — Dice el cabrón— Señorita Beckham, afuera del edificio de tu departamento te está esperando un taxi.

— ¡¿EH?!

—Tengo prisa, no lo hagas esperar porque me cobra por cada minuto que tardes, ponte algo adecuado y sal.

—Espe….

DUUUN DUUUN

Y me colgó.

—Vaya troglodita.

Me rasco la cabeza apenas procesando lo que me acaba de decir ese pedazo de altanero petulante. 

Si no entendí mal ¿me espera un taxi afuera? ¿Cuándo me avisó que haría eso?

Camino hacia la pequeña sala y miro por la ventana, en efecto, hay un jodido taxi ahí. ¡¿Qué me cree ese desgraciado?! Impaciente por seguir puliendo su historia a su gusto me ha enviado un taxi para que me lleve hasta su oficina como si fuera comida a domicilio.

—Vete a la m****a.

Esta vez no se saldrá con la suya. Voy a salir ahí, le diré al taxi que se regrese por donde vino y le diga a mi “jefe” que se pudra.

En cuanto salgo el taxista me suena el claxon y me pide que me apresure.

—Dígale a quien lo mandó que no voy a…

— ¿Qué espera, señorita? Súbase ya.

Otro impaciente de m****a.

—Espere, voy a cambiarme.

— ¡Cómo cree, señorita! ¡Ya llevo aquí esperando más de media hora! Me dieron la orden específica que en cuanto saliera del complejo departamental la llevara hasta su destino programado sin demoras.

¡P*** M4dr3!

Observo mi vestimenta, llevo pijama de conejitos y pantuflas.  No me pasé un cepillo por el cabello y ni siquiera tengo un desodorante cerca.  ¡Qué vergüenza me da solo pensar que al llegar me vean en esa facha todos en la oficina!

Espera, es sábado, se supone que hoy no abren la oficina.

Mi editor es un explotador laboral…

— ¿No va a subir o qué?

¡Bien, que se joda!

Es él quien me mandó a llamar sin avisar primero así que cualquier represalia debe ser contra él.

Cierro la puerta de mala gana y el taxista se me queda viendo.

¿Qué, se te perdió algo más P***jo?

Que poca empatía tiene la gente.

El taxista solo niega con la cabeza, acomoda el espejo retrovisor y echa a andar su carro.

Resignada veo mi reflejo en la ventana y como pasan los edificios frente a mi cada vez más cerca de mi destino a ser vista como una loca.

Cuando veo que estamos cerca de la calle donde se ubica la oficina me preparo para salir pero el automóvil no se detiene.

—Oiga, se pasó la calle.

—Sé perfectamente cuál es el destino, señorita.  Ya casi llegamos.

Me encojo de brazos y observo suspirando más calles y edificios pasar hasta que finalmente se detiene frente a un gran edificio con un lobo en el logotipo.

Es un Gimnasio de lujo.

¿Silivia…Gym?

— ¿No va a bajar, señorita?

— ¿Seguro que es aquí?

El taxista se encoge de hombros y alarga el brazo para abrirme la puerta.

En cuanto bajo siento la poderosa aura de testosterona en el aire, como un animal herbívoro observo el enorme edificio con ventanas que transparentan a hombres levantando pesas.  Sus paredes grises y su interior oscuro me recuerdan a una cueva. Doy pasos firmes y abro la puerta de vidrio y el aire acondicionado me hace temblar.

En cuanto entro escucho pujidos masculinos de tipos musculosos haciendo flexiones, lagartijas, levantamiento de pesas y otros sonidos que no reconozco.

Ah, esto debe ser como el club de Toby.

Todo ese ambiente masculino me hace pensar que es un lugar donde no se aceptan mujeres. Sin embargo, una voz suave y femenina me hace descartar esa idea.

— ¿Membresía?

La mujer me habla desde el mostrador con una sonrisa prefabricada de empleado modelo.

— ¿Es nueva en el club o ya está inscrita?

Repite sin perder su sonrisa falsa.

Si me ha preguntado por la membresía entonces no solo hay hombres en este club gym ¿entonces es mixto?

—No tengo membresía, vengo a buscar a alguien.

— ¿Tiene cita?

—No la tengo. Le decía que vengo a buscar a alguien, creo que es un miembro de su club, se apellida Eardwulf…

— ¡Oh, ese papi hermoso! ¡Justamente nos avisó que vendría alguien! —Contesta otra mujer que aparece detrás del mostrador.

Antes de babear como San Bernardo al sabrosear a mi jefe, se queda en silencio un momento y me mira de arriba abajo juzgando mi vestimenta. Niega con la cabeza y suspira.

—Está al fondo en la esquina derecha.

—Gracias.

