CAPÍTULO 9

Alicia suspiró de alegría, pese a lo débil que estaba, al ver que aquella habitación se trataba de una pequeña cocina y una cafetería para cuatro o cinco personas.

Con emoción, corrió hasta una alacena dentro de la cocina, donde había una pequeña guarnición de fideos instantáneos.

Aunque toda su vida como adulta, en especial desde que se había enterado de su embarazo, había procurado comer cosas sanas, se acercó con rapidez hacia aquellos fideos instantáneos, pese a que sabía muy bien no eran lo más sano.

Usando un grifo el cual servía agua caliente, en menos de tres minutos estaba comenzando a devorar con impaciencia un tazón grande de fideos.

—¡Gracias, papá!—dijo devorando su segundo tazón.

Notando que en el escurridor había una loza puesta, supuso que su padre había estado allí adentro antes de que todo ese desastre ocurriera. Buscando un poco de agua fría, sintió como un oasis el agua helada que salía del filtro.

Aquello se había sentido tan bien, comida era comida y p
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