La alarma, que usualmente despertaba todos los días en la madrugada a Alicia, sonó varias veces sin éxito de despertar a la dueña del celular. No fue sino hasta que la temperatura en su cuerpo subió, que por fin la mujer embaraza se despertó.
Mareada, hiperventilando a causa de la fiebre, se levantó un poco, aunque su malestar solo dejó que se apoyara contra el espaldar frío de la cama. Con su visión borrosa, no podía entender donde estaba. Sin embargo, leves recuerdos de lo sucedido antes de llegar a la casa de su padre, así como lo ocurrido con la cuidadora de este, provocó que entrara en pánico.
—¡¿Papá?!—lo llamó con un fuerte ardor en la garganta.
Pero por más que llamara, era en vano. Comenzando a llorar por el pánico que sentía, frunció el ceño ante las fuertes punzadas de dolor que provenían del brazo donde la habían mordido y que misteriosamente estaba vendado.
Jadeando por lo débil que se sentía, tanteó a su alrededor en búsqueda de su móvil, sorprendiéndose que este no se hubiera dañado a causa de la tormenta. Con sus manos temblorosas, quedó sin palabras al notar que había estado un día inconsciente.
—¡¿Papá?!—volvió a gritar.
Sin éxito alguno, levantándose como pudo, preocupada de que algo malo le hubiera pasado a su padre, caminó poco a poco hasta la puerta. No sin antes casi caerse, golpeándose un poco el pie contra la esquina de una mesa.
Intentando respirar pausadamente para calmarse, sosteniéndose ahora sí de las paredes, llegó hasta la puerta y con lentitud giró su picaporte para salir de allí.
Desconcertada por encontrarse en un lugar completamente oscuro, dio unos pasos en búsqueda de algún interruptor, para luego saltar de la sorpresa al ver como las luces se encendían por sensores de movimiento.
—¡Papá!—gritó más fuerte, sintiendo la fiebre empeorar.
Sin embargo, todo se veía tan borroso y el vértigo era tan espantoso, que por poco se golpeaba la espalda con la pared. Sin fuerzas ni siquiera para caminar, volvió a la habitación y se recostó de nuevo en la cama.
Preocupada, triste, adolorida y sola, deseaba con todo su corazón que su padre estuviera allí. Aún dolía su alma por la traición que sufrió por parte de su esposo, y todo lo que había tenido que pasar solo había sido una agravante aún más cruel para una embarazada.
Aun conociendo la situación en la que estaba, y ya que su padre ni su celular contestaba, no tuvo de otra más que llamar a su aún esposo. Necesitaba de alguien, así fuera que tuviera que aguantarse su orgullo, ahora su hijo en su vientre y su anciano padre eran lo más importante para ella.
"¡¿Qué diablos haces llamándome?! ¿Acaso no ves que ya no quiero nada contigo? ¡Deja de escribirme y muere devorada por esos malditos monstruos!"
Eran las palabras que le había enviado su esposo, por mensaje de texto, después de intentar llamarlo varias veces. Al parecer él también había sido víctima de aquellas criaturas, pero claro, como se había creído la mentira de que su bebé no era suyo, entonces le daba igual lo que pasara con ella.
—¿Por qué?—preguntó en un susurro—¿Tan mal la pasaste a mi lado? ¿No te ayudé a que subieras en tu carrera?
Susurró con el corazón roto, observando la fotografía de la boda de los dos en el fondo de pantalla de su celular. Sus lágrimas empeoraban aún más su visión, volviendo a quedar así dormida. Su cuerpo se sentía tan pesado que dejó que su alma fuera arrastrada por mucho tiempo al mundo de los sueños.
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Las ocho horas que Alicia siguió durmiendo, estuvo sumergida en pesadillas sin aparente fin. Donde veía como inclusive su querido padre, la única persona que le quedaba, se transformaba en un horripilante ser y que se lanzaba a atacar, sin piedad, por su embarazo.
Debido a que su móvil se había descargado, no fue sino hasta que su cuerpo se lo permitió, aun con fiebre alta, que pudo al fin despertar. Con un poco clara su visión, guiándose por las luces neón de emergencia que había en el techo, se sentó unos minutos para enfocar su mente.
Fue así como pudo visualizar, entre la penumbra, una nota pegada a la pantalla de un computador, la cual pudo observar que tenía la letra de su padre. Con lentitud, se acercó hasta esta y viendo que en la mesa había una lámpara de noche, logró encenderla para así poder leer mejor el contenido de la carta:
"En el computador encontrarás todas las respuestas, hija mía. Perdóname, por mi culpa las he arrastrado a ambas a un futuro lleno de oscuridad. Solo espero que mi nieta pueda crecer como una humana normal, independiente a todo. Recuerda Alice, ¡NO CONFÍES EN EL EJÉRCITO!"