Agradezco de forma respetuosa y camino lentamente.  Detrás de mi escucho a la recepcionista conversar con su compañera cuchicheando cosas como “Que desperdicio” y “La suerte que tienen las feas”

Deben estar chismorreando por el teléfono, tampoco es que me importe, solo que hablan demasiado alto para su intento de secreteo.

Sigo mi camino y el olor a sudor se vuelve intenso.

Todos esos hombres musculosos que parecen luchadores exudan su olor a macho con solo respirar.  Maldigo a mi olfato sensible pues comienzo a sentirme mareada y me dan ganas inmensas de vomitar.  

—Miren que mujer más buena está ahí.

Por un momento parece que me señala a mi aunque obviamente no soy yo quien ha captado su atención, cuando el otro hombre lo mira como diciendo “¿En serio eso se te hace que está de buen ver?” El hombre rectifica señalando uno de los pocos lugares donde una persona del sexo opuesto está sobre una caminadora mientras escucha música.

Su cuerpo es estilizado marcando sus glúteos con unos pantalones muy ajustados para atenuar su figura.

Lleva una coleta en el cabello dejando expuesto su largo cuello y su top deja ver su  prominente clavícula y medio pecho descubierto,  es tan corto que se le ve parte del vientre expuesto.

—Ufff que mujer, hoy la invito a salir.

—Ya te rechazó una vez.

—La tercera es la vencida. Aún no veía mis bíceps bien formados.

Los hombres parecen manada de lobos aullando por una hembra. Es demasiado asqueroso seguir escuchando así que acelero el paso hasta que llego a la alejada esquina.

Silivia... ¿Podría ser que viene de la palabra silver (plata)?

Un gym vip con instalaciones de lujo y toques plateados por todas partes. Si quedara en mí ponerle nombre sería la cueva del lobo vanidoso. Ya está, si la oficina de ese tipo es el Averno de Lupus está debe ser la cueva para resaltar su ego.

Finalmente diviso al macho alfa levantando una gran cantidad de pesas cuadradas jalando de una especie de manubrio como de bicicleta. No sé mucho de gimnasios ni mucho menos de equipos así que no es relevante para mí aprender sus nombres.

Las recepcionistas se asoman por la puerta señalando a mi Jefe y riendo como hienas.

Mi jefe las mira y les guiña el ojo haciendo que estas se alboroten más.

Qué asco de persona.

Luego de sonreírles como si fuera celebridad me voltea a ver de reojo borrando su sonrisa y con la mayor seriedad del mundo sin siquiera mirarme a los ojos me “saluda”

—Pensé que al verte tan flacucha y débil te habrán hecho un programa de ejercicios porque te has tardado una eternidad en llegar hasta mí.

—Pues ya llegué, ahora vamos a discutir los detalles...

—Hmm...

El lobo feroz me mira con decepción y suspira, luego vuelve a enfocarse en sus ejercicios mientras me habla con indiferencia.

— ¿Qué clase de desaliñado llega a un gimnasio llevando su ropa para dormir? Pensé que traerías algo más… adecuado.

¡¿Yo cómo iba a saber si es adecuado o no?! ¡Incluso si trajera ropa formal sería inadecuada para un Gym!

—No me dio el tiempo de cambiarme, me dijo el taxista que esas fueron sus órdenes.

—Vaya inútil.

¿Lo dice por el taxista o es por mí?

—Bien, siéntate ahí y haz un poco de ejercicio mientras charlamos.

— ¿Perdón?

—Incluso si llevas pijama supongo que puede servir.

—No vine aquí a hacer ejercicio... Dijo que quiere discutir sobre los detalles de la obra y algunos temas con los personajes e historia.

—Tch, no eres nada divertida— Después de chasquear la lengua, suelta la manija con estrépito y las pesas golpean con fuerza—De acuerdo, toma asiento aquí.

Me señala un banquillo al lado suyo y continúa levantando pesas que suben y bajan en barra mientras jala con sus brazos sin esfuerzo alguno.

Presumido, grosero de m****a.

—A tu historia le falta algo más picante.

— ¿Cómo qué?

—Hmmm... Es una historia de lobos, la sola idea de un alfa y una Omega no es suficiente.

Esta vez no digo nada, ya sé que quiere meterle algo más a la historia que seguramente no me va a gustar. Lo único que me queda es esperar a que lo diga y tener los ovarios de decirle que no de buena vez.

—Necesita ser más erótico y dirigirse a un público +18

—Eso sí que no.

¡Oh, sí lo dije en voz alta!

— ¿Por qué no? Esas cosas venden como pan caliente entre más contenido adulto tengan.

—Yo no escribo pornografía.

—No es pornografía, se llama erotismo.

—Es lo mismo, no tengo bases para escribir ese género.

