"Un Amor que desafía los límites" nos sumerge en un mundo turbulento, donde la pasión choca con los desafíos morales. Ximena, una joven de 18 años que regresa del extranjero, descubre que su madrastra, Camila, se ha casado con Alejandro, un atractivo y exitoso hombre de 30 años. Lo que ambos desconocen es que un dia atrás tuvieron un encuentro salvaje en una discoteca, sin saber que Ximena era la hija de Camila. Ante la verdad que surge, Ximena y Alejandro se enfrentan al dilema de que su amor es inapropiado y moralmente incorrecto. A pesar de esto, la atracción que sienten uno por el otro es irresistible. La intensidad de sus sentimientos los consume y se ven arrastrados hacia una pasión que los lleva al borde de sus deseos. Sin embargo, sus emociones se entrelazan con los obstáculos impuestos por la sociedad y la ética. Aunque Camila sospecha de los sentimientos compartidos entre Alejandro y su hijastra, decide ignorar las señales. Mientras tanto, Lucas, el novio de Ximena, también juega un papel sorprendente en esta turbulenta historia, ocultando sus propios deseos y contribuyendo aún más al conflicto. "Un Amor que desafía los límites" explora los límites del deseo y la moralidad, confrontando las consecuencias que un amor prohibido puede acarrear. En un mundo donde las normas se desdibujan, los personajes se ven obligados a enfrentar decisiones difíciles en su lucha por amar en contra de lo establecido. Este camino está lleno de desafíos, sacrificios y revelaciones que llevarán a un emocionante e inolvidable desenlace.
Leer másLas tardes en la cabaña seguían transcurriendo en relativa paz, pero la tensión subyacente entre Alejandro y Lucas era intensa. Ambos sabían que, eventualmente, tendrían que discutir sobre sus sentimientos por Ximena y encontrar una manera de manejar la situación sin que se saliera de control. Aunque intentaban mantener las apariencias, cada mirada, parecía estar cargado de un significado más profundo y a menudo contradictorio.Una noche, después de una cena tranquila, Alejandro y Lucas se encontraron a solas en el porche, mirando el lago en silencio. Las estrellas comenzaban a aparecer en el cielo, reflejándose en el agua tranquila. El ambiente era sereno, pero la tensión entre ellos era palpable. Finalmente, Alejandro rompió el silencio, firme pero calmado.—Lucas, tenemos que hablar sobre Ximena —dijo inquebrantable pero sereno, como si hubiera estado practicando esas palabras en su mente durante días.Lucas asintió, anticipando la conversación que ambos habían estado evitando. Sab
Ximena cerró la puerta de su habitación tras ella, tratando de calmar los latidos frenéticos de su corazón. La conversación con Alejandro la había dejado más confundida que nunca. No podía negar que aún había algo en él que la atraía, pero también sentía una conexión profunda y genuina con Lucas. Necesitaba claridad y tiempo para pensar, pero en esta casa, el tiempo parecía ser un lujo del que no disponía.A los pocos minutos, Ximena escuchó el sonido del motor de un coche. Al mirar por la ventana, vio que Lucas regresaba de la universidad, su expresión reflejando tanto alivio como cansancio. Bajó las escaleras rápidamente para recibirlo, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad al verlo de nuevo.—Lucas, ¿cómo te fue? —preguntó Ximena mientras él entraba, cerrando la puerta detrás de él.—Bien, terminé todos mis exámenes por hoy. ¿Tú cómo estás? —respondió Lucas, acercándose a ella y envolviéndola en un abrazo protector.—He tenido un día un poco complicado, pero estarás aquí me hac
Después de compartir un momento de cercanía, decidieron bajar, ya que no podían estar ocultándose de Alejandro todo el tiempo. Para su sorpresa, Alejandro no estaba en la casa.Decidieron explorar y se toparon con una habitación donde había varias cámaras de seguridad que enfocaban el patio, la entrada principal, el garaje, el patio trasero y algunas partes de la casa, como los pasillos y la cocina, pero no las habitaciones.—Esta casa está altamente vigilada. Cada rincón está protegido, y ante la presencia de intrusos, se activa una alarma silenciosa que alerta directamente a un dispositivo en mi celular. También se las instalaré en el de ustedes —explicó Alejandro deteniéndose en la entrada de la habitación, donde las pantallas de monitoreo mostraban las diferentes áreas de la propiedad.Lucas y Ximena asintieron en respuesta, observando con atención el sistema de seguridad mientras Alejandro continuaba con las explicaciones.Después de entregar sus teléfonos a Alejandro para que in
—Ella no se irá a vivir contigo. Sé que tienes intenciones ocultas hacia Ximena. Ella es mi novia, así que aléjate de ella —pronunció Lucas, con evidente molestia en su tono.—Lucas, me importa una mierda si es tu novia o no. Lo único que me importa es su seguridad, y contigo no estará segura jamás —respondió Alejandro, sin titubear, con su mirada desafiante hacia Lucas.—¿Contigo sí? ¿Recuerdas que le diste la espalda cuando ella más te necesitaba? —Lucas miraba a Alejandro, y este le devolvía la mirada con la firmeza de dos titanes enfrentados.—¡Ya basta! Por si no se han dado cuenta, estoy aquí —pronunció Ximena, interrumpiendo la tensa disputa. —Lucas, sé que intentas protegerme, pero bien sabes que anoche tuve el presentimiento de que alguien entró a casa. Sé que no estoy segura ahí. Creó que la única opción es lo que dice Alejandro.—¿Qué dices? ¿Ir a vivir con él? —preguntó Lucas, con incredulidad.Ximena tomó un momento para reflexionar, luego fijó su mirada en Alejandro, qui
