Ximena, ya no podía ocultar lo que sentía por Alejandro, a pesar de haber intentado evitarlo durante días. Siempre había un momento en el que se encontraban y las miradas entre ellos eran más que evidentes. El deseo que se tenían el uno por el otro no podía ser callado.
En una tarde soleada, mientras Camila, les informó que tendría que ausentarse por un viaje de trabajo, Alejandro suspiró de satisfacción al saber que tendría suficiente tiempo para acercarse a Ximena y convencerla de vivir su pasión en secreto.Después de que la madre de Ximena se marchara, Alejandro aprovechó para ingresar sigilosamente a la habitación de Ximena. Ella estaba sentada frente a su ordenador, absorbiendo su atención en una tarea universitaria. Alejandro, con manos temblorosas por la emoción, cerró el portátil de Ximena.—Tenemos que hablar —dijo Alejandro, con una voz cargada de anhelo, mientras acariciaba con ternura el rostro de Ximena.Ximena levantó la mirada hacia él, con sus ojos llenos de conflicto y deseo. Sabía que debía resistirse, pero también era consciente de que su resistencia estaba desvaneciéndose en cada encuentro furtivo que tenían.—Alejandro, esto no está bien, somos una familia. No podemos traicionar a mi madre de esta manera —contestó Ximena, con la voz temblorosa.—Lo sé, Ximena. Pero el corazón no entiende de normas ni de moralidad. Solo entiende el deseo y la conexión que tenemos.Sus miradas se encontraron nuevamente, ahora cargadas de pasión y anhelo.Sin más palabras, Alejandro atrajo a Ximena hacia sí y comenzó a besarla con una intensidad imparable. Sus labios ardían de deseo, y el abrazo que los envolvía era un torbellino de emociones encontradas.Ambos se perdieron en ese beso apasionado, explorando cada rincón de sus bocas con urgencia. Sus cuerpos se enredaron en una danza llena de deseo desenfrenado, mientras sus manos exploraban cada centímetro de piel. La habitación se llenó de gemidos susurrados y respiraciones entrecortadas, revelando la lucha interna que estaban viviendo.Pasaron dos días más inmersos en un torbellino clandestino de amor y pasión descontrolada. Las conversaciones íntimas se entrelazaban con los encuentros apasionados, cada palabra susurrada reforzando el secreto que compartían.Alejandro convenció a Ximena de que debían arriesgarlo todo por esa pasión desbordante, ocultando su relación a ojos de Camila.En cada encuentro, sus cuerpos se volvían uno solo, dejando en susurros el amor que no podían expresar abiertamente. La clandestinidad les daba un poder único, pero también se convertía en un peligro inminente que amenazaba con destruir todo lo que conocían. Sabían que estaban jugando con fuego, pero no podían resistirse a la atracción que los unía.Y así, en un amor prohibido, Ximena y Alejandro se aferraron a su secreto, dispuestos a enfrentar las consecuencias si alguna vez eran descubiertos. En su desesperado intento de vivir su deseo a escondidas, se perdieron en las vibraciones de la pasión, sin saber qué depararía el futuro para ellos.Mientras tanto, en medio de las paredes de aquella casa familiar, Alejandro y Ximena encontraban la manera de alimentar su pasión prohibida. Se buscaban en rincones ocultos de la casa, donde podían entregarse a momentos cargados de deseo.Una tarde calurosa, mientras Alejandro trabajaba desde su oficina en casa, recibió un mensaje de texto de Ximena.La joven sugería un encuentro en su habitación, advirtiéndole que debían ser cautelosos como siempre. Alejandro, con el corazón acelerado, respondió ansiosamente aceptando la invitación.—Estoy deseando verte —escribió Alejandro en respuesta mientras intentaba mantener la concentración en su trabajo.Sigilosamente, Alejandro se aseguró de que Camila estuviera ocupada en el jardín y se dirigió hacia el segundo piso.Al llegar a la habitación de Ximena, sus miradas se entrelazaron con un deseo incontenible. Sus cuerpos se abrazaron con pasión y sus labios se encontraron en un beso apasionado, transmitiendo la pasión acumulada en secreto durante tanto tiempo.