Camila había notado desde hace algún tiempo ciertas miradas entre Alejandro y Ximena, ese tipo de miradas furtivas y cargadas de complicidad que le resultaban incómodas y despertaban en ella una creciente sensación de que algo no estaba bien. Durante las cenas en familia, las reuniones en casa, o incluso en momentos cotidianos, como cuando compartían una sonrisa o un gesto cómplice, cada vez se hacía más evidente que algo estaba ocurriendo.
Un día, mientras estaban en la cocina, Camila decidió abordar el tema.—Alejandro, necesito hablar contigo —dijo en tono serio.Alejandro frunció el ceño y miró hacia Ximena, como si buscara apoyo.—Camila, no entiendo qué quieres decir —respondió Alejandro evitando el contacto visual directo.—He notado ciertas miradas entre tú y Ximena, y eso me tiene preocupada —explicó Camila, tratando de mantener la calma.Alejandro suspiró y finalmente miró a Camila.—Camila, entiendo tu inquietud, pero quiero asegurarte de que mi relación con Ximena es única y exclusivamente para fortalecer los lazos familiares. Ella es nuestra hija y quiero construir un ambiente armónico en nuestro hogar —explicó Alejandro en tono reconfortante pero con una leve tensión en sus palabras.Camila sintió un alivio momentáneo al escuchar las palabras de su esposo, pero aún había algo que le inquietaba.—Alejandro, necesito que me prometas que me estás diciendo toda la verdad. Hay algo en la forma en que se miran y actúan que no puedo ignorar —expresó Camila con determinación.Alejandro bajó la mirada por un instante, y luego la levantó de nuevo, esta vez con una mirada triste en sus ojos.—Camila, entiendo tus dudas y prometo que seré completamente sincero contigo. Nuestro matrimonio es importante para mí y no quiero que haya secretos entre nosotros —aseguró Alejandro, tratando de transmitirle confianza.Camila suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo.—Espero que así sea, Alejandro. Quiero creer en nuestra familia y en el amor que compartimos.Pero en lo más profundo de su ser, aún persistía esa duda latente, esa sensación incómoda que la atormentaba desde hace tiempo. Sabía que necesitaban más que palabras para reconstruir la confianza perdida y desenmascarar las verdades ocultas que amenazaban con romper su matrimonio y la armonía de su hogar.Por otro lado, Ximena sentía cómo el suelo desaparecía bajo sus pies, sumergiéndola en una profunda sensación de desamparo y angustia.Cada palabra de Alejandro parecía opacar su propia voz interna, que anhelaba sinceridad y autenticidad en aquel momento crucial.Observaba con pesar cómo su madre sonreía y se emocionaba con las dulces palabras del hombre que tanto amaba, mientras su confesión se desvanecía silenciosamente en el aire. Aquel nudo en su garganta se apretaba aún más, convirtiéndose en una opresión dolorosa que amenazaba con ahogarla.A pesar de que todo su ser clamaba por desvelar su verdad y enfrentar las consecuencias, Ximena entendía que debía poner en primer lugar la felicidad y el bienestar de su madre. Aun cuando eso significara aplazar su propia realización, se comprometía a ocultar su doloroso secreto para salvaguardar la dicha de aquella mujer que tanto la amaba.Con el corazón empapado de frustración y una angustia silenciosa, Ximena tomó la determinación de confrontar a Alejandro en privado. No podía soportar un instante más la necesidad abrumadora de expresarle su desilusión y el profundo dolor que lo acompañaba.El ambiente en la habitación se llenó de tensión, como si las paredes mismas palparan el inminente conflicto. Ximena, con la mirada cargada de reproche y determinación, se acercó decidida hacia aquel hombre que había desafiado el rumbo de su vida.—¿Cómo pudiste hacer eso? Estaba a punto de revelarlo todo a mi madre, ¿y tú te inventas toda esa historia diciendo que solo queríamos afianzar nuestra relación familiar? Sabemos que no es así. La forma en que me tocas por debajo de la mesa o cuando te acercas a mí de forma insinuante no es la de un padre y una hijastra —exclamó Ximena, con los ojos llenos de lágrimas y la voz cargada de frustración y dolor.Su voz temblaba de tal modo que dejaba ver el daño que estaba sintiendo en lo más profundo de su ser.Alejandro la miró con los ojos entrecerrados, sin mostrar ningún signo de arrepentimiento en su mirada fría y distante.—Ximena, debes entender que eso hubiera causado un daño irreparable en nuestra familia. No quería que tu madre sufriera innecesariamente. Lo que ocurrió y lo que sigue ocurriendo entre nosotros debe quedar en el pasado. Debemos seguir adelante en secreto —respondió Alejandro, con una frialdad que hizo eco en los huesos de Ximena y la hizo sentir un profundo dolor.Un escalofrío recorrió la espalda de Ximena mientras las palabras de Alejandro resonaban en su mente.