Ximena se sentía nerviosa mientras caminaba hacia la universidad junto a Lucas.Habían estado discutiendo sobre la necesidad de mejorar la seguridad en su casa, pero nunca imaginaron que el peligro los seguiría hasta el campus universitario.El rugido repentino de un motor cercano llamó su atención, y Ximena se giró instintivamente para ver un auto que los seguía de cerca. Su corazón empezó a latir con fuerza mientras trataba de ignorar el sentimiento de paranoia que se apoderaba de ella.Al llegar a la universidad, el ambiente parecía tenso. Los estudiantes se movían con cautela, y Ximena notó a Paulina acercándose con paso decidido, acompañada por un grupo de amigas. Su mirada era fría y desafiante.—¡Ximena, tú y yo tenemos cuentas pendientes! —exclamó Paulina, con su voz llena de rabia contenida.Ximena tragó saliva, preparándose para lo peor. Sabía que no iba a ser una conversación pacífica.—¿Qué es lo que quieres, Paulina? —preguntó Ximena, intentando mantener la calma a pesar
—Alejandro me confesó toda su historia con Xiomara, Paulina, y la búsqueda de venganza que emprendía. Me advirtió que estamos en peligro, especialmente por la obsesión de Paulina hacia él, y que podríamos correr peligro si nos acercamos a él. Pero el también quiere protegerme, Lucas, Alejandro ha dicho que me ama, y está arrepentido de todo lo que me hizo, pero yo ya me he enamorado de tí.Lucas frunció el ceño mientras asimilaba las palabras de Ximena.—Entiendo. Haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte, Ximena. No permitiré que nada te suceda —pronunció Lucas con firmeza. —Ximema ¿En verdad ya no lo ama?Ximena asintió, agradecida por la promesa de protección de Lucas. Sin embargo, la preocupación aún se reflejaba en sus ojos.—Ya te dije que yo te amo a tí. ¿Qué planeas hacer al respecto? —preguntó Ximena, buscando una solución a la situación amenazante que enfrentaban.Ximena asintió con gratitud, sintiendo un poco de alivio al saber que contaba con el apoyo de Lucas. Ju
—Bernardo... comenzó a desgarrar la ropa de Xiomara, dejándola completamente desnuda. Se quitó el cinturón y bajó sus pantalones. Se subió sobre ella y abusó de Xiomara. A pesar de mis súplicas y las de ella, él no se detuvo. La tomaba con fuerza. Xiomara dejó de gritar en cuestión de minutos. Solo se quedó en silencio mientras las lágrimas descendían por sus mejillas. No pude hacer nada por ella ni por mi hija. Bernardo le dio la vuelta y la aplastó, sin importarle su embarazo. Xiomara se desangró. Después de terminar con ella, se ajustó la ropa y comenzó a patearla. Luego, se acercó a mí y me desató. Dijo que me dejaría despedirme de Xiomara solo si lograba llegar a ella. Varios de los hombres de su grupo comenzaron a golpearme en la espalda con palos. Llegué arrastrándome hasta donde estaba Xiomara y la abracé. Su respiración era irregular y su mano subió a mi mejilla ligeramente. Dijo algo sin emitir palabras y su mano cayó con fuerza. Cerró los ojos para no abrirlos jamás. Ese dí
—Pues empieza, debo volver a casa. No quiero preocupar a Lucas —dijo Ximena, indicando que quería seguir escuchando.Alejandro asintió y comenzó a salir del sótano, con Ximena siguiéndolo de cerca. Juntos caminaron hacia la cocina.La casa ya había sido reparada en algunas áreas y estaba semi habitable. Alejandro solía venir de vez en cuando para darle mantenimiento, por lo que había comida en la nevera y agua potable.Una vez en la cocina, Alejandro se sentó en una silla y comenzó a contar la historia.—Xiomara y yo nos conocimos en la universidad, como te conté antes. Un día se me ocurrió llevarla a casa para que conociera a mis padres. Paulina la puso a prueba y la convenció de que se vistiera de una forma más sofisticada, aunque no era su estilo. A ella le encantaban los pantalones y odiaba los vestidos. Cuando estaba lista para conocer a mis padres, nos reunimos en la cocina para disfrutar de la comida.Alejandro continuó, recordando aquellos momentos con nostalgia.—Xiomara no t
—Tú no lo amas, Ximena. Tú aún me... —empezó Alejandro, pero sus palabras se vieron ahogadas por la frustración en la voz de Ximena.—¿Yo aún amarte a ti? Por favor, Alejandro, no me hagas reír. ¿Por qué me trajiste a tu casa? ¿Para hablar de tu gran amor por Xiomara? ¿Para decirme que solo fui tu amante y nunca llenaría los zapatos de esa mujer? ¿Para decirme que mi hijo era un bastardo y no merecía vivir con una madre como yo? ¿Para alegrarte de que no pueda tener más hijos y así no traer más personas como yo a este mundo? Todo el mundo me juzga sin saber realmente lo que siento —dijo Ximena, con frustración, mientras el viento agitaba su cabello y el sol del atardecer la perfilaba.Alejandro suspiró, sintiendo el peso de las palabras de Ximena, y la observó en silencio por un momento, sin saber qué decir.—Ximena, lo siento de verdad. Entremos y hablemos dentro de la casa —propuso Alejandro, intentando calmar la situación, con una mirada llena de angust