Alicia buscó algo con lo que defenderse mientras escuchaba los golpes de las criaturas contra la puerta de cristal.
—Vamos... tiene que haber algo aquí... —susurró mientras revisaba el mostrador. Entonces lo vio, un b**e de aluminio apoyado en una esquina. Lo tomó sin dudar, sintiendo cómo el frío del metal atravesaba sus manos. Aferrándose a él, se dirigió hacia la parte trasera de la tienda, donde había una puerta que probablemente conectaba con un almacén o una salida trasera. Los golpes en la puerta principal se intensificaron. Alicia sabía que no tenía mucho tiempo antes de que las criaturas lograran entrar. Tenía que salir de allí, y rápido. Al abrir la puerta trasera, el sonido de la lluvia llenó el pequeño espacio. Lo que vio al otro lado la hizo dudar. Justo en la entrada del bosque, a unos cuantos metros, estaba lo que creía era uno de los trabajadores de la gasolinera, debido a la camiseta que llevaba, devorando sin piedad el cuerpo sin vida de uno de sus compañeros. Esperanzada que el monstruo no la escuchara, intentó alejarse de él, caminando con lentitud para irse de allí. Sin embargo, tenía tan mala suerte que terminaría por tropezarse con una pequeña piedra, provocando que se cayera bruscamente. El ruido de sus rodillas, así como del b**e, alertó al hombre y este, al girar, hizo notar como la mitad de su rostro había sido devorado. —No...—suplicó mientras intentaba levantarse—¡No te acerques! Sus pies estaban petrificados del miedo, mientras la criatura se acercaba a ella sin pausa. Temiendo que algo malo le pasara a su bebé, Alicia sintió una extraña fuerza en su interior que la obligó a moverse y de un golpe derribar al hombre que estaba por atacarla. Con sangre en sus pantalones, mientras la lluvia seguía empapándola, Alicia comenzó a hiperventilar mientras lloraba, observando como aparentemente el hombre estaba muerto. Sin embargo, al escuchar como las otras criaturas salía de la gasolinera y se acercaban a ella, no tuvo de otra más que gritar y obligarse así a correr rumbo a la casa de su padre. El bosque que rodeaba la gasolinera estaba oscuro y denso, pero era su única oportunidad de escapar. Con un último vistazo hacia la tienda y la tormenta que estaba aumentando su poder, apenas siendo protegida por un abrigo sin capucha, el cual también estaba empapado por el agua, Alicia apretó el b**e y siguió su camino. . . . . El bosque parecía envolverla con sus sombras, amplificando cada sonido: el crujido de las ramas bajo sus pies, el golpeteo de la lluvia sobre las hojas, y lo peor, los gruñidos distantes de las criaturas que la seguían. Alicia sabía que no podía detenerse, aunque cada paso se sentía como una agonía. El dolor en su vientre era cada vez más intenso, como si su cuerpo le estuviera rogando, que se detuviera y descansara. —Solo un poco más... por favor, resiste —murmuró con voz temblorosa, sosteniendo su vientre con una mano y el b**e con la otra. La tormenta parecía conspirar contra ella. Los relámpagos iluminaban brevemente el camino, pero también revelaban las figuras erráticas que se movían entre los árboles, cada vez más cerca. El tiempo jugaba en su contra. Alicia tropezó de nuevo, pero esta vez logró mantenerse de pie, usando el b**e como apoyo. Sus piernas temblaban, y su mente estaba dividida entre el miedo y la determinación. Tenía que llegar a la casa de su padre. Él sabría qué hacer. Él podría protegerla. Era el único hombre que la amaba realmente, quien siempre le había insistido en que podía volver a su hogar si su matrimonio no funcionaba. De repente, escuchó un ruido más fuerte, un crujido de ramas que no era causado por el viento. Giró rápidamente y vio a una de las criaturas salir de entre los árboles. Su rostro estaba parcialmente desfigurado, pero sus ojos oscuros y vacíos la miraban fijamente, llenos de una hambre inhumana. Alicia levantó el b**e instintivamente cuando la criatura se lanzó hacia ella. Con todas sus fuerzas, golpeó su cabeza, escuchando el crujido del cráneo bajo el impacto. El monstruo cayó al suelo, inmóvil. Alicia jadeó, sus manos temblaban mientras se alejaba lentamente del cuerpo. Sin embargo, no tuvo tiempo de recuperarse. Otro gruñido resonó a su derecha, seguido de un tercero a su izquierda. Estaban rodeándola, cuando quiso