¿Podía permitir que esta situación continuara en secreto? ¿Era correcto guardar silencio y permitir que su madre viviera en la ignorancia?La lucha interna comenzó a consumirla, sintiendo una presión cada vez más intensa en su pecho.La discusión entre Ximena y Alejandro escaló rápidamente, palabras cargadas de resentimiento y heridas profundas salieron a flote en medio de la tensión. Ambos agarrados por la rabia, sus emociones sin control tomaron el mando. Insultos se lanzaron mutuamente, haciendo daño con cada palabra lanzada al aire.La tensión era palpable en el aire mientras se miraban fijamente. En ese momento, la ira y el deseo se apoderaron de Alejandro y, sin pensarlo dos veces, la tomó bruscamente y la besó de manera salvaje, como si el mundo a su alrededor desapareciera.El mundo de Ximena se detuvo en ese instante. No podía creer lo que estaba sucediendo. Sintió una mezcla de traición y desprecio mientras sus labios eran asaltados por los de su padrastro, un acto que iba en contra de todos sus principios y de todo lo que creía correcto.El beso, aunque duró solo un instante, pareció una eternidad para Ximena. Se separaron, ambos quedándose en silencio, con la respiración agitada y las miradas profundas. Una mezcla de confusión, repulsión y atracción se reflejaba en los ojos de Ximena mientras luchaba por procesar lo que acababa de ocurrir.—Esto no puede ser real —susurró Ximena, sintiendo la desesperación apoderándose de ella. —No puedo permitir que esto siga sucediendo.Alejandro, con la voz entrecortada y una expresión de remordimiento en su rostro, dijo.—A quién demonios le importa si esto es correcto o no ambos lo deseamos, Ximena y no lo puedes negar más, ambos deseamos hacer explotar nuestros sentidos, te deseo como nunca he deseado a ninguna mujer y te quiero a mi lado, quiero sumergirme en ti y hacer explotar este sentimiento de pecado que no invade a los dos.Ximena temblaba, su mente era un caos de emociones contradictorias. Por un lado, sentía repulsión hacia Alejandro y todo lo que él representaba. Pero por otro lado, y estaba aterrada de admitirlo, todavía había una chispa de atracción que no podía negar.Sus palabras resonaban en su mente mientras luchaba por encontrar una salida de esta situación.La verdad parecía más lejana que nunca y Ximena se preguntaba angustiada si algún día lograría liberarse de las cadenas de sus propios secretos y emociones ocultas.Alejandro volvió a besar apasionadamente a Ximena, a pesar de que al principio ella parecía no estar de acuerdo, pero terminó dejándose llevar por el ardiente deseo que los consumía. Con una patada suave, Alejandro cerró la puerta de la habitación de Ximena, sumergiéndolos en la intimidad de aquel espacio.—Te deseo tanto —susurró Alejandro entre besos, mientras sus manos expertas desabrochaban lentamente los botones de la blusa de Ximena.Ella, con los ojos brillantes de deseo, se acariciaba los labios con timidez.—Mm... Alejandro... —suspiró ella, cediendo a la intensidad del momento.Sus labios volvieron a encontrarse con pasión desbordante, mientras Alejandro deslizaba la blusa por los hombros de Ximena, dejando al descubierto su piel suave y delicada.La luz tenue de la habitación resaltaba los contornos de sus cuerpos, creando sombras y destellos que solo aumentaban la pasión en el aire.Las caricias de Alejandro se volvieron más intensas y atrevidas, explorando cada curva y cad
Ximena, ya no podía ocultar lo que sentía por Alejandro, a pesar de haber intentado evitarlo durante días. Siempre había un momento en el que se encontraban y las miradas entre ellos eran más que evidentes. El deseo que se tenían el uno por el otro no podía ser callado.En una tarde soleada, mientras Camila, les informó que tendría que ausentarse por un viaje de trabajo, Alejandro suspiró de satisfacción al saber que tendría suficiente tiempo para acercarse a Ximena y convencerla de vivir su pasión en secreto.Después de que la madre de Ximena se marchara, Alejandro aprovechó para ingresar sigilosamente a la habitación de Ximena. Ella estaba sentada frente a su ordenador, absorbiendo su atención en una tarea universitaria. Alejandro, con manos temblorosas por la emoción, cerró el portátil de Ximena.—Tenemos que hablar —dijo Alejandro, con una voz cargada de anhelo, mientras acariciaba con ternura el rostro de Ximena.Ximena levantó la mirada hacia él, con sus ojos llenos de conflicto
Camila había perdido la cuenta de cuántas veces había tenido que salir de viaje debido a su trabajo como aeromoza.La vida nómada se había convertido en su rutina, pero siempre se sentía tranquila al saber que su hija Ximena estaba en buenas manos junto a su esposo Alejandro.Con el tiempo, Camila notó que Alejandro y Ximena estaban cada vez más cercanos. Era evidente que su hija estaba aceptando a Alejandro como su figura paterna y eso le causaba una gran felicidad. Sin embargo, lo que Camila no sabía era lo que sucedía en la soledad de su hogar cuando ella se encontraba ausente.Cada vez que Camila partía en uno de sus viajes, Alejandro y Ximena se dejaban llevar por la pasión y la atracción que había crecido entre ellos.A pesar de los momentos románticos que Alejandro tenía con Camila de vez en cuando, no podía negar que su trato hacia ella había cambiado. Ya no la trataba con la misma atención y cariño que solía tener al principio de su relac