—Mis pensamientos están llenos de ti cada segundo del día —susurró Alejandro mientras acariciaba el suave rostro de Ximena.—Alejandro, no podemos seguir así, es arriesgado —respondió Ximena entre suspiros entrecortados.Aunque cada encuentro era más arriesgado, Alejandro y Ximena no podían resistirse el uno al otro. Cada vez que surgía la oportunidad, se entregaban al placer sin restricciones, sin importarles las consecuencias de lo prohibido.—Debemos ser más cuidadosos, no podemos permitir que nadie nos descubra —advirtió Alejandro.—Lo sé, pero no puedo evitarlo —susurró Ximena mientras se aferraba a él con fuerza.Sin embargo, a pesar de la aparente habilidad de Alejandro para engañar a su esposa, algunos detalles comenzaban a pasar desapercibidos para Camila.Notaba que su hija y su esposo tenían un extraño brillo en los ojos después de pasar tiempo juntos, pero atribuía esa felicidad a la buena relación que creían tener.En su desesperada lucha por ser cautelosos y mantener su secreto oculto, Alejandro y Ximena se deslizaban entre las sombras de la casa, encontrando cientos de maneras de entregarse sin levantar sospechas.—Mientras estemos juntos, todo vale la pena —susurró Alejandro mientras Ximena lo miraba con ojos llenos de pasión.Mientras el peligro de ser descubiertos crecía con cada encuentro, Alejandro y Ximena se arriesgaban cada vez más. Pero, ¿hasta cuándo podrían continuar ocultándose?En una tarde Ximena se reunió con Lucas en un tranquilo café de la ciudad. Ambos se sentaron en una mesa apartada, donde pudieran hablar en intimidad.Ximena sabía que tenía que actuar con cautela para evitar que su madre, sospechara algo sobre su relación con Alejandro.Lucas sostenía la mano de Ximena con ternura mientras hablaba.—Ximena, entiendo que estás en una situación difícil. Quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte y que siempre he deseado tu felicidad.Ximena miró a Lucas con gratitud y un atisbo de tristeza. Ya que ella le seguía diciendo que las cosas entre ella, su madre y Alejandro no iban bien.—Lucas, eres una persona maravillosa y siempre has sido un gran amigo para mí. No quiero perderte, pero también necesito resolver esta complicada situación en la que me encuentro, con mi madre y su nuevo esposo.Lucas asintió, comprendiendo la difícil decisión que Ximena enfrentaba.—Te entiendo, Ximena, y no quiero presionarte. Solo quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que decidas.Ximena suspiró, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus hombros. Sabía que no podía prolongar más la situación.Después de despedirse de Lucas, Ximena se encontró con Alejandro en un lugar tranquilo y apartado. Ellos sabían que estaban arriesgando mucho al seguir viéndose en secreto, pero el deseo y la pasión que los unía era más fuerte que cualquier otro obstáculo.En cuanto sus miradas se encontraron, toda duda desapareció. Ellos llevaban en sus ojos el fuego que les hacía arder en deseo el uno por el otro. Alejandro acarició suavemente el rostro de Ximena y la besó con una pasión incontenible.Los momentos que compartieron eran intensos y llenos de deseo desenfrenado. Ximena se llenaba de culpa, pero también disfrutaba cada caricia, cada beso, cada instante en los brazos de Alejandro. Era una lucha interna constante, debatida entre el amor prohibido y la necesidad de mantener las apariencias para proteger a su madre.Para alejar las sospechas, Ximena decidió establecer una relación con Lucas. Aunque sus sentimientos por él eran genuinos, estaba claro que Lucas no podía llenar el vacío que Alejandro ocupaba en su corazón. Pero por el momento, era la decisión más adecuada para desviar cualquier sospecha de que ella y su padrastro mantenían una relación clandestina.A medida que los días pasaban, Ximena se encontraba cada vez más involucrada en su nueva relación con Lucas. Trataba de mantener un equilibrio entre su amor prohibido con Alejandro y la relación que había establecido con su amigo de toda la vida.Sin embargo, el amor verdadero