ver, una mujer transformada estaba mordiendo su brazo. —¡No! —gritó, su voz desgarrada por el miedo y la frustración. Corrió, apenas logrando evitar las ramas bajas que arañaban su rostro y brazos. Su respiración era un caos, y el mundo parecía girar a su alrededor. En medio de la confusión, vio una pequeña luz entre los árboles. Era débil, pero suficiente para darle esperanza. —Debe ser la casa de papá... —susurró, casi llorando de alivio. Pero el dolor en su vientre aún estaba, así como los nervios por el horror que estaba pasando. Aunque acompañado por una nueva dolencia: la mordida en el brazo producida por esa loca mujer, comenzaba a hacerse negra y marcar de negro sus venas circundantes. Se dirigió hacia la luz, ignorando el dolor en su cuerpo y los sonidos de las criaturas que la seguían. Cuando finalmente salió del bosque, cayó de rodillas frente aún muro de ladrillo grises, el cual estaba electrificado. Su padre, quien tenía una jugosa pensión producto de su servicio al ejército, había invertido en su seguridad. La casa de su padre estaba justo al otro lado. Las luces del porche parpadeaban, y aunque parecía deshabitada, Alicia sabía que tenía que entrar. Corriendo como pudo, llegó hasta una de las puertas que daba acceso al patio secundario de la villa, logrando entrar gracias a un código de seguridad que puso en la cerradura electrónica. Respirando con tranquilidad al sentir que estaba dentro de la seguridad de su hogar de la infancia. La lluvia se intensificaba, y el viento hacía que el sonido fuera aún más inquietante. Subió los escalones del porche, luego de pasar por el jardín, el cual no había notado, estaba marchito y no tenía ninguna de las antiguas plantaciones. Como si su padre hubiera dejado de atenderlas hacía menos de un mes desde la última vez que lo había visitado. —¡Papá! ¡Ábreme, por favor! —gritó con desesperación. Golpeaba desesperadamente la puerta con el puño cerrado, pero por más fuerte que lo hiciera, nadie iba a abrirle. Solo se escuchaba un silencio aterrador provenir del interior de la villa.Alicia buscó la llave bajo una maceta, como su padre solía esconderla. Sus manos temblorosas finalmente la encontraron, y rápidamente abrió la puerta, cerrándola de golpe tras de sí.Dentro, la casa estaba sumida en penumbras. Un olor extraño flotaba en el aire, como humedad mezclada con algo metálico. Alicia avanzó lentamente, llamando a su padre con voz baja.—¿Papá? Soy yo... Alicia—llamó en medio del llanto—¿papito?De pronto, un sonido vino desde el piso superior, como un mueble arrastrándose. Alicia apretó el bate con fuerza, su corazón latiendo con fuerza mientras subía las escaleras.—Papá... ¿Estás ahí?—volvió a preguntar.A medida que caminaba, podía sentir como un frío aterrador, peor que el que estaba en el exterior, calaba con agresividad hasta lo más profundo de sus huesos. Sintiéndose con mareo, así como con fiebre, mientras su mordida ardía en aumento, continuó avanzando hasta llegar a la lujosa cocina.Sin embargo, unas bolsas de compras regadas en el piso la asustaro
La alarma, que usualmente despertaba todos los días en la madrugada a Alicia, sonó varias veces sin éxito de despertar a la dueña del celular. No fue sino hasta que la temperatura en su cuerpo subió, que por fin la mujer embaraza se despertó. Mareada, hiperventilando a causa de la fiebre, se levantó un poco, aunque su malestar solo dejó que se apoyara contra el espaldar frío de la cama. Con su visión borrosa, no podía entender donde estaba. Sin embargo, leves recuerdos de lo sucedido antes de llegar a la casa de su padre, así como lo ocurrido con la cuidadora de este, provocó que entrara en pánico. —¡¿Papá?!—lo llamó con un fuerte ardor en la garganta. Pero por más que llamara, era en vano. Comenzando a llorar por el pánico que sentía, frunció el ceño ante las fuertes punzadas de dolor que provenían del brazo donde la habían mordido y que misteriosamente estaba vendado. Jadeando por lo débil que se sentía, tanteó a su alrededor en búsqueda de su móvil, sorprendiéndose que este no