Camila se encontraba sumida en un estado constante de desasosiego.Los encuentros cada vez más frecuentes y cercanos entre Alejandro y Ximena habían despertado en ella un sentimiento de celos que no podía ignorar.Cada vez que los veía sonriendo o compartiendo miradas, la sospecha se apoderaba de su mente y el desasosiego se convertía en una carga insoportable.Aquella tarde soleada, mientras Camila paseaba por el parque, se detuvo bruscamente al avistar a Alejandro y Ximena caminando juntos. Los dos parecían completamente absortos el uno en el otro, con una cercanía que iba más allá de una simple amistad. El corazón de Camila latía desbocado y decidió acercarse para confrontarlos.—¿Alejandro? ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Camila con voz temblorosa, tratando de controlar las emociones que la invadían.Alejandro soltó rápidamente la mano de Ximena y respondió apresuradamente:—Oh, Camila, solo le estaba quitando una astilla d
Ximena llegó agotada a casa después de un largo día en la universidad. El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas. Al entrar a la sala, encontró a su madre, Camila, inmersa en su rutina de revisar cuentas. La habitación se iluminaba con la suave luz de una lámpara de mesa, mientras que el sonido del rasgueo de una pluma y el tecleo de una calculadora llenaban el ambiente.Manteniendo silencio, Ximena observó a su madre perdida entre montones de papeles y documentos organizados meticulosamente. Camila lucía agotada, con algunas arrugas de preocupación marcadas en su rostro. Su cabello castaño, estaba recogido en un desordenado moño. Parecía concentrada pero también abrumada por las responsabilidades financieras que cargaba sobre sus hombros.—Ximena, hija, ¿estás bien? —preguntó Camila, interrumpiendo su tarea momentáneamente para echar un vistazo a Ximena.Ximena se acercó lentamente a su madre, sintiendo el cansancio en cada paso. Se
Horas antes, Alejandro y Ximena estaban tan absortos en su animada conversación que no se dieron cuenta de que Lucas había pasado por el lugar con sus amigos.El bullicio del café no pudo eclipsar su complicidad, mientras reían y gesticulaban con entusiasmo.Parecía que la reunión con sus padres no se había llevado a cabo y Lucas había estado llamando a Ximena durante horas, pero ella no respondió el teléfono.Lucas, desde lejos, observaba intrigado la escena, con el ceño fruncido y una mezcla de emociones encontradas en su rostro. Se sintió invadido por una extraña sensación de incomodidad al ver a Ximena tan cercana a su padrastro. Cada gesto, cada risa compartida, parecía aumentar ese malestar interior en Lucas, que no podía ignorar. Algo no encajaba y estaba decidido a descubrir la verdad.—Lucas, vamos, los demás nos esperan —mencionó Paulina, intentando tomar la mano de Lucas, pero él la rechazó de inmediato.—Sabes que tengo novia,
Ximena salió de la casa de Lucas sintiéndose como una basura. Sus pasos resonaban en el silencio de la noche mientras caminaba hacia la calle en busca de un taxi. Su mente estaba llena de remordimientos y tristeza por lo sucedido. No podía creer cómo las cosas se habían descubierto para Lucas y sabía que su imprudente actitud había dañado años de amistad.Finalmente, logró detener un taxi y se subió, sintiéndose ansiosa por llegar a casa y escapar de todo lo ocurrido. Durante el trayecto, se perdía en sus pensamientos, cuestionándose una y otra vez sus acciones y lamentando las consecuencias que había causado.Al llegar a su casa, Ximena se sorprendió al encontrar las luces apagadas. La oscuridad envolvía el lugar, acentuando su sensación de soledad. Sin embargo, no prestó mucha atención a ese detalle y se dirigió directamente a la cocina en busca de agua para calmar su agitado estado emocional.Pero lo que se encontró allí fue algo que no esperaba en abso
Camila se acurrucó entre los fuertes brazos de Alejandro, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba y el cansancio le ganaba poco a poco. Sus ojos se cerraron lentamente y se quedó dormida, sumergida en un profundo sueño reparador. Mientras tanto, Alejandro abandonó con delicadeza la cama, procurando no despertarla, y se encaminó hacia el baño. El agua caliente caía sobre su cuerpo, disipando la tensión acumulada y devolviéndole vitalidad.Una vez que salió del baño, se dirigió al balcón para disfrutar de un momento de tranquilidad. Encendió un cigarrillo, inhalando el humo con cierto deleite, mientras contemplaba la noche estrellada. Un pensamiento repentino lo hizo voltear la cabeza hacia la cama, donde Camila dormía plácidamente, su rostro iluminado por una suave luz lunar. Sus labios curvaron una leve sonrisa.—Qué estupidez —murmuró Alejandro para sí mismo, mientras tomaba su celular entre las manos y revisaba las notificaciones. Encontró una llamada perdida de Ximena. Apagó su cig