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Capítulo 5: una confrontación silenciosa.

Camila había notado desde hace algún tiempo ciertas miradas entre Alejandro y Ximena, ese tipo de miradas furtivas y cargadas de complicidad que le resultaban incómodas y despertaban en ella una creciente sensación de que algo no estaba bien. Durante las cenas en familia, las reuniones en casa, o incluso en momentos cotidianos, como cuando compartían una sonrisa o un gesto cómplice, cada vez se hacía más evidente que algo estaba ocurriendo.

Un día, mientras estaban en la cocina, Camila decidió abordar el tema.

—Alejandro, necesito hablar contigo —dijo en tono serio.

Alejandro frunció el ceño y miró hacia Ximena, como si buscara apoyo.

—Camila, no entiendo qué quieres decir —respondió Alejandro evitando el contacto visual directo.

—He notado ciertas miradas entre tú y Ximena, y eso me tiene preocupada —explicó Camila, tratando de mantener la calma.

Alejandro suspiró y finalmente miró a Camila.

—Camila, entiendo tu inquietud, pero quiero asegurarte de que mi relación con Ximena es única y exclusivamente para fortalecer los lazos familiares. Ella es nuestra hija y quiero construir un ambiente armónico en nuestro hogar —explicó Alejandro en tono reconfortante pero con una leve tensión en sus palabras.

Camila sintió un alivio momentáneo al escuchar las palabras de su esposo, pero aún había algo que le inquietaba.

—Alejandro, necesito que me prometas que me estás diciendo toda la verdad. Hay algo en la forma en que se miran y actúan que no puedo ignorar —expresó Camila con determinación.

Alejandro bajó la mirada por un instante, y luego la levantó de nuevo, esta vez con una mirada triste en sus ojos.

—Camila, entiendo tus dudas y prometo que seré completamente sincero contigo. Nuestro matrimonio es importante para mí y no quiero que haya secretos entre nosotros —aseguró Alejandro, tratando de transmitirle confianza.

Camila suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo.

—Espero que así sea, Alejandro. Quiero creer en nuestra familia y en el amor que compartimos.

Pero en lo más profundo de su ser, aún persistía esa duda latente, esa sensación incómoda que la atormentaba desde hace tiempo. Sabía que necesitaban más que palabras para reconstruir la confianza perdida y desenmascarar las verdades ocultas que amenazaban con romper su matrimonio y la armonía de su hogar.

Por otro lado, Ximena sentía cómo el suelo desaparecía bajo sus pies, sumergiéndola en una profunda sensación de desamparo y angustia.

Cada palabra de Alejandro parecía opacar su propia voz interna, que anhelaba sinceridad y autenticidad en aquel momento crucial.

Observaba con pesar cómo su madre sonreía y se emocionaba con las dulces palabras del hombre que tanto amaba, mientras su confesión se desvanecía silenciosamente en el aire. Aquel nudo en su garganta se apretaba aún más, convirtiéndose en una opresión dolorosa que amenazaba con ahogarla.

A pesar de que todo su ser clamaba por desvelar su verdad y enfrentar las consecuencias, Ximena entendía que debía poner en primer lugar la felicidad y el bienestar de su madre. Aun cuando eso significara aplazar su propia realización, se comprometía a ocultar su doloroso secreto para salvaguardar la dicha de aquella mujer que tanto la amaba.

Con el corazón empapado de frustración y una angustia silenciosa, Ximena tomó la determinación de confrontar a Alejandro en privado. No podía soportar un instante más la necesidad abrumadora de expresarle su desilusión y el profundo dolor que lo acompañaba.

El ambiente en la habitación se llenó de tensión, como si las paredes mismas palparan el inminente conflicto. Ximena, con la mirada cargada de reproche y determinación, se acercó decidida hacia aquel hombre que había desafiado el rumbo de su vida.

—¿Cómo pudiste hacer eso? Estaba a punto de revelarlo todo a mi madre, ¿y tú te inventas toda esa historia diciendo que solo queríamos afianzar nuestra relación familiar? Sabemos que no es así. La forma en que me tocas por debajo de la mesa o cuando te acercas a mí de forma insinuante no es la de un padre y una hijastra —exclamó Ximena, con los ojos llenos de lágrimas y la voz cargada de frustración y dolor.

Su voz temblaba de tal modo que dejaba ver el daño que estaba sintiendo en lo más profundo de su ser.

Alejandro la miró con los ojos entrecerrados, sin mostrar ningún signo de arrepentimiento en su mirada fría y distante.

—Ximena, debes entender que eso hubiera causado un daño irreparable en nuestra familia. No quería que tu madre sufriera innecesariamente. Lo que ocurrió y lo que sigue ocurriendo entre nosotros debe quedar en el pasado. Debemos seguir adelante en secreto —respondió Alejandro, con una frialdad que hizo eco en los huesos de Ximena y la hizo sentir un profundo dolor.

Un escalofrío recorrió la espalda de Ximena mientras las palabras de Alejandro resonaban en su mente.

¿Podía permitir que esta situación continuara en secreto? ¿Era correcto guardar silencio y permitir que su madre viviera en la ignorancia?

La lucha interna comenzó a consumirla, sintiendo una presión cada vez más intensa en su pecho.

La discusión entre Ximena y Alejandro escaló rápidamente, palabras cargadas de resentimiento y heridas profundas salieron a flote en medio de la tensión. Ambos agarrados por la rabia, sus emociones sin control tomaron el mando. Insultos se lanzaron mutuamente, haciendo daño con cada palabra lanzada al aire.

La tensión era palpable en el aire mientras se miraban fijamente. En ese momento, la ira y el deseo se apoderaron de Alejandro y, sin pensarlo dos veces, la tomó bruscamente y la besó de manera salvaje, como si el mundo a su alrededor desapareciera.

El mundo de Ximena se detuvo en ese instante. No podía creer lo que estaba sucediendo. Sintió una mezcla de traición y desprecio mientras sus labios eran asaltados por los de su padrastro, un acto que iba en contra de todos sus principios y de todo lo que creía correcto.

El beso, aunque duró solo un instante, pareció una eternidad para Ximena. Se separaron, ambos quedándose en silencio, con la respiración agitada y las miradas profundas. Una mezcla de confusión, repulsión y atracción se reflejaba en los ojos de Ximena mientras luchaba por procesar lo que acababa de ocurrir.

—Esto no puede ser real —susurró Ximena, sintiendo la desesperación apoderándose de ella. —No puedo permitir que esto siga sucediendo.

Alejandro, con la voz entrecortada y una expresión de remordimiento en su rostro, dijo.

—A quién demonios le importa si esto es correcto o no ambos lo deseamos, Ximena y no lo puedes negar más, ambos deseamos hacer explotar nuestros sentidos, te deseo como nunca he deseado a ninguna mujer y te quiero a mi lado, quiero sumergirme en ti y hacer explotar este sentimiento de pecado que no invade a los dos.

Ximena temblaba, su mente era un caos de emociones contradictorias. Por un lado, sentía repulsión hacia Alejandro y todo lo que él representaba. Pero por otro lado, y estaba aterrada de admitirlo, todavía había una chispa de atracción que no podía negar.

Sus palabras resonaban en su mente mientras luchaba por encontrar una salida de esta situación.

La verdad parecía más lejana que nunca y Ximena se preguntaba angustiada si algún día lograría liberarse de las cadenas de sus propios secretos y emociones ocultas.

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