Jadeando un poco menos, pero aun con fiebre, temiendo que algo malo hubiera pasado, obedeció la misiva de su padre y encendió el ordenador. Increíblemente, este estaba desbloqueado, algo raro siendo que su padre era muy cauteloso con sus cosas.
Al observar la pantalla, lo único que había allí era un icono de un archivo mp4, el cual contenía el título "Para Alicia". Extrañada, con su corazón latiendo a mil por hora, dio clic en este para de inmediato el reproductor comenzará a reproducirlo.
En el vídeo se mostraba a su padre, vestido con su típica bata de laboratorio, un poco más joven. Según lo que veía en los metadatos del archivo, había sido grabado hacía apenas ocho años, antes de que comenzara a sufrir los síntomas de la demencia senil propia de la vejez.
Los primeros dos minutos del vídeo, lo mostraban con la cabeza gacha, mientras ocultaba con vergüenza su rostro entre sus manos. Se veía demacrado, como si hubiera trabajado en algo que al final nunca rindió sus frutos.
Aquello hizo que se acongojara aún más su corazón, pero lo que escucharía a continuación de su padre, una vez tomó la suficiente fuerza como para ver directamente a la cámara, con sus ojos llorosos, le helaría por completo la sangre.
Suspirando con pesadez, aclarándose un poco la garganta, a su padre le tomó varias veces hablar hasta que finalmente, estallando en llanto, lo hizo. Algo que su padre, desde que había quedado huérfana de madre desde niña, evitaba hacer en frente de ella. —Hoy, 31 de diciembre de 2016, he comenzado a grabar este archivo para mi hija, Alicia—dijo con la voz quebrada—estas son las memorias de mi declaración, como uno de los culpables del posible fin de la humanidad. Hija mía, si estás viendo esto, perdóname por favor. Su padre comenzó explicándole donde estaba, al parecer era un bunquer subterráneo, donde él había comenzado a construir un laboratorio a espaldas del gobierno. Cómo lo había hecho, no lo sabía, pero era tanto el dinero que había ganado que no le extrañaba que fuera usando todos sus ahorros. —En este bunquer he intentado, en vano, encontrar una cura para el mal que hemos creado—dijo rascándose con culpa su desordenado cabello—pero si la situación se agrava, es porque fall
La orden era clara de sus superiores para el resto de miembros del ejército que había en el batallón: resguardar a su personal científico, y poner a salvo a personas con alta influencia en la política. La orden también cubría a Conrad Warrick, y su hija, Alicia. No obstante, su corazón, por primera vez desde que se casó con aquella mujer adultera, se había movido ante el dolor que sintió luego de escuchar sobre la explosión que había ocurrido en la villa de su aún suegro, encontrándose con el cuerpo fallecido de este. Ocultando su preocupación, había intentado encontrar su celular y poder así comunicarse con Alicia, quien seguía desaparecida. No fue sino hasta la noche del día siguiente a su llegada al batallón, que encontró destrozado su celular en el piso de la habitación que le habían dado. —¡Sasha!—expresó en un grito—¿Qué ocurrió?Su amante, quien tenía las náuseas propias de su embarazo al quinto mes, se acercó temblorosa debido al malestar y confundida vio el celular del pad
Alicia suspiró de alegría, pese a lo débil que estaba, al ver que aquella habitación se trataba de una pequeña cocina y una cafetería para cuatro o cinco personas. Con emoción, corrió hasta una alacena dentro de la cocina, donde había una pequeña guarnición de fideos instantáneos. Aunque toda su vida como adulta, en especial desde que se había enterado de su embarazo, había procurado comer cosas sanas, se acercó con rapidez hacia aquellos fideos instantáneos, pese a que sabía muy bien no eran lo más sano. Usando un grifo el cual servía agua caliente, en menos de tres minutos estaba comenzando a devorar con impaciencia un tazón grande de fideos. —¡Gracias, papá!—dijo devorando su segundo tazón. Notando que en el escurridor había una loza puesta, supuso que su padre había estado allí adentro antes de que todo ese desastre ocurriera. Buscando un poco de agua fría, sintió como un oasis el agua helada que salía del filtro. Aquello se había sentido tan bien, comida era comida y p
