Alejandro volvió a besar apasionadamente a Ximena, a pesar de que al principio ella parecía no estar de acuerdo, pero terminó dejándose llevar por el ardiente deseo que los consumía. Con una patada suave, Alejandro cerró la puerta de la habitación de Ximena, sumergiéndolos en la intimidad de aquel espacio.
—Te deseo tanto —susurró Alejandro entre besos, mientras sus manos expertas desabrochaban lentamente los botones de la blusa de Ximena.Ella, con los ojos brillantes de deseo, se acariciaba los labios con timidez.—Mm... Alejandro... —suspiró ella, cediendo a la intensidad del momento.Sus labios volvieron a encontrarse con pasión desbordante, mientras Alejandro deslizaba la blusa por los hombros de Ximena, dejando al descubierto su piel suave y delicada.La luz tenue de la habitación resaltaba los contornos de sus cuerpos, creando sombras y destellos que solo aumentaban la pasión en el aire.Las caricias de Alejandro se volvieron más intensas y atrevidas, explorando cada curva y cada centímetro de la piel de Ximena. Sus besos ardientes recorrían el cuerpo de ella, dejando estelas de fuego a su paso.—Oh, Alejandro... —susurró Ximena entre gemidos, mientras se aferraba a él con avidez.Él bajó lentamente por su abdomen, disfrutando cada reacción que provocaba en ella. Sus besos se volvieron más intensos y apremiantes, mientras sus manos acariciaban con suavidad el muslo interior de Ximena, provocando un estremecimiento en todo su ser.Susurros llenos de deseo se entremezclaban con los gemidos que escapaban de los labios de Ximena, creando una sinfonía de pasión en el silencio de la habitación.El mundo exterior se desvanecía mientras Alejandro exploraba cada rincón de la intimidad de Ximena.Sus caricias expertas y delicadas provocaban oleadas de placer que se expandían a lo largo de cada fibra de su ser.—¡Oh, Alejandro!— exclamó Ximena entre suspiros, aferrándose a las sábanas mientras sus caderas se movían al ritmo de las caricias.Embriagados de deseo, no necesitaban palabras para comunicarse. Se entendían a través de las miradas intensas y los gemidos entrecortados, sumergidos en un mundo solo para ellos dos.La libertad llegó cuando ambos, envueltos en una explosión arrolladora de sensaciones, alcanzaron el pico más alto del placer. Los cuerpos se convulsionaron en un abrazo apretado y entregado, mientras gemidos de satisfacción se escapaban de sus labios entrelazados.Después de un momento de completa conexión y satisfacción, Alejandro acarició suavemente el rostro de Ximena, dejando un dulce beso en sus labios.—Eres mía Ximena —susurró Alejandro, con sus ojos llenos de adoración.Y en ese abrazo íntimo, se perdieron en la quietud de la habitación, disfrutando de la serenidad que los envolvía después del huracán de emociones que habían experimentado.Así, en la calidez de la habitación, se entregaron al profundo deseo que los unía.El corazón de Ximena latía con fuerza mientras se encontraba tendida en la cama, sintiendo el peso de su dilema amoroso.A pesar del encuentro apasionado con Alejandro, la culpa había tomado residencia en lo más profundo de su ser. Cerraba los ojos y podía sentir aún la calidez de sus cuerpos entrelazados, la intensidad de sus caricias y los susurros que se perdían en la oscuridad de la habitación.Las sábanas, que antes eran suaves y cómodas, ahora parecían envolverla en un torbellino de emociones confusas.Recordaba cómo la pasión los había consumido, dejándose llevar por el deseo desenfrenado. La sensación de la piel de Alejandro rozando la suya, la electricidad que recorría cada centímetro de su cuerpo, creando una sinergia de sensaciones indescriptibles.Pero a medida que la bruma de la pasión se disipaba, Ximena se enfrentaba al vacío que dejaba la culpa. Era consciente del amor y compromiso que había traicionado. Cuestionaba su propias decisiones y se debatía en una encrucijada emocional. Las lágrimas caían por sus mejillas, mezclándose con las sábanas que ya no eran cómodas, sino