no podía ocultarse durante mucho tiempo.Los encuentros apasionados y secretos entre Ximena y Alejandro se volvieron más difíciles de mantener en la clandestinidad, mientras que la relación con Lucas comenzaba a sufrir debido a la falta de sinceridad de Ximena.Camila había perdido la cuenta de cuántas veces había tenido que salir de viaje debido a su trabajo como aeromoza.La vida nómada se había convertido en su rutina, pero siempre se sentía tranquila al saber que su hija Ximena estaba en buenas manos junto a su esposo Alejandro.Con el tiempo, Camila notó que Alejandro y Ximena estaban cada vez más cercanos. Era evidente que su hija estaba aceptando a Alejandro como su figura paterna y eso le causaba una gran felicidad. Sin embargo, lo que Camila no sabía era lo que sucedía en la soledad de su hogar cuando ella se encontraba ausente.Cada vez que Camila partía en uno de sus viajes, Alejandro y Ximena se dejaban llevar por la pasión y la atracción que había crecido entre ellos.A pesar de los momentos románticos que Alejandro tenía con Camila de vez en cuando, no podía negar que su trato hacia ella había cambiado. Ya no la trataba con la misma atención y cariño que solía tener al principio de su relac
Camila se encontraba sumida en un estado constante de desasosiego.Los encuentros cada vez más frecuentes y cercanos entre Alejandro y Ximena habían despertado en ella un sentimiento de celos que no podía ignorar.Cada vez que los veía sonriendo o compartiendo miradas, la sospecha se apoderaba de su mente y el desasosiego se convertía en una carga insoportable.Aquella tarde soleada, mientras Camila paseaba por el parque, se detuvo bruscamente al avistar a Alejandro y Ximena caminando juntos. Los dos parecían completamente absortos el uno en el otro, con una cercanía que iba más allá de una simple amistad. El corazón de Camila latía desbocado y decidió acercarse para confrontarlos.—¿Alejandro? ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Camila con voz temblorosa, tratando de controlar las emociones que la invadían.Alejandro soltó rápidamente la mano de Ximena y respondió apresuradamente:—Oh, Camila, solo le estaba quitando una astilla d
Ximena llegó agotada a casa después de un largo día en la universidad. El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas. Al entrar a la sala, encontró a su madre, Camila, inmersa en su rutina de revisar cuentas. La habitación se iluminaba con la suave luz de una lámpara de mesa, mientras que el sonido del rasgueo de una pluma y el tecleo de una calculadora llenaban el ambiente.Manteniendo silencio, Ximena observó a su madre perdida entre montones de papeles y documentos organizados meticulosamente. Camila lucía agotada, con algunas arrugas de preocupación marcadas en su rostro. Su cabello castaño, estaba recogido en un desordenado moño. Parecía concentrada pero también abrumada por las responsabilidades financieras que cargaba sobre sus hombros.—Ximena, hija, ¿estás bien? —preguntó Camila, interrumpiendo su tarea momentáneamente para echar un vistazo a Ximena.Ximena se acercó lentamente a su madre, sintiendo el cansancio en cada paso. Se
Horas antes, Alejandro y Ximena estaban tan absortos en su animada conversación que no se dieron cuenta de que Lucas había pasado por el lugar con sus amigos.El bullicio del café no pudo eclipsar su complicidad, mientras reían y gesticulaban con entusiasmo.Parecía que la reunión con sus padres no se había llevado a cabo y Lucas había estado llamando a Ximena durante horas, pero ella no respondió el teléfono.Lucas, desde lejos, observaba intrigado la escena, con el ceño fruncido y una mezcla de emociones encontradas en su rostro. Se sintió invadido por una extraña sensación de incomodidad al ver a Ximena tan cercana a su padrastro. Cada gesto, cada risa compartida, parecía aumentar ese malestar interior en Lucas, que no podía ignorar. Algo no encajaba y estaba decidido a descubrir la verdad.—Lucas, vamos, los demás nos esperan —mencionó Paulina, intentando tomar la mano de Lucas, pero él la rechazó de inmediato.—Sabes que tengo novia,
