Alicia buscó la llave bajo una maceta, como su padre solía esconderla. Sus manos temblorosas finalmente la encontraron, y rápidamente abrió la puerta, cerrándola de golpe tras de sí.
Dentro, la casa estaba sumida en penumbras. Un olor extraño flotaba en el aire, como humedad mezclada con algo metálico. Alicia avanzó lentamente, llamando a su padre con voz baja. —¿Papá? Soy yo... Alicia—llamó en medio del llanto—¿papito? De pronto, un sonido vino desde el piso superior, como un mueble arrastrándose. Alicia apretó el b**e con fuerza, su corazón latiendo con fuerza mientras subía las escaleras. —Papá... ¿Estás ahí?—volvió a preguntar. A medida que caminaba, podía sentir como un frío aterrador, peor que el que estaba en el exterior, calaba con agresividad hasta lo más profundo de sus huesos. Sintiéndose con mareo, así como con fiebre, mientras su mordida ardía en aumento, continuó avanzando hasta llegar a la lujosa cocina. Sin embargo, unas bolsas de compras regadas en el piso la asustaron, ya que estas y el resto del lugar estaban cubiertas con sangre. Caminando con cuidado, escuchando un gruñido, fue hasta uno de los interruptores para finalmente encontrarse algo que detuvo un momento su corazón. Con su cabello escurriendo agua, sus ojos llorosos observaron a una mujer vestida con el uniforme de servicio, lleno de sangre, golpeándose contra la pared al lado del nevecón. —¿Señora Lisa?—llamó asustada a la cuidadora de su padre. Cuando la llamó por su nombre, la mujer se detuvo, pero con un gruñido gutural, comenzó a girar su cabeza, notando así la enorme mordida que tenía en su hombro y en su mejilla izquierda. Sintiendo que se ahogaba, se quiso defender antes de que ella se le abalanzara encima. No obstante, la mujer, quien era más fuerte que las otras personas monstruosas, no se inmutó ante aquel golpe. Solo se tambaleó hacia atrás antes de seguir su camino hasta donde ella y con una destreza impresionante saltar encima de ella. Perdiendo el equilibrio, Alicia se golpeó con fuerza la espalda y parte de su nuca, mientras con su brazo herido intentaba defenderse de la mordida de la señora Lisa. Sin embargo, un fuerte destello, seguido de un ruido, fue lo único que presenció antes de perder la consciencia. —¡Suéltala, Lisa!—la voz de su padre resonó en la oscuridad de su inconsciencia. Escuchando a lo lejos su voz, como un leve eco en medio de una inmensa caverna subterránea, pudo abrir poco a poco sus ojos y, pese a lo borrosa que estaba su visión, notó como la señora lisa estaba tirada en el piso, mientras su padre le disparaba varias veces en la cabeza. —Papá...—susurró Alice. El anciano veterano, de casi ochenta años, había luchado desde la mañana contra su sirvienta infectada. No había podido llamar a su hija para ponerla en advertencia; sin embargo, al verla siendo atacada, no le importó necesitar de su silla de ruedas para caminar. —¡Hija!—gritó asustado al ver que le han mordido su brazo—¿hace cuánto tiempo te mordieron? —No... lo sé—respondió desorientada. Sintiéndose como se asfixiaba, necesitando con urgencia su tanque de oxígeno, el hombre ocultó que él también había sido mordido y puso como pudo el cuerpo de su hija en la silla de ruedas, empujándola hasta llegar a su estudio en el primer piso. Si algo le había dado el ejército, aparte de mucho dinero, tras haber trabajado con estos por más de cincuenta años, fue una mente calculadora. Conociendo a la perfección lo que estaba ocurriendo en la ciudad, oprimió un botón debajo de su escritorio, el cual abrió una compuerta secreta detrás de un librero. Entre lagunas, Alice podía observar como su pálido y cansado padre la llevaba hasta lo que parecía ser un pequeño ascensor, para luego entrar y cerrar la puerta con prisa. A partir de allí, todo se puso oscuro para ella. . . . . El padre de Alice, Conrad Warrick, llevó a su hija hasta el último piso de su villa, donde tenía ubicada una de las entradas subterráneas del bunquer que había mandado a hacer después de haber comprado el terreno de la villa. Sabía muy bien, por su conexión con el ejército, que era cuestión de tiempo para que algo saliera mal. Habiendo estado involucrado el origen de todo, pasó más de ocho años desarrollando una "cura" experimental, que no había sido sino hasta ayer en la noche que había logrado sintetizar. Sin embargo, aunque al principio quería usarla para el mismo, no contaba con que su hija saliera afectada. Sabiendo que era cuestión de tiempo para que su cuerpo ya no aguantara más y siendo apenas un anciano, decidió que lo mejor sería darle la única "cura" que había hecho a su hija. Con su garganta amarga, ya que sabía que dentro de poco no la volvería a ver más, al menos quería hacer algo por ella siendo aún humana. —Lo siento—dijo al borde del llanto—todo esto ha sido mi culpa. Con