Extrañando la practicidad y objetividad de su padre, Alicia tenía en mente que debía seguir viva para al menos devolver el sacrificio que hizo su padre. Más allá de todo el dinero que se gastó o de como murió, ahora por él debía hacer todo lo posible para sobrevivir y traer a aquel mundo a su bebé, del cual aún desconocía su género. Colocando la tarjeta llave en la puerta que daba al segundo piso, notó que una escalera se desplegaban varios metros bajo el suelo, provocando que fuera un poco respirar, de no ser por el sistema de ventilación que su padre había mandado a instalar. Una vez terminó de bajar las escaleras, se encontró enfrentada con tres puertas, una a su izquierda, que tenía el letrero "área médica" y la otra, en frente de ella, que tenía el letrero de "subterráneo". La última puerta, a su derecha, indicaba "área de descanso". Con curiosidad, abrió la cerradura electrónica de la puerta a su izquierda.—¿Cómo?—espetó sorprendida. De acuerdo a lo que sus ojos veían, y seg
Aunque sabía que la ignorancia era una perdición en aquellos momentos, donde lo que alcanzaba a escuchar en la radio eran solo noticias devastadoras de la superficie, por un momento había decidido ser egoísta y solo pensar en ella.Ya después tendría tiempo de analizar más en profundidad lo que estaba ocurriendo, pero lo que escuchó en aquella nota hizo que su piel se erizara. La voz de su padre la desconcertó, recordándole por un segundo el luto que aún tenía en su corazón por la muerte de este. —Alicia, si estás escuchando esto, significa que has comenzado a notar los cambios en tu cuerpo—la voz de su padre habló bastante cansada—el sistema tiene la orden de solo mostrarte este archivo en caso dado que los análisis correspondan a tu sangre, así que no tienes de qué asustarte. La voz de su padre se quebró ligeramente antes de continuar, aunque era solo un archivo de audio, escucharlo de esa forma, de manera tan desesperanzada, hacía que su alma se rompiera aún más. —No te asustes,
Alicia no pudo seguir observando más, agradeciendo que la cinta se hubiera acabado de golpe. Aquel susto hizo que le doliera un poco su vientre, así como su pecho. Pálida, se acercó hasta el minibar y tomando una botella fría con agua, se sentó un rato en su cama. Alicia se quedó inmóvil, sintiendo cómo el miedo la invadía. Había escuchado rumores de tecnologías alienígenas y teorías conspirativas, pero nunca imaginó que su padre estuviera involucrado en algo tan aterrador.No obstante, aquello era quizá lo más "lógico" dentro de aquella locura. Aún debía seguir indagando en el sistema, para encontrar el sentido a todo aquello que decía su padre y la razón por la cual hablaba tan literalmente sobre que aquello era un mal sacado del propio infierno. Alicia cerró los ojos y respiró hondo, procesando lo que acababa de escuchar y ver. No podía negar lo que sus ojos veían, desde el primer momento que había sido atacada, debía aceptar la realidad, por más loca que fuera. Pero, ¿aquello e
Alicia terminó de escuchar el vídeo de su padre, así como las notas de este. Dejando que el eco de sus palabras resonara en su mente. Cerró los ojos y respiró profundamente. No pudo evitar derramar algunas lágrimas en memoria de Conrad. —Lo que debiste haber sufrido, papá...—susurró apagando el computador. Estaba cansada, aún seguía en recuperación, la infección de su cuerpo, si bien controlada gracias a la "vacuna" o, mejor dicho, ralentizador que había hecho su padre, evitaba su muerte, seguía haciendo difícil que soportara despierta su estado. Al parecer, según había investigado más en profundidad los archivos de lo que su padre había inyectado en su organismo, aquello no era una vacuna tal cual. Pero, era cierto que la estaba ayudando.Por lo que, teniendo en mente que debía seguir profundizando en lo que estaba dejando, planeó levantarse en la madrugada para seguir trabajando. Después de una breve, pero liberadora ducha. Donde tenía organizado solo ducharse por diez minutos,
Luego de intentar en vano dormir un poco más, Alicia se despertó por completo, faltan poco para las cinco de la mañana. Si bien no era propio para una embarazada dormir tampoco, el tiempo era oro para ella. Alicia se levantó de la cama con pesadez, su mente todavía nublada por los recuerdos.La amargura seguía anclada en su pecho, pero sabía que no podía permitirse perder el enfoque. Su prioridad era sobrevivir y proteger a su hija. Caminó hacia el escritorio, encendiendo la lámpara portátil. Contabilizando un poco el tiempo, se dispuso a prepararse algo sencillo para desayunar mientras trabajaba. Ese día debía ser eficiente, ya que era el día en que hacía un chequeo periódico a cada uno de los sistemas, así como contabilizaba los recursos que había gastado. De modo que, aunque estuviera ocupada trabajando, aquello le permitiría no tener sorpresas desagradables a futuro. Alicia tomó un bol de avena y lo mezcló con un poco de leche en polvo. Era un desayuno sencillo, pero nutritivo,