Finalmente, llegaron a la entrada de la instalación. Era un edificio pequeño, cubierto de vegetación y con señales evidentes de abandono. El capitán forzó la puerta, permitiendo que todos entraran antes de cerrarla de golpe.Dentro, el aire era denso y pesado, cargado con el olor de materiales químicos en descomposición. Albert encendió una linterna, iluminando las paredes cubiertas de grafitis y documentos desgastados.—Este lugar… ¿Es una de las entradas a los túneles?—cuestionó dudoso. Según lo que recordaba, tanto el cómo varios soldados del escuadrón, había ciertas entradas similares a las entradas de un subterráneo, escondida en la vegetación, que permitían acceso más rápido para los soldados de la alianza en la segunda gran guerra. —Capitán—escuchó decir por parte del teniente—si los túneles aún siguen... podemos atajar camino y llegar a la zona más cercana al objetivo. El capitán de su escuadrón asintió, observando el mapa de los alrededores. En efecto, si era cierto aquell
Mientras Aiden se encontraba con Alicia, Glorym pasaba un rato jugando con su pequeña hija. Era increíble cómo, después de tanto tiempo y de todo lo que tuvo que pasar, aquella mujer pudiera dar a luz a una niña "bendita" como lo era Serah. —¿Baba?—preguntó jugando con un conejo hecho con medias. —Tu mami está descansando—dijo acariciando su regordeta y rojiza mejilla—tranquila, ella vendrá pronto. Serah, curiosa al ver a una persona distinta a su madre, sonrió con ingenuidad y alzando sus brazos, mientras era cargada en la cama de la oficina de Alicia, logró bajarle la capucha a Glorym. De inmediato quedó absorta ante lo bella que era. Parecía ser un hada, cómo esas que su madre le dibujaba. Su cabello rubio cenizo, enmarcaba muy bien su piel blanca y sus ojos de distintos colores: rosado en el izquierdo, y azul verdoso en el derecho. Al observarla por varios segundos, Serah aplaudió mientras sonreía. —¿La pequeña Serah es muy curiosa, eh?—preguntó acariciando su cabeza—¡Qué niñ
La noche era tan oscura, que en casi un mes no había salido ni el sol ni la luna. Solo había estado nublado y en algunos momentos lluviosos. El frío resultante, después de una pavorosa tormenta, acompañaba el olor de humedad que había en la lúgubre y solitaria sala de reuniones, en un batallón militar."No hay esperanza""¡Dios nos ha enviado la plaga!""¡El día del llamado prometido ha llegado!""¡Hermanos, acudan al encuentro con el señor!""¡Dios nos ha castigado, pero perdonado por nuestros pecados!"Eran las frases que se escuchaban una y otra vez por medio de la radio, en aquella solitaria y tenue sala de reuniones. Un hombre fornido, alto y musculoso, con una barba de días en su rostro y ojeras marcadas profundamente por el cansancio, seguía analizando los mensajes que se repetían en bucle.Desde que el mundo se había ido a la basura, muy pocas ciudades, como en la que él estaba, habían logrado mantenerse en pie. Sin embargo, todo era gracias a que el ejército había tomado el c
Pero su padrastro, quien era el padre biológico de su medio hermano, había sufrido mucho por la separación con su primera esposa. Su alegría volvió por completo al tener de nuevo a su hija perdida, tampoco podía hacerle tal atrocidad a él.17 AÑOS ANTES...Sin poder contener las lágrimas, mientras el cielo nocturno era azotado por una cruel tormenta que ocultaba a medias algunos sonidos de explosiones y sirenas de policía, una mujer se encontraba tirada en el fino piso de su apartamento.Jamás pensó que, aquel hombre que tanto había amado, un prominente científico militar, y que su padre le había ayudado a acordar un matrimonio con este, la odiara tanto que inclusive pudiera darle una cachetada estando embarazada de su hijo.“¡Atención! ¡Noticia de última hora! Se ha presentado una serie de explosiones en varias clínicas de la ciudad, así como desmanes ocasionados por un grupo de varias personas en varias vías principales. Se recomienda, mientras la tormenta siga, no salir de los luga
El pobre hombre solo vio sus ojos negros y su mandíbula sangrante, antes de sucumbir ante la enorme fuerza sobrehumana con la que este se había lanzado en su contra.—¡Ah!—gritó sintiendo un dolor punzante en su vientre.Alicia gritó, el caos había llegado hasta ella, el acompañante del conductor había salido de manera errática y se había lanzado esta vez contra el capó de su auto, rompiendo una parte del parabrisas con su frente. Viendo como su atacante, con una herida que debía haberlo dejado inconsciente, gruñía en frente de ella, arrancó enseguida su automóvil.Llevándose consigo al copiloto del otro carro, Alicia aceleró, siguiendo su camino por una ruta alternativa que había tomado sin querer a causa del susto. Temblando al recordar lo que había visto, como el piloto había atacado al policía y como arrancaba trozos de carne de su cuello, con sus propios dientes, cerró con sus dedos temblorosos la ventanilla que aún permanecía abierta.Alicia seguía conduciendo a toda velocidad,
Alicia buscó algo con lo que defenderse mientras escuchaba los golpes de las criaturas contra la puerta de cristal.—Vamos... tiene que haber algo aquí... —susurró mientras revisaba el mostrador.Entonces lo vio, un bate de aluminio apoyado en una esquina. Lo tomó sin dudar, sintiendo cómo el frío del metal atravesaba sus manos. Aferrándose a él, se dirigió hacia la parte trasera de la tienda, donde había una puerta que probablemente conectaba con un almacén o una salida trasera.Los golpes en la puerta principal se intensificaron. Alicia sabía que no tenía mucho tiempo antes de que las criaturas lograran entrar. Tenía que salir de allí, y rápido. Al abrir la puerta trasera, el sonido de la lluvia llenó el pequeño espacio. Lo que vio al otro lado la hizo dudar.Justo en la entrada del bosque, a unos cuantos metros, estaba lo que creía era uno de los trabajadores de la gasolinera, debido a la camiseta que llevaba, devorando sin piedad el cuerpo sin vida de uno de sus compañeros. Espera
Alicia buscó la llave bajo una maceta, como su padre solía esconderla. Sus manos temblorosas finalmente la encontraron, y rápidamente abrió la puerta, cerrándola de golpe tras de sí.Dentro, la casa estaba sumida en penumbras. Un olor extraño flotaba en el aire, como humedad mezclada con algo metálico. Alicia avanzó lentamente, llamando a su padre con voz baja.—¿Papá? Soy yo... Alicia—llamó en medio del llanto—¿papito?De pronto, un sonido vino desde el piso superior, como un mueble arrastrándose. Alicia apretó el bate con fuerza, su corazón latiendo con fuerza mientras subía las escaleras.—Papá... ¿Estás ahí?—volvió a preguntar.A medida que caminaba, podía sentir como un frío aterrador, peor que el que estaba en el exterior, calaba con agresividad hasta lo más profundo de sus huesos. Sintiéndose con mareo, así como con fiebre, mientras su mordida ardía en aumento, continuó avanzando hasta llegar a la lujosa cocina.Sin embargo, unas bolsas de compras regadas en el piso la asustaro
La alarma, que usualmente despertaba todos los días en la madrugada a Alicia, sonó varias veces sin éxito de despertar a la dueña del celular. No fue sino hasta que la temperatura en su cuerpo subió, que por fin la mujer embaraza se despertó. Mareada, hiperventilando a causa de la fiebre, se levantó un poco, aunque su malestar solo dejó que se apoyara contra el espaldar frío de la cama. Con su visión borrosa, no podía entender donde estaba. Sin embargo, leves recuerdos de lo sucedido antes de llegar a la casa de su padre, así como lo ocurrido con la cuidadora de este, provocó que entrara en pánico. —¡¿Papá?!—lo llamó con un fuerte ardor en la garganta. Pero por más que llamara, era en vano. Comenzando a llorar por el pánico que sentía, frunció el ceño ante las fuertes punzadas de dolor que provenían del brazo donde la habían mordido y que misteriosamente estaba vendado. Jadeando por lo débil que se sentía, tanteó a su alrededor en búsqueda de su móvil, sorprendiéndose que este no