—No me dirás que eres virgen, ¿o sí?

Me quedo callada y me ruborizo cuando deja el manubrio colgante y me mira directo a los ojos.

—No puede ser, ¿en serio?

Reitera con una fingida sorpresa como si no le sorprendiera en lo más mínimo.

—No estoy obligada a responder esa clase de preguntas, señor.

—Entonces si lo eres.

¡Eso es acoso sexual, hijo de fruta!

—Si lo soy o no eso da igual, no voy a escribir esa clase de...

—Te pagaré el doble con otro adelanto.

“¿Que tan sucio lo quiere?”

Por suerte eso no lo he soltado en voz alta.

—Por tu silencio creo que has aceptado ¿Cierto?

Lo odio.

—Bien entonces agrega en el género de tu libro que es un +18. Con ese elemento tienes garantizado al menos un par de lectores más que se quedarán por ese detalle.

Ugh, como odio necesitar dinero.

—Ahora sobre los protagonistas, creo que la Omega es poco atractiva.

— ¿En qué no es atractiva? Es una hermosa pelirroja de largos cabellos, piel blanca como porcelana y ojos verdes grandes ultra brillantes.

-¿Y su cuerpo?

— ¿Perdón?

—No veo en la descripción de personaje sus medidas y su cuerpo ¿De qué tamaño tiene el pecho? ¿Es de caderas anchas?

¿Qué clase de preguntas son esas?

—Escucha, el protagonista por alguna razón le has puesto exactamente con pelos y señas su apariencia física pero a la protagonista apenas y la describes— Me mira por fin directamente y vuelve a enfocarse en sus pesas. —Es una historia erótica así que necesitas describir más sus cuerpos para la imaginación del lector.

Oh, en eso tiene razón aunque suena como un mujeriego creo que lo he juzgado mal por sus preguntas que aparentan acoso sexual.

—Piensa en eso y podemos pulir ciertos detalles.

—De acuerdo.

Continúa bajando y subiendo los brazos de forma rítmica e hipnótica. Hablando de cuerpos… ¿No están ya demasiado marcados sus músculos? Ha sudado tanto que se le transparenta la camisa y puedo ver toda la forma…

Se le ha pegado como miel…

—Entonces lo hablaremos mañana a las 7am en el gimnasio, haré que te entreguen la membresía antes de las 6pm, pasaré por ti a las…

— ¿Membresía?

Mi jefe para de hacer sus pesas y me mira como si fuera un marciano.

—Para el gimnasio ¿dónde más?

— ¿Por qué necesito una membresía?

—Si vas a escribir historias medio decentes tarde o temprano tendrás lectores y quizá firma de autógrafos. Venderás más si tienes buen cuerpo y te ves menos... Tú.

¡DESGRACIADO!

—Espere ahí mismo. Escribo o voy al gimnasio, no puedo hacer las dos al mismo tiempo porque todo mi enfoque lo pondré únicamente en mi libro, en nada más.

—De acuerdo. Entonces sobre la alimentación que has estado llevando...

— ¡Eren! No sabía que vendrías hoy, de haberlo sabido me pongo algo mejor.

La rubia despampanante, a la que le aullaban los fortachones primicia de macho de hace un rato, se acerca a mi Editor con la excusa de que lo ha visto de casualidad.

—Je je, siempre te encuentro en momentos inesperados debe ser obra del destino.

Seguro lleva buen rato en esa caminadora en el mismo edificio que él, por tanto ha estado orquestado todo desde antes.

Encuentro por obra del destino mis calzones.

-Ah, Señorita Beckham, ella es Frida. Es la autora de “Lobos en brama” es muy buena deberías aprender de ella.

Vaya título.

Ahora entiendo por qué insiste tanto en que escriba una novela para adultos, son las porquerías que edita ese libidinoso.

—Mucho gusto…

— ¿Qué obra has escrito tú?

— ¿Eh?

—Bueno, si estás con Eren aquí es porque... Ejem, tienes reuniones para "discutir" detalles sobre la historia.

Nooooooooup….

Pienso como burla.

Eren me mira y se pone pálido, creo que he expresado todo mi asco al verlo zorreando con esa tipa.

Ahora entiendo por qué me compara con esas autoras, quiere que vaya al gimnasio para que me pueda moldear a su gusto… Se está acostando con todas.

Degenerado asqueroso.

— ¡Ah, señorita Beckham!

— ¿Necesita algo más, señor?

—Sobre el tema de la alimentación quería...

— ¡Eren Eardwulf, por fin te vuelvo a ver por aquí! Desde esa noche no me has vuelto a llamar...

Una mujer de pechos aún más grandes que los de Frida saluda enérgicamente, su cabello es pelirrojo y sus ojos azules. Se queda callada cuando nota la presencia de la otra rubia de ojos verdes.