mucho esfuerzo, sintiendo como su fiebre aumentaba, colocó el cuerpo de su hija dormida encima de la cama que había en la oficina que estaba en el búnquer. Allí, sacándola de un pequeño refrigerador, sacó un maletín el cual tenía una ampolla experimental y una jeringa con una aguja bastante larga. Presintiendo que le dolería, Conrad lo inyectó rápido, provocando en efecto que su hija comenzara a retorcerse del dolor. Llorando, se colocó en su silla de ruedas, mientras se colocaba su mascarilla de oxígeno. Viendo que dentro de poco era hora para que el mismo sucumbiera a aquel mal, escribió una nota para Alice."En el computador encontrarás todas las respuestas, hija mía. Perdóname, por mi culpa las he arrastrado a ambas a un futuro lleno de oscuridad. Solo espero que mi nieta pueda crecer como una humana normal, independiente a todo. Recuerda Alice, ¡NO CONFÍES EN EL EJÉRCITO!" Con tristeza, comenzando a derramar lágrimas, salió de la oficina rumbo al ascensor. Pasando por distintos sistemas de seguridad, provocó que el ascensor que daba acceso a esa entrada se bloqueara desde afuera, de modo que nada ni nadie pudiera perturbar a su hija. Deteniéndose con brusquedad, comenzó a toser sangre, alarmándose por lo rápido que estaba siendo todo en su cuerpo, pese a los cuidados de años que tuvo. Por eso, apresurándose, volvió a la cocina y dejó abierto todas las llaves de gas. Escuchando el tic tac de su reloj de pulso, antes de perder la conciencia por completo, notando el fuerte olor de gas que inundaba el lugar, encendió una cerilla, la cual provocó una fuerte explosión que resonó, aun en contra de la tormenta que hacía.La alarma, que usualmente despertaba todos los días en la madrugada a Alicia, sonó varias veces sin éxito de despertar a la dueña del celular. No fue sino hasta que la temperatura en su cuerpo subió, que por fin la mujer embaraza se despertó. Mareada, hiperventilando a causa de la fiebre, se levantó un poco, aunque su malestar solo dejó que se apoyara contra el espaldar frío de la cama. Con su visión borrosa, no podía entender donde estaba. Sin embargo, leves recuerdos de lo sucedido antes de llegar a la casa de su padre, así como lo ocurrido con la cuidadora de este, provocó que entrara en pánico. —¡¿Papá?!—lo llamó con un fuerte ardor en la garganta. Pero por más que llamara, era en vano. Comenzando a llorar por el pánico que sentía, frunció el ceño ante las fuertes punzadas de dolor que provenían del brazo donde la habían mordido y que misteriosamente estaba vendado. Jadeando por lo débil que se sentía, tanteó a su alrededor en búsqueda de su móvil, sorprendiéndose que este no
Suspirando con pesadez, aclarándose un poco la garganta, a su padre le tomó varias veces hablar hasta que finalmente, estallando en llanto, lo hizo. Algo que su padre, desde que había quedado huérfana de madre desde niña, evitaba hacer en frente de ella. —Hoy, 31 de diciembre de 2016, he comenzado a grabar este archivo para mi hija, Alicia—dijo con la voz quebrada—estas son las memorias de mi declaración, como uno de los culpables del posible fin de la humanidad. Hija mía, si estás viendo esto, perdóname por favor. Su padre comenzó explicándole donde estaba, al parecer era un bunquer subterráneo, donde él había comenzado a construir un laboratorio a espaldas del gobierno. Cómo lo había hecho, no lo sabía, pero era tanto el dinero que había ganado que no le extrañaba que fuera usando todos sus ahorros. —En este bunquer he intentado, en vano, encontrar una cura para el mal que hemos creado—dijo rascándose con culpa su desordenado cabello—pero si la situación se agrava, es porque fall
La orden era clara de sus superiores para el resto de miembros del ejército que había en el batallón: resguardar a su personal científico, y poner a salvo a personas con alta influencia en la política. La orden también cubría a Conrad Warrick, y su hija, Alicia. No obstante, su corazón, por primera vez desde que se casó con aquella mujer adultera, se había movido ante el dolor que sintió luego de escuchar sobre la explosión que había ocurrido en la villa de su aún suegro, encontrándose con el cuerpo fallecido de este. Ocultando su preocupación, había intentado encontrar su celular y poder así comunicarse con Alicia, quien seguía desaparecida. No fue sino hasta la noche del día siguiente a su llegada al batallón, que encontró destrozado su celular en el piso de la habitación que le habían dado. —¡Sasha!—expresó en un grito—¿Qué ocurrió?Su amante, quien tenía las náuseas propias de su embarazo al quinto mes, se acercó temblorosa debido al malestar y confundida vio el celular del pad
