Sumido en sus pensamientos, Albert no presintió llegar el vaso que Sasha le había lanzado, después de este ingresar a la habitación de ella. El antiguo cuarto que ambos compartían se sentía tan frío; sin embargo, el dolor por el objeto estrellándose contra su frente, así como la sangre caer poco a poco, hizo que aquel frío se sintiera peor. —¡Sasha!—gritó colocando una mano en el corte—¡¿Pero qué haces?!—¡Dios, Albert!—expresó nerviosa—¡No quería golpearte!Sasha, pálida, fingiendo estar enferma, se acercó temerosa hasta Albert. La mujer parecía un gato recién lastimado, cuando en realidad había sido ella la que provocó el altercado. Sin embargo, también se sentía enojada y traicionada. No entendía por qué el comandante del pabellón había autorizado la salida del padre de su hijo, pese a todo el dinero que le había estado pasando. Por días había llamado, pero todo era en vano, al parecer aquella decisión era irrevocable. Sin entender lo que estaba pasando, tenía que hacer uso del
Sasha estaba enojada, tanto que le costaba mantener su fachada manipuladora en frente de Albert. Por primera vez, aquel control que ella sentía seguro de mantener a largo plazo, estaba tambaleando. Por nada en el mundo, Albert parecía cambiar de opinión. —¿Es por ella?—cuestionó molesta—no quieres negarte a la expedición, ¿por qué quieres encontrar a Alicia?Albert se detuvo, con el corazón palpitando a todo dar. Con la mano, aun en la perilla de la puerta, miles de imágenes de Alicia se cruzaron por su cabeza, incluyendo de cuando ella estaba en embarazo. En definitiva, no era lo mismo que un tercero le increpara sobre sus intenciones. —Yo...yo—susurró intentando buscar alguna respuesta. —¡Dame la cara, Albert!—expresó aumentando el llanto—¿nos abandonas por ella? ¿Por la mujer que te fue infiel y te quería engañar con un hijo falso?Si lo analizaba de ese modo, Sasha tenía razón. Pese a todo lo que estaba sintiendo, exacerbado aún más después de aquel sueño, su sentimiento de cul
El helicóptero volaba alto, evitando llamar la atención de los infectados que vagaban por las zonas cercanas. Albert mantenía la mirada fija en la ventana, observando cómo el paisaje urbano destruido por los enfrentamientos y el avance de la naturaleza. Poco a poco, el científico militar y padre de posiblemente dos niños de la misma edad, vislumbraba a lo lejos la frontera entre la ciudad y el bosque que lo rodeaba. No obstante, el peso de las palabras de Sasha seguía presente en su mente, pero ahora lo acompañaba una inquietud mayor. ¿Por qué sus superiores parecían tan interesados en enviarlo a una misión que, en teoría, no debía requerir su presencia?Bien, era algo que quiso ignorar, pero ahora no podía hacerlo más. Era uno de los mejores científicos, enviarlo a campo y recolectar muestras, así como mayor información, recogerías más frutos que alguno de sus subordinados. Sin embargo, era cierto lo extraño que resultaba ser que, después de tanta negativa, por fin se le diera el av
Finalmente, llegaron a la entrada de la instalación. Era un edificio pequeño, cubierto de vegetación y con señales evidentes de abandono. El capitán forzó la puerta, permitiendo que todos entraran antes de cerrarla de golpe.Dentro, el aire era denso y pesado, cargado con el olor de materiales químicos en descomposición. Albert encendió una linterna, iluminando las paredes cubiertas de grafitis y documentos desgastados.—Este lugar… ¿Es una de las entradas a los túneles?—cuestionó dudoso. Según lo que recordaba, tanto el cómo varios soldados del escuadrón, había ciertas entradas similares a las entradas de un subterráneo, escondida en la vegetación, que permitían acceso más rápido para los soldados de la alianza en la segunda gran guerra. —Capitán—escuchó decir por parte del teniente—si los túneles aún siguen... podemos atajar camino y llegar a la zona más cercana al objetivo. El capitán de su escuadrón asintió, observando el mapa de los alrededores. En efecto, si era cierto aquell