testigos mudos de su tormento interno.En ese momento, Ximena se dio cuenta de que las consecuencias de sus acciones eran más profundas de lo que había imaginado. El peso de la culpa, como un ancla en su corazón, no dejaba de recordarle el daño que había causado. Se sentía atrapada entre el placer y la responsabilidad, sin saber cómo encontrar el camino de redención.Así, en medio de las sábanas revueltas, Ximena se debatía entre la pasión desenfrenada y el remordimiento que amenazaba con destruir todo lo que había construido. Era un torbellino de emociones confusas que la envolvía, dejándola sin saber qué rumbo tomar.Mientras se vestía apresuradamente, una mirada fugaz a su reflejo en el espejo le recordó el pecado en el que se había sumergido.La imagen de su rostro atormentado le hizo detenerse un instante, cuestionándose qué camino debía tomar. Sabía que no podía deshacer lo ocurrido, pero tampoco podía ignorar la culpa que la consumía.Después de que Alejandro se marchó, Ximena escuchó el timbre insistente de la puerta. Frunciendo el ceño, se preguntó quién podía ser en ese momento tan inoportuno.Al abrir la puerta, se encontró con Lucas. Su rostro reflejaba tranquilidad mezclada con preocupación al observar el estado de Ximena.—Ximena, ¿qué sucede? Pareces agitada —dijo Lucas con voz suave, tratando de encontrar alguna respuesta en su rostro afligido.Con un suspiro, Ximena caminó nerviosamente por su casa.—Lucas, estoy atrapada en una situación imposible. He cometido un error del que no puedo escapar y me siento terriblemente culpable.Lucas se acercó a ella, colocando con ternura una mano reconfortante en su hombro.—Ximena, puedes confiar en mí. Cuéntame lo que te atormenta.La angustia inundaba el corazón de Ximena, pero no podía confesarle a Lucas la verdad. En su lugar, decidió contarle que no lograba adaptarse a su nueva vida y que sentía que desde que su madre se casó con Alejandro la había dejado de lado y haciéndola sentir desplazada.—Ximena, entiendo por lo que estás pasando en este momento. Pero también tengo algo importante que confesarte —dijo Lucas mientras fijaba su mirada intensa en la de ella.La curiosidad se apoderó de Ximena.—¿Qué quieres decirme, Lucas?El joven suspiró, mostrando una combinación de valentía y vulnerabilidad en su voz.—Ximena, debo confesarte que he estado enamorado de ti durante mucho tiempo. He guardado esos sentimientos en lo más profundo de mi ser porque valoro nuestra amistad y temo arriesgarla.Ximena quedó sin palabras por un momento, asimilando lo que acababa de escuchar. Tomó la mano de Lucas entre las suyas y se perdió en su mirada cálida y sincera. Una mezcla de emociones la invadió, mientras luchaba por comprender sus propios sentimientos.—Lucas, no puedo negar que también siento un profundo cariño por ti. Pero la situación con mi madre y Alejandro complica todo —admitió Ximena con sinceridad.Lucas asintió, entendiendo la complejidad de la situación.—Ximena, no te pido que tomes una decisión de inmediato. Permíteme sólo que consideres lo que realmente quieres y necesitas en tu vida.Ximena asintió, agradecida por el apoyo incondicional de Lucas.—Prometo considerar todo esto y tomar una decisión honesta y sincera.A medida que Lucas se marchaba, Ximena se encontró sumergida en un mar de emociones contradictorias.Aceptar ser la novia de Lucas sería una forma de ocultar su relación prohibida con Alejandro, pero también sería una manera de mantener un equilibrio en su vida. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar las consecuencias de sus acciones y lidiar con el inmenso dolor que eso implicaba.Mientras Ximena se recostaba en su cama, se dio cuenta de que estaba enredada en un complicado triángulo amoroso.La presión y la incertidumbre la abrumaban, pero sabía que tarde o temprano tendría que hacer una elección. Por ahora, solo deseaba encontrar un poco de paz y claridad en su mente atormentada, para poder tomar una decisión que dejara su corazón satisfecho.★Hola si le está gustando está novela los invito a seguirme y a seguir la novela para que sea más conocida y llegué a más lectores.Ximena, ya no podía ocultar lo que sentía por Alejandro, a pesar de haber intentado evitarlo durante días. Siempre había un momento en el que se encontraban y las miradas entre ellos eran más que evidentes. El deseo que se tenían el uno por el otro no podía ser callado.En una tarde soleada, mientras Camila, les informó que tendría que ausentarse por un viaje de trabajo, Alejandro suspiró de satisfacción al saber que tendría suficiente tiempo para acercarse a Ximena y convencerla de vivir su pasión en secreto.Después de que la madre de Ximena se marchara, Alejandro aprovechó para ingresar sigilosamente a la habitación de Ximena. Ella estaba sentada frente a su ordenador, absorbiendo su atención en una tarea universitaria. Alejandro, con manos temblorosas por la emoción, cerró el portátil de Ximena.—Tenemos que hablar —dijo Alejandro, con una voz cargada de anhelo, mientras acariciaba con ternura el rostro de Ximena.Ximena levantó la mirada hacia él, con sus ojos llenos de conflicto
Camila había perdido la cuenta de cuántas veces había tenido que salir de viaje debido a su trabajo como aeromoza.La vida nómada se había convertido en su rutina, pero siempre se sentía tranquila al saber que su hija Ximena estaba en buenas manos junto a su esposo Alejandro.Con el tiempo, Camila notó que Alejandro y Ximena estaban cada vez más cercanos. Era evidente que su hija estaba aceptando a Alejandro como su figura paterna y eso le causaba una gran felicidad. Sin embargo, lo que Camila no sabía era lo que sucedía en la soledad de su hogar cuando ella se encontraba ausente.Cada vez que Camila partía en uno de sus viajes, Alejandro y Ximena se dejaban llevar por la pasión y la atracción que había crecido entre ellos.A pesar de los momentos románticos que Alejandro tenía con Camila de vez en cuando, no podía negar que su trato hacia ella había cambiado. Ya no la trataba con la misma atención y cariño que solía tener al principio de su relac
Camila se encontraba sumida en un estado constante de desasosiego.Los encuentros cada vez más frecuentes y cercanos entre Alejandro y Ximena habían despertado en ella un sentimiento de celos que no podía ignorar.Cada vez que los veía sonriendo o compartiendo miradas, la sospecha se apoderaba de su mente y el desasosiego se convertía en una carga insoportable.Aquella tarde soleada, mientras Camila paseaba por el parque, se detuvo bruscamente al avistar a Alejandro y Ximena caminando juntos. Los dos parecían completamente absortos el uno en el otro, con una cercanía que iba más allá de una simple amistad. El corazón de Camila latía desbocado y decidió acercarse para confrontarlos.—¿Alejandro? ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Camila con voz temblorosa, tratando de controlar las emociones que la invadían.Alejandro soltó rápidamente la mano de Ximena y respondió apresuradamente:—Oh, Camila, solo le estaba quitando una astilla d
Ximena llegó agotada a casa después de un largo día en la universidad. El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas. Al entrar a la sala, encontró a su madre, Camila, inmersa en su rutina de revisar cuentas. La habitación se iluminaba con la suave luz de una lámpara de mesa, mientras que el sonido del rasgueo de una pluma y el tecleo de una calculadora llenaban el ambiente.Manteniendo silencio, Ximena observó a su madre perdida entre montones de papeles y documentos organizados meticulosamente. Camila lucía agotada, con algunas arrugas de preocupación marcadas en su rostro. Su cabello castaño, estaba recogido en un desordenado moño. Parecía concentrada pero también abrumada por las responsabilidades financieras que cargaba sobre sus hombros.—Ximena, hija, ¿estás bien? —preguntó Camila, interrumpiendo su tarea momentáneamente para echar un vistazo a Ximena.Ximena se acercó lentamente a su madre, sintiendo el cansancio en cada paso. Se
