CAPÍTULO 6

La alarma, que usualmente despertaba todos los días en la madrugada a Alicia, sonó varias veces sin éxito de despertar a la dueña del celular. No fue sino hasta que la temperatura en su cuerpo subió, que por fin la mujer embaraza se despertó. 

Mareada, hiperventilando a causa de la fiebre, se levantó un poco, aunque su malestar solo dejó que se apoyara contra el espaldar frío de la cama. Con su visión borrosa, no podía entender donde estaba. Sin embargo, leves recuerdos de lo sucedido antes de llegar a la casa de su padre, así como lo ocurrido con la cuidadora de este, provocó que entrara en pánico. 

—¡¿Papá?!—lo llamó con un fuerte ardor en la garganta. 

Pero por más que llamara, era en vano. Comenzando a llorar por el pánico que sentía, frunció el ceño ante las fuertes punzadas de dolor que provenían del brazo donde la habían mordido y que misteriosamente estaba vendado. 

Jadeando por lo débil que se sentía, tanteó a su alrededor en búsqueda de su móvil, sorprendiéndose que este no se hubiera dañado a causa de la tormenta. Con sus manos temblorosas, quedó sin palabras al notar que había estado un día inconsciente. 

—¡¿Papá?!—volvió a gritar. 

Sin éxito alguno, levantándose como pudo, preocupada de que algo malo le hubiera pasado a su padre, caminó poco a poco hasta la puerta. No sin antes casi caerse, golpeándose un poco el pie contra la esquina de una mesa. 

Intentando respirar pausadamente para calmarse, sosteniéndose ahora sí de las paredes, llegó hasta la puerta y con lentitud giró su picaporte para salir de allí.

Desconcertada por encontrarse en un lugar completamente oscuro, dio unos pasos en búsqueda de algún interruptor, para luego saltar de la sorpresa al ver como las luces se encendían por sensores de movimiento. 

—¡Papá!—gritó más fuerte, sintiendo la fiebre empeorar. 

Sin embargo, todo se veía tan borroso y el vértigo era tan espantoso, que por poco se golpeaba la espalda con la pared. Sin fuerzas ni siquiera para caminar, volvió a la habitación y se recostó de nuevo en la cama. 

Preocupada, triste, adolorida y sola, deseaba con todo su corazón que su padre estuviera allí. Aún dolía su alma por la traición que sufrió por parte de su esposo, y todo lo que había tenido que pasar solo había sido una agravante aún más cruel para una embarazada. 

Aun conociendo la situación en la que estaba, y ya que su padre ni su celular contestaba, no tuvo de otra más que llamar a su aún esposo. Necesitaba de alguien, así fuera que tuviera que aguantarse su orgullo, ahora su hijo en su vientre y su anciano padre eran lo más importante para ella. 

"¡¿Qué diablos haces llamándome?! ¿Acaso no ves que ya no quiero nada contigo? ¡Deja de escribirme y muere devorada por esos malditos monstruos!"

Eran las palabras que le había enviado su esposo, por mensaje de texto, después de intentar llamarlo varias veces. Al parecer él también había sido víctima de aquellas criaturas, pero claro, como se había creído la mentira de que su bebé no era suyo, entonces le daba igual lo que pasara con ella. 

—¿Por qué?—preguntó en un susurro—¿Tan mal la pasaste a mi lado? ¿No te ayudé a que subieras en tu carrera?

Susurró con el corazón roto, observando la fotografía de la boda de los dos en el fondo de pantalla de su celular. Sus lágrimas empeoraban aún más su visión, volviendo a quedar así dormida. Su cuerpo se sentía tan pesado que dejó que su alma fuera arrastrada por mucho tiempo al mundo de los sueños. 

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Las ocho horas que Alicia siguió durmiendo, estuvo sumergida en pesadillas sin aparente fin. Donde veía como inclusive su querido padre, la única persona que le quedaba, se transformaba en un horripilante ser y que se lanzaba a atacar, sin piedad, por su embarazo. 

Debido a que su móvil se había descargado, no fue sino hasta que su cuerpo se lo permitió, aun con fiebre alta, que pudo al fin despertar. Con un poco clara su visión, guiándose por las luces neón de emergencia que había en el techo, se sentó unos minutos para enfocar su mente. 

Fue así como pudo visualizar, entre la penumbra, una nota pegada a la pantalla de un computador, la cual pudo observar que tenía la letra de su padre. Con lentitud, se acercó hasta esta y viendo que en la mesa había una lámpara de noche, logró encenderla para así poder leer mejor el contenido de la carta:

"En el computador encontrarás todas las respuestas, hija mía. Perdóname, por mi culpa las he arrastrado a ambas a un futuro lleno de oscuridad. Solo espero que mi nieta pueda crecer como una humana normal, independiente a todo. Recuerda Alice, ¡NO CONFÍES EN EL EJÉRCITO!"

Jadeando un poco menos, pero aun con fiebre, temiendo que algo malo hubiera pasado, obedeció la misiva de su padre y encendió el ordenador. Increíblemente, este estaba desbloqueado, algo raro siendo que su padre era muy cauteloso con sus cosas. 

Al observar la pantalla, lo único que había allí era un icono de un archivo mp4, el cual contenía el título "Para Alicia". Extrañada, con su corazón latiendo a mil por hora, dio clic en este para de inmediato el reproductor comenzará a reproducirlo. 

En el vídeo se mostraba a su padre, vestido con su típica bata de laboratorio, un poco más joven. Según lo que veía en los metadatos del archivo, había sido grabado hacía apenas ocho años, antes de que comenzara a sufrir los síntomas de la demencia senil propia de la vejez. 

Los primeros dos minutos del vídeo, lo mostraban con la cabeza gacha, mientras ocultaba con vergüenza su rostro entre sus manos. Se veía demacrado, como si hubiera trabajado en algo que al final nunca rindió sus frutos. 

Aquello hizo que se acongojara aún más su corazón, pero lo que escucharía a continuación de su padre, una vez tomó la suficiente fuerza como para ver directamente a la cámara, con sus ojos llorosos, le helaría por completo la sangre. 

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