—Oh, Frida— La mujer la abraza de una manera demasiado íntima— ¿Cómo has estado?

No me dirá que hizo un trío con esas dos porque voy a vomitar aquí mismo.

—Oh, ¿Y tú eres…?

-Cad Ence, adivino... ¿Eres autora de una novela en la plataforma EarthMyStory?

-Sí, soy la autora de Pasión Licana y Alfa no me toques ahí.

Sonrío tranquilamente al notar que este cabrón es un mujeriego que se plancha a sus escritoras, menos mal que no le atraigo porque ya lo tendría queriendo comerme también y por lo visto en club sándwich.

—Bien, tengo mucho por escribir así que me retiro.

— ¡Señorita, Beckham!

Me doy la vuelta, doy unos cuantos pasos, luego recuerdo algo y me detengo.

—Ah, cierto. Por favor quiero que se abstenga de molestarme durante el proceso creativo ya que no quiero distracciones.

Lo volteo a ver y creo que logro disimular mi desprecio por ese tipo.

—Eso incluye hacerme venir aquí en taxi o buscarme personalmente para discutir temas que bien podría hacer por teléfono. No quiero interrumpir sus... "Reuniones" tan “dedicadas” a sus autoras.

—Cad...

No dejo que me diga nada más y salgo de ahí controlando mis ganas de destrozarlo entero por hacerme perder el tiempo y desgraciar mi día libre.

Cuando salgo del edificio maldigo para mis adentros al recordar que por andar con todo este jaleo sin sentido, olvide traer mi cartera.

Puta madre ni para pagar el autobús tengo.

Miro hacia atrás pensando en sí puedo tragarme el orgullo y regresar a exigirle el dinero para el taxi de vuelta Pero me contengo.

¡Que se jodan todos ustedes!

Prefiero irme a pata que seguirme arrastrando y bailando al son de ese pendejo que se siente el gran editor por la gran proeza de meter en su cama a sus autoras designadas. ¡Maldito asco!

Si por un momento lo creí decente ahora más que nunca sé que ese editor de pacotilla es un niño mimado aprovechando el nepotismo que lo ha puesto en ese inmerecido lugar.

Y todavía tuvo los huevos de preguntarme si soy virgen.

Me sacudo los brazos y barro la piel chinita que se me puso de solo pensar que hubiera la mínima posibilidad de que me estuviera aventando los lobos.

Es imposible,  se nota que su gusto retorcido es por tetas grandes y trasero voluptuoso, ni de broma tengo un tercio de ese monumento visual.

Soy escritora no modelo de pasarela.

Mientras discuto conmigo misma y me ahogo en mi propia bilis el taxista de hace un momento me suena el claxon.

Otro vulgar de m****a.

—Señorita, me dieron la orden de llevarla al mismo punto donde la recogí.

Solo de escuchar la palabra “coger” hace que me hierva la sangre.

—Dígale a su jefe que no soy su puta ni su chica de llamada para que me traiga en un taxi como si fuera su comida para llevar.

Ahora sí estoy furiosa.

¿Quién se cree?

Primero me hace llamar para obligarme a escribir otro género indeseable para mí en la misma novela de m****a que no quería hacer desde el principio. Luego me hace ir a su cueva de la vanidad para intentar clavarme una membresía porque según sus estándares cochinos no tengo suficiente sex appeal, se pone a sus zorras en las piernas mientras me desfila lo que cree una verdadera mujer y para colmo son escritoras en la misma plataforma que yo como diciendo "esto es talento, no tus historias de cuarta fracasadas"

¡Maldito hijo del nepotismo!

Mientras camino tratando de llegar a pie hasta mi departamento, que queda bien perramente lejos, un aroma muy familiar me detiene.

Miro a mí alrededor Pero esa persona indeseable no se encuentra por ningún lado.

— ¿Le gusta? Es una imitación del perfume para caballeros, se llama Armandi.

La señorita me entrega una muestra en la mano y la acepto por cortesía, luego continuo caminando hasta que muy entrada la noche finalmente llego a mi departamento.

—Señorita del piso tres...

— ¡Ahora no, por favor, señora!

No suelo hablar golpeado a las personas pero mi nivel de estrés ya está por las nubes.

Subo la escalera hasta llegar a mi departamento en la planta alta y en cuanto abro la puerta noto el diminuto frasco que me regaló la señorita en la calle frente a un local de perfumes de imitación a marcas de lujo.

Su olor es el mismo.

Atomizo dos veces sobre una almohada que acomodo cuidadosamente frente a la puerta.

Visualizo al dueño de esa fragancia impúdica…

Y la agarro a puñetazos.

-¡Ojalá se te caiga el pene, animal!

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