Alicia suspiró de alegría, pese a lo débil que estaba, al ver que aquella habitación se trataba de una pequeña cocina y una cafetería para cuatro o cinco personas. Con emoción, corrió hasta una alacena dentro de la cocina, donde había una pequeña guarnición de fideos instantáneos. Aunque toda su vida como adulta, en especial desde que se había enterado de su embarazo, había procurado comer cosas sanas, se acercó con rapidez hacia aquellos fideos instantáneos, pese a que sabía muy bien no eran lo más sano. Usando un grifo el cual servía agua caliente, en menos de tres minutos estaba comenzando a devorar con impaciencia un tazón grande de fideos. —¡Gracias, papá!—dijo devorando su segundo tazón. Notando que en el escurridor había una loza puesta, supuso que su padre había estado allí adentro antes de que todo ese desastre ocurriera. Buscando un poco de agua fría, sintió como un oasis el agua helada que salía del filtro. Aquello se había sentido tan bien, comida era comida y p
Extrañando la practicidad y objetividad de su padre, Alicia tenía en mente que debía seguir viva para al menos devolver el sacrificio que hizo su padre. Más allá de todo el dinero que se gastó o de como murió, ahora por él debía hacer todo lo posible para sobrevivir y traer a aquel mundo a su bebé, del cual aún desconocía su género. Colocando la tarjeta llave en la puerta que daba al segundo piso, notó que una escalera se desplegaban varios metros bajo el suelo, provocando que fuera un poco respirar, de no ser por el sistema de ventilación que su padre había mandado a instalar. Una vez terminó de bajar las escaleras, se encontró enfrentada con tres puertas, una a su izquierda, que tenía el letrero "área médica" y la otra, en frente de ella, que tenía el letrero de "subterráneo". La última puerta, a su derecha, indicaba "área de descanso". Con curiosidad, abrió la cerradura electrónica de la puerta a su izquierda.—¿Cómo?—espetó sorprendida. De acuerdo a lo que sus ojos veían, y seg
Aunque sabía que la ignorancia era una perdición en aquellos momentos, donde lo que alcanzaba a escuchar en la radio eran solo noticias devastadoras de la superficie, por un momento había decidido ser egoísta y solo pensar en ella.Ya después tendría tiempo de analizar más en profundidad lo que estaba ocurriendo, pero lo que escuchó en aquella nota hizo que su piel se erizara. La voz de su padre la desconcertó, recordándole por un segundo el luto que aún tenía en su corazón por la muerte de este. —Alicia, si estás escuchando esto, significa que has comenzado a notar los cambios en tu cuerpo—la voz de su padre habló bastante cansada—el sistema tiene la orden de solo mostrarte este archivo en caso dado que los análisis correspondan a tu sangre, así que no tienes de qué asustarte. La voz de su padre se quebró ligeramente antes de continuar, aunque era solo un archivo de audio, escucharlo de esa forma, de manera tan desesperanzada, hacía que su alma se rompiera aún más. —No te asustes,
Alicia no pudo seguir observando más, agradeciendo que la cinta se hubiera acabado de golpe. Aquel susto hizo que le doliera un poco su vientre, así como su pecho. Pálida, se acercó hasta el minibar y tomando una botella fría con agua, se sentó un rato en su cama. Alicia se quedó inmóvil, sintiendo cómo el miedo la invadía. Había escuchado rumores de tecnologías alienígenas y teorías conspirativas, pero nunca imaginó que su padre estuviera involucrado en algo tan aterrador.No obstante, aquello era quizá lo más "lógico" dentro de aquella locura. Aún debía seguir indagando en el sistema, para encontrar el sentido a todo aquello que decía su padre y la razón por la cual hablaba tan literalmente sobre que aquello era un mal sacado del propio infierno. Alicia cerró los ojos y respiró hondo, procesando lo que acababa de escuchar y ver. No podía negar lo que sus ojos veían, desde el primer momento que había sido atacada, debía aceptar la realidad, por más loca que fuera. Pero, ¿aquello e
Alicia terminó de escuchar el vídeo de su padre, así como las notas de este. Dejando que el eco de sus palabras resonara en su mente. Cerró los ojos y respiró profundamente. No pudo evitar derramar algunas lágrimas en memoria de Conrad. —Lo que debiste haber sufrido, papá...—susurró apagando el computador. Estaba cansada, aún seguía en recuperación, la infección de su cuerpo, si bien controlada gracias a la "vacuna" o, mejor dicho, ralentizador que había hecho su padre, evitaba su muerte, seguía haciendo difícil que soportara despierta su estado. Al parecer, según había investigado más en profundidad los archivos de lo que su padre había inyectado en su organismo, aquello no era una vacuna tal cual. Pero, era cierto que la estaba ayudando.Por lo que, teniendo en mente que debía seguir profundizando en lo que estaba dejando, planeó levantarse en la madrugada para seguir trabajando. Después de una breve, pero liberadora ducha. Donde tenía organizado solo ducharse por diez minutos,