Ximena salió de la casa de Lucas sintiéndose como una basura. Sus pasos resonaban en el silencio de la noche mientras caminaba hacia la calle en busca de un taxi. Su mente estaba llena de remordimientos y tristeza por lo sucedido. No podía creer cómo las cosas se habían descubierto para Lucas y sabía que su imprudente actitud había dañado años de amistad.Finalmente, logró detener un taxi y se subió, sintiéndose ansiosa por llegar a casa y escapar de todo lo ocurrido. Durante el trayecto, se perdía en sus pensamientos, cuestionándose una y otra vez sus acciones y lamentando las consecuencias que había causado.Al llegar a su casa, Ximena se sorprendió al encontrar las luces apagadas. La oscuridad envolvía el lugar, acentuando su sensación de soledad. Sin embargo, no prestó mucha atención a ese detalle y se dirigió directamente a la cocina en busca de agua para calmar su agitado estado emocional.Pero lo que se encontró allí fue algo que no esperaba en abso
Camila se acurrucó entre los fuertes brazos de Alejandro, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba y el cansancio le ganaba poco a poco. Sus ojos se cerraron lentamente y se quedó dormida, sumergida en un profundo sueño reparador. Mientras tanto, Alejandro abandonó con delicadeza la cama, procurando no despertarla, y se encaminó hacia el baño. El agua caliente caía sobre su cuerpo, disipando la tensión acumulada y devolviéndole vitalidad.Una vez que salió del baño, se dirigió al balcón para disfrutar de un momento de tranquilidad. Encendió un cigarrillo, inhalando el humo con cierto deleite, mientras contemplaba la noche estrellada. Un pensamiento repentino lo hizo voltear la cabeza hacia la cama, donde Camila dormía plácidamente, su rostro iluminado por una suave luz lunar. Sus labios curvaron una leve sonrisa.—Qué estupidez —murmuró Alejandro para sí mismo, mientras tomaba su celular entre las manos y revisaba las notificaciones. Encontró una llamada perdida de Ximena. Apagó su cig
Al entrar en la habitación de Ximena, la encontró sentada en silencio, con los ojos enrojecidos por las lágrimas que amenazaban con caer.—¿Qué quieres? Lárgate con tu amada esposa—.Alejandro se acercó a Ximena, tomándola con ternura entre sus brazos, intentando calmar su dolor.—No puedo dejar a Camila, Ximena. Ella es mi esposa, me casé con ella antes de conocerte a ti —mencionó sincero.Pero Ximena, con la voz entrecortada por la tristeza, le suplicó:—Déjala, Alejandro. Deja a mi madre y quédate conmigo—. Sus ojos reflejaban una mezcla de esperanza y desesperación.Alejandro acarició con delicadeza las mejillas de Ximena entre sus manos, tratando de transmitirle tranquilidad.—No puedo causarle ese dolor a tu madre, Ximena. Solo espera un poco más y le diremos la verdad. Sé paciente, la dejaré. Pero debes comprender que perderás a tu madre cuando lo nuestro salga a la luz.Las lágrimas se desbordaron finalmente por los ojos de Ximena mientras Alejandro la estrechaba aún más entre
—No sé por qué Ximena actúa de esa manera contigo —pronunció Camila con una expresión fruncida, mientras observaba desde el umbral de la puerta cómo Alejandro trabajaba enérgicamente desde su despacho, rodeado de montañas de papeles y libros.El sudor perlaba su frente y su pelo oscuro estaba un poco desordenado. Su mirada, cansada, pero determinada, reflejaba el compromiso que tenía con su trabajo.—No importa, ya encontraré la forma de contentar a tu hija. No quiero que los berrinches de Ximena nos separen —mencionó Alejandro con una voz cansada, poniéndose en pie y caminando hacía, Camila, tomando la mano de Camila y guiándola hacia su regazo, en un intento de ofrecerle consuelo.—Lo siento —susurró Camila, con los ojos llenos de culpa, mirando fijamente los profundos hoyuelos de Alejandro.—¿Por qué lo sientes? ¿Qué pasa, cariño? —preguntó Alejandro, acariciándole el rostro con gesto de ternura. Sus ojos, profundos y oscuros, mostraban la inquietud por Camila.—Es solo que me sie