Horas antes, Alejandro y Ximena estaban tan absortos en su animada conversación que no se dieron cuenta de que Lucas había pasado por el lugar con sus amigos.El bullicio del café no pudo eclipsar su complicidad, mientras reían y gesticulaban con entusiasmo.Parecía que la reunión con sus padres no se había llevado a cabo y Lucas había estado llamando a Ximena durante horas, pero ella no respondió el teléfono.Lucas, desde lejos, observaba intrigado la escena, con el ceño fruncido y una mezcla de emociones encontradas en su rostro. Se sintió invadido por una extraña sensación de incomodidad al ver a Ximena tan cercana a su padrastro. Cada gesto, cada risa compartida, parecía aumentar ese malestar interior en Lucas, que no podía ignorar. Algo no encajaba y estaba decidido a descubrir la verdad.—Lucas, vamos, los demás nos esperan —mencionó Paulina, intentando tomar la mano de Lucas, pero él la rechazó de inmediato.—Sabes que tengo novia,
Ximena salió de la casa de Lucas sintiéndose como una basura. Sus pasos resonaban en el silencio de la noche mientras caminaba hacia la calle en busca de un taxi. Su mente estaba llena de remordimientos y tristeza por lo sucedido. No podía creer cómo las cosas se habían descubierto para Lucas y sabía que su imprudente actitud había dañado años de amistad.Finalmente, logró detener un taxi y se subió, sintiéndose ansiosa por llegar a casa y escapar de todo lo ocurrido. Durante el trayecto, se perdía en sus pensamientos, cuestionándose una y otra vez sus acciones y lamentando las consecuencias que había causado.Al llegar a su casa, Ximena se sorprendió al encontrar las luces apagadas. La oscuridad envolvía el lugar, acentuando su sensación de soledad. Sin embargo, no prestó mucha atención a ese detalle y se dirigió directamente a la cocina en busca de agua para calmar su agitado estado emocional.Pero lo que se encontró allí fue algo que no esperaba en abso
Camila se acurrucó entre los fuertes brazos de Alejandro, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba y el cansancio le ganaba poco a poco. Sus ojos se cerraron lentamente y se quedó dormida, sumergida en un profundo sueño reparador. Mientras tanto, Alejandro abandonó con delicadeza la cama, procurando no despertarla, y se encaminó hacia el baño. El agua caliente caía sobre su cuerpo, disipando la tensión acumulada y devolviéndole vitalidad.Una vez que salió del baño, se dirigió al balcón para disfrutar de un momento de tranquilidad. Encendió un cigarrillo, inhalando el humo con cierto deleite, mientras contemplaba la noche estrellada. Un pensamiento repentino lo hizo voltear la cabeza hacia la cama, donde Camila dormía plácidamente, su rostro iluminado por una suave luz lunar. Sus labios curvaron una leve sonrisa.—Qué estupidez —murmuró Alejandro para sí mismo, mientras tomaba su celular entre las manos y revisaba las notificaciones. Encontró una llamada perdida de Ximena. Apagó su cig
Al entrar en la habitación de Ximena, la encontró sentada en silencio, con los ojos enrojecidos por las lágrimas que amenazaban con caer.—¿Qué quieres? Lárgate con tu amada esposa—.Alejandro se acercó a Ximena, tomándola con ternura entre sus brazos, intentando calmar su dolor.—No puedo dejar a Camila, Ximena. Ella es mi esposa, me casé con ella antes de conocerte a ti —mencionó sincero.Pero Ximena, con la voz entrecortada por la tristeza, le suplicó:—Déjala, Alejandro. Deja a mi madre y quédate conmigo—. Sus ojos reflejaban una mezcla de esperanza y desesperación.Alejandro acarició con delicadeza las mejillas de Ximena entre sus manos, tratando de transmitirle tranquilidad.—No puedo causarle ese dolor a tu madre, Ximena. Solo espera un poco más y le diremos la verdad. Sé paciente, la dejaré. Pero debes comprender que perderás a tu madre cuando lo nuestro salga a la luz.Las lágrimas se desbordaron finalmente por los ojos de Ximena mientras Alejandro la estrechaba aún más entre