CAPÍTULO 3

El pobre hombre solo vio sus ojos negros y su mandíbula sangrante, antes de sucumbir ante la enorme fuerza sobrehumana con la que este se había lanzado en su contra.

—¡Ah!—gritó sintiendo un dolor punzante en su vientre.

Alicia gritó, el caos había llegado hasta ella, el acompañante del conductor había salido de manera errática y se había lanzado esta vez contra el capó de su auto, rompiendo una parte del parabrisas con su frente. Viendo como su atacante, con una herida que debía haberlo dejado inconsciente, gruñía en frente de ella, arrancó enseguida su automóvil.

Llevándose consigo al copiloto del otro carro, Alicia aceleró, siguiendo su camino por una ruta alternativa que había tomado sin querer a causa del susto. Temblando al recordar lo que había visto, como el piloto había atacado al policía y como arrancaba trozos de carne de su cuello, con sus propios dientes, cerró con sus dedos temblorosos la ventanilla que aún permanecía abierta.

Alicia seguía conduciendo a toda velocidad, con las manos temblorosas y el corazón desbocado. Las luces del tablero del auto parpadeaban debido al daño que había sufrido el vehículo tras el impacto con aquel hombre extraño.

La lluvia continuaba cayendo con fuerza, dificultando su visión a través del parabrisas agrietado. Cada tanto, miraba el espejo retrovisor, temiendo que aquellos seres la estuvieran siguiendo.

Pero lo único que veía eran las luces distantes de algunos autos y las sombras indefinidas proyectadas por los relámpagos en el cielo.

Un dolor punzante en su vientre la hizo gemir, obligándola a disminuir la velocidad. Sentía que cada bache del camino intensificaba la presión en su abdomen. ¿Y si algo le había pasado al bebé? Esa idea le aterrorizaba más que cualquier monstruo que pudiera encontrarse afuera.

—Solo un poco más, por favor, resiste —susurró, acariciándose el vientre.

Sabía muy bien que debía ir al hospital, pero el nervio del momento le cegó el razonamiento con el que siempre solía trabajar y, ya que estaba cerca de la casa de su padre, esperaba que una vez llegado allí, este pudiera ayudarla y que su compañía la ayudara un poco, en medio de aquella casi impenetrable tormenta.

De pronto, el GPS del auto comenzó a recalcular la ruta, señalando un desvío que ella no había planeado tomar. Frunciendo el ceño, trató de orientarse, pero el sistema parecía estar fallando debido al mal clima.

Sin otra opción, decidió seguir el camino indicado, con la esperanza de encontrar algún camino seguro antes de continuar hacia la casa de su padre. Después de unos minutos, llegó a un pequeño cruce con una gasolinera abandonada. La casa de su padre se encontraba a 20 minutos de distancia, un poco más adentro del bosque circundante.

Las luces del lugar parpadeaban intermitentemente, y no había señales de vida humana. Alicia se detuvo un momento para intentar calmarse y evaluar el daño en su auto.

—Acetaminofén—susurró saliendo de su auto—el dolor...lo calmará.

Mientras observaba la oscuridad que rodeaba la gasolinera, un ruido metálico resonó a lo lejos. Era como si algo o alguien estuviera golpeando un objeto pesado contra el suelo. Alicia tragó saliva y cerró las puertas del auto automáticamente, sin apartar la vista del origen del sonido.

—Solo...solo son tus nervios—se dijo así misma mientras caminaba para entrar a la gasolinera—nada más.

No obstante, a pocos metros de la tienda, donde si a duras penas las luces iluminaban un poco, se detuvo en seco cuando vio una figura tambaleante aparecer entre las sombras. Era una mujer, o al menos lo parecía. Su cabello estaba empapado y pegado al rostro, y sus ojos brillaban con un tono antinatural.

La mujer llevaba un cuchillo oxidado en una mano y un enorme corte en el abdomen, del cual goteaba un líquido oscuro que no parecía sangre normal. Poco a poco comenzó a correr, intentando alcanzarla, pero de inmediato se dio media vuelta y corrió de regreso a su automóvil.

Alicia encendió el motor, decidida a alejarse de allí, pero antes de que pudiera avanzar, dos figuras más emergieron de la oscuridad, rodeando el auto. El horror se apoderó de ella, estaba atrapada.

.

.

.

.

Alicia presionó el acelerador, pero el auto apenas avanzó unos metros antes de detenerse bruscamente. El motor se quejó con un rugido mecánico y luego se apagó por completo.

"¡No, no ahora!"

Pensó mientras intentaba encenderlo nuevamente, con las manos temblorosas y la respiración agitada. Las dos figuras que la rodearon anteriormente, comenzaron a golpear las ventanas con una fuerza descomunal. Los cristales vibraban con cada impacto, amenazando con romperse en cualquier momento.

Alicia buscó desesperadamente algo en el auto que pudiera usar para defenderse, pero lo único que encontró fue una linterna pequeña y su bolso. Uno de los seres, un hombre de aspecto cadavérico, con la piel desgarrada, golpeó el parabrisas con tanta fuerza que se formaron grietas más grandes en el vidrio.

La pobre mujer embarazada dejó escapar un grito y encendió la linterna, apuntándola directamente hacia su rostro. Para su sorpresa, la criatura retrocedió momentáneamente, gruñendo y cubriendo sus ojos como si la luz amarilla le resultara insoportable.

"¡La luz! ¡Les molesta la luz amarilla!"

Pensó, aferrándose a esa pequeña ventaja, iluminando con más intensidad a las figuras que intentaban romper las ventanas. Ambas gruñeron y se apartaron unos pasos, pero no lo suficiente como para permitirle escapar.

Alicia sabía que estaba contra el reloj, su vientre seguía doliendo, y sentía que cada segundo perdido ponía en riesgo no solo su vida, sino también la del bebé. Con un movimiento rápido, abrió la puerta del auto del lado opuesto a las criaturas y salió corriendo hacia la tienda de la gasolinera.

El viento helado y la lluvia golpearon su rostro mientras corría. Las figuras la siguieron, pero sus movimientos eran torpes, como si sus cuerpos estuvieran luchando contra sí mismos para avanzar. Alicia empujó la puerta de la tienda y la cerró de golpe, trabándola con una estantería llena de productos vencidos.

Dentro, el aire estaba cargado con un hedor a humedad y podredumbre. Las luces parpadeaban débilmente, proyectando sombras que parecían moverse por sí solas.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo