AMOR EN EL FIN DEL MUNDO
AMOR EN EL FIN DEL MUNDO
Por: Snow Pink
CAPÍTULO 1

La noche era tan oscura, que en casi un mes no había salido ni el sol ni la luna. Solo había estado nublado y en algunos momentos lluviosos. El frío resultante, después de una pavorosa tormenta, acompañaba el olor de humedad que había en la lúgubre y solitaria sala de reuniones, en un batallón militar.

"No hay esperanza"

"¡Dios nos ha enviado la plaga!"

"¡El día del llamado prometido ha llegado!"

"¡Hermanos, acudan al encuentro con el señor!"

"¡Dios nos ha castigado, pero perdonado por nuestros pecados!"

Eran las frases que se escuchaban una y otra vez por medio de la radio, en aquella solitaria y tenue sala de reuniones. Un hombre fornido, alto y musculoso, con una barba de días en su rostro y ojeras marcadas profundamente por el cansancio, seguía analizando los mensajes que se repetían en bucle.

Desde que el mundo se había ido a la basura, muy pocas ciudades, como en la que él estaba, habían logrado mantenerse en pie. Sin embargo, todo era gracias a que el ejército había tomado el control de todos los poderes administrativos.

No obstante, a sus superiores le preocupaban que ese tipo de mensajes, en una frecuencia casi que oculta, dieran con un lugar cercano a las instalaciones militares del batallón. Y más que ver a los civiles como supervivientes que debían ser protegidos, estos los consideraban como mano de obra gratis a cambio de asilo y comida.

Ya que habían perdido más de la mitad de la ciudad a causa de los monstruos, debían proteger y resguardar a las personas que quedaban en la otra mitad. Por eso había mandado a su escuadrón, para encontrar el lugar donde acontecería el suicidio masivo, orquestado por un culto misterioso, y detener aquello.

Pero él, quien era el capitán y con mayor razón debía estar allí, fue relevado por uno de sus compañeros de manera provisional. Al parecer uno de sus superiores necesitaba hablar con él, darle unas nuevas órdenes para una misión distinta que involucraba solo a su persona.

El sonido de la puerta de la sala, abriéndose, hizo que apagara la radio y que se levantara para saludar a su superior. Con el típico saludo militar, le dio la bienvenida al general Brigss.

—¡Descanse, capitán!—habló con un poco de suavidad—no hay problema ser casuales estando los dos.

Extrañado porque su superior había traído una sixpack de cervezas, algo extraño debido a que ya el alcohol era un lujo en esos días, Christopher se sentó de nuevo en su pupitre, mientras su superior se sentaba al frente y le brindaba una lata.

—¿Sucede algo, señor?—preguntó aceptando la lata pero sin abrirla—¿señor?

—Dime solo Jack—respondió bebiendo un poco de cerveza—¿puedo tutearte un poco y decirte Chris?

—Sí, Jack—expresó bebiendo solo un trago de la lata.

—¡Ufff! ¡Está muy buena!—dijo un poco rojo—¿Hace cuánto que no bebía una de estas? ¿Diez años? En definitiva, ya no se puede beber así de bien, aunque al menos el fin del mundo ayudó a los alcohólicos a dejar el vicio.

—Sí, igual yo—aseguró degustando un poco más la bebida.

—Chris, te seré sincero—fue directo al grano—los superiores harán un barrido de los apartamentos, para ingresar a gente con influencia en estos. Están pesando en incluir a tu esposa, hijo y a ti en la lista para ser mudados a una de las habitaciones del centro del pabellón.

—¡¿Cómo?!—preguntó nervioso—¡No pueden hacer eso! ¡He cumplido con cada una de las órdenes a la perfección! ¡Mi hijo está enfermo! ¡No puedo meterlo en un lugar más pequeño!

Aquello sería como si metiera a su hijo de apenas seis meses en un ataúd, donde si acaso una cama cabía. Su niño necesitaba un espacio propicio para su recuperación, luego de someterse a quimioterapias tras descubrirse su leucemia.

Si bien su tratamiento lo cubría el ejército, para seguir manteniéndolo, así como el apartamento que le habían dado a su familia, debía cumplir con todas las órdenes a la perfección, sin error alguno. De ser, como decía el general Brigss, ni siquiera su padrastro podría ayudarlo.

—Lastimosamente, los jefes quieren tu espacio para el hijo de un alto mano a cambio de recursos—dijo con la voz seria—pero... he logrado detener eso si cumples con una misión.

—¿Cuál?—cuestionó desesperado—¡Haré lo que sea!

—Escucha bien, Chris—suspiró Jack con pesadez—no es tan fácil, en realidad. Las demás misiones que has cumplido han sido nada en comparación a esta. Sería como si estuvieras vendiendo tu alma al mismo diablo, pero si lo haces al pie de la letra, no solo te dejarán en tu apartamento, sino que también seguirán financiando de manera gratuita el 100% del tratamiento de tu hijo.

Aquellas palabras preocuparon a Christopher, quien ya sabía que el mundo se estaba yendo al mismo infierno y que la misma sociedad, dispuesta a sobrevivir, se había dejado atrapar por la oscuridad. Pero si de verdad decía aquello alguien como el propio general, era porque se trataba de una misión distinta a las otras que había hecho.

—¿Qué tengo que hacer?—preguntó con ansiedad.

—Enamorar y embarazar a Serah Warrick—dijo—la hija de tu padrastro. Una vez ella dé a luz, robar a su hijo y dárselo al ejército.

Christopher quedó pálido ante lo que escuchaba, ya que de hacerlo, entonces, sería él un monstruo peor que los que estaban en la calle, matando solo por instinto. Empezó a sudar frío mientras analizaba aquellas palabras, hacía tan solo poco tiempo que su padrastro que había encontrado a su hija.

No solo eso, sino que la madre de Serah era una científica muy importante en el campo y ambos se habían separado por una tetra orquestada por su propia madre. Por lo que, hacer aquello sería lo más inhumanamente cruel posible.

—¡¿Cómo me piden qué haga eso?!—cuestionó ansioso—¡Apenas es una chica! ¡Hace una semana que cumplió 17 años de edad!

—Porque la sangre de Serah es un arma muy importante para los monstruos allá afuera—le dijo directo—entiendo lo que quieres decirme, más aún sabiendo la difícil situación de tu familia. Pero el ejército no la considera una humana, por lo que les da igual que pases ciertos límites.

Jack tampoco estaba de acuerdo, pero la moral no importaba si era por el bien común. Una vez que el la enamorara, se ganara su confianza y se robara a su bebé, entonces el ejército lo usaría para crear un grupo de supersoldados capaz de luchar más eficientemente contra los monstruos que amenazaban con extinguirlos.

Sin embargo, por más que Christopher intentara encontrar lógica en aquel razonamiento, teniendo en cuenta que el ejército veía con malos ojos a Serah, la cual en efecto no era una humana por completo, entendía el porqué pensaban así.

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