Mientras Aiden se encontraba con Alicia, Glorym pasaba un rato jugando con su pequeña hija. Era increíble cómo, después de tanto tiempo y de todo lo que tuvo que pasar, aquella mujer pudiera dar a luz a una niña "bendita" como lo era Serah. —¿Baba?—preguntó jugando con un conejo hecho con medias. —Tu mami está descansando—dijo acariciando su regordeta y rojiza mejilla—tranquila, ella vendrá pronto. Serah, curiosa al ver a una persona distinta a su madre, sonrió con ingenuidad y alzando sus brazos, mientras era cargada en la cama de la oficina de Alicia, logró bajarle la capucha a Glorym. De inmediato quedó absorta ante lo bella que era. Parecía ser un hada, cómo esas que su madre le dibujaba. Su cabello rubio cenizo, enmarcaba muy bien su piel blanca y sus ojos de distintos colores: rosado en el izquierdo, y azul verdoso en el derecho. Al observarla por varios segundos, Serah aplaudió mientras sonreía. —¿La pequeña Serah es muy curiosa, eh?—preguntó acariciando su cabeza—¡Qué niñ
La noche era tan oscura, que en casi un mes no había salido ni el sol ni la luna. Solo había estado nublado y en algunos momentos lluviosos. El frío resultante, después de una pavorosa tormenta, acompañaba el olor de humedad que había en la lúgubre y solitaria sala de reuniones, en un batallón militar."No hay esperanza""¡Dios nos ha enviado la plaga!""¡El día del llamado prometido ha llegado!""¡Hermanos, acudan al encuentro con el señor!""¡Dios nos ha castigado, pero perdonado por nuestros pecados!"Eran las frases que se escuchaban una y otra vez por medio de la radio, en aquella solitaria y tenue sala de reuniones. Un hombre fornido, alto y musculoso, con una barba de días en su rostro y ojeras marcadas profundamente por el cansancio, seguía analizando los mensajes que se repetían en bucle.Desde que el mundo se había ido a la basura, muy pocas ciudades, como en la que él estaba, habían logrado mantenerse en pie. Sin embargo, todo era gracias a que el ejército había tomado el c
Pero su padrastro, quien era el padre biológico de su medio hermano, había sufrido mucho por la separación con su primera esposa. Su alegría volvió por completo al tener de nuevo a su hija perdida, tampoco podía hacerle tal atrocidad a él.17 AÑOS ANTES...Sin poder contener las lágrimas, mientras el cielo nocturno era azotado por una cruel tormenta que ocultaba a medias algunos sonidos de explosiones y sirenas de policía, una mujer se encontraba tirada en el fino piso de su apartamento.Jamás pensó que, aquel hombre que tanto había amado, un prominente científico militar, y que su padre le había ayudado a acordar un matrimonio con este, la odiara tanto que inclusive pudiera darle una cachetada estando embarazada de su hijo.“¡Atención! ¡Noticia de última hora! Se ha presentado una serie de explosiones en varias clínicas de la ciudad, así como desmanes ocasionados por un grupo de varias personas en varias vías principales. Se recomienda, mientras la tormenta siga, no salir de los luga
El pobre hombre solo vio sus ojos negros y su mandíbula sangrante, antes de sucumbir ante la enorme fuerza sobrehumana con la que este se había lanzado en su contra.—¡Ah!—gritó sintiendo un dolor punzante en su vientre.Alicia gritó, el caos había llegado hasta ella, el acompañante del conductor había salido de manera errática y se había lanzado esta vez contra el capó de su auto, rompiendo una parte del parabrisas con su frente. Viendo como su atacante, con una herida que debía haberlo dejado inconsciente, gruñía en frente de ella, arrancó enseguida su automóvil.Llevándose consigo al copiloto del otro carro, Alicia aceleró, siguiendo su camino por una ruta alternativa que había tomado sin querer a causa del susto. Temblando al recordar lo que había visto, como el piloto había atacado al policía y como arrancaba trozos de carne de su cuello, con sus propios dientes, cerró con sus dedos temblorosos la ventanilla que aún permanecía abierta.Alicia seguía conduciendo a toda velocidad,