Suspirando con pesadez, aclarándose un poco la garganta, a su padre le tomó varias veces hablar hasta que finalmente, estallando en llanto, lo hizo. Algo que su padre, desde que había quedado huérfana de madre desde niña, evitaba hacer en frente de ella. —Hoy, 31 de diciembre de 2016, he comenzado a grabar este archivo para mi hija, Alicia—dijo con la voz quebrada—estas son las memorias de mi declaración, como uno de los culpables del posible fin de la humanidad. Hija mía, si estás viendo esto, perdóname por favor. Su padre comenzó explicándole donde estaba, al parecer era un bunquer subterráneo, donde él había comenzado a construir un laboratorio a espaldas del gobierno. Cómo lo había hecho, no lo sabía, pero era tanto el dinero que había ganado que no le extrañaba que fuera usando todos sus ahorros. —En este bunquer he intentado, en vano, encontrar una cura para el mal que hemos creado—dijo rascándose con culpa su desordenado cabello—pero si la situación se agrava, es porque fall
La orden era clara de sus superiores para el resto de miembros del ejército que había en el batallón: resguardar a su personal científico, y poner a salvo a personas con alta influencia en la política. La orden también cubría a Conrad Warrick, y su hija, Alicia. No obstante, su corazón, por primera vez desde que se casó con aquella mujer adultera, se había movido ante el dolor que sintió luego de escuchar sobre la explosión que había ocurrido en la villa de su aún suegro, encontrándose con el cuerpo fallecido de este. Ocultando su preocupación, había intentado encontrar su celular y poder así comunicarse con Alicia, quien seguía desaparecida. No fue sino hasta la noche del día siguiente a su llegada al batallón, que encontró destrozado su celular en el piso de la habitación que le habían dado. —¡Sasha!—expresó en un grito—¿Qué ocurrió?Su amante, quien tenía las náuseas propias de su embarazo al quinto mes, se acercó temblorosa debido al malestar y confundida vio el celular del pad
Alicia suspiró de alegría, pese a lo débil que estaba, al ver que aquella habitación se trataba de una pequeña cocina y una cafetería para cuatro o cinco personas. Con emoción, corrió hasta una alacena dentro de la cocina, donde había una pequeña guarnición de fideos instantáneos. Aunque toda su vida como adulta, en especial desde que se había enterado de su embarazo, había procurado comer cosas sanas, se acercó con rapidez hacia aquellos fideos instantáneos, pese a que sabía muy bien no eran lo más sano. Usando un grifo el cual servía agua caliente, en menos de tres minutos estaba comenzando a devorar con impaciencia un tazón grande de fideos. —¡Gracias, papá!—dijo devorando su segundo tazón. Notando que en el escurridor había una loza puesta, supuso que su padre había estado allí adentro antes de que todo ese desastre ocurriera. Buscando un poco de agua fría, sintió como un oasis el agua helada que salía del filtro. Aquello se había sentido tan bien, comida era comida y p
Extrañando la practicidad y objetividad de su padre, Alicia tenía en mente que debía seguir viva para al menos devolver el sacrificio que hizo su padre. Más allá de todo el dinero que se gastó o de como murió, ahora por él debía hacer todo lo posible para sobrevivir y traer a aquel mundo a su bebé, del cual aún desconocía su género. Colocando la tarjeta llave en la puerta que daba al segundo piso, notó que una escalera se desplegaban varios metros bajo el suelo, provocando que fuera un poco respirar, de no ser por el sistema de ventilación que su padre había mandado a instalar. Una vez terminó de bajar las escaleras, se encontró enfrentada con tres puertas, una a su izquierda, que tenía el letrero "área médica" y la otra, en frente de ella, que tenía el letrero de "subterráneo". La última puerta, a su derecha, indicaba "área de descanso". Con curiosidad, abrió la cerradura electrónica de la puerta a su izquierda.—¿Cómo?—espetó sorprendida. De acuerdo a lo que sus ojos veían, y seg
Aunque sabía que la ignorancia era una perdición en aquellos momentos, donde lo que alcanzaba a escuchar en la radio eran solo noticias devastadoras de la superficie, por un momento había decidido ser egoísta y solo pensar en ella.Ya después tendría tiempo de analizar más en profundidad lo que estaba ocurriendo, pero lo que escuchó en aquella nota hizo que su piel se erizara. La voz de su padre la desconcertó, recordándole por un segundo el luto que aún tenía en su corazón por la muerte de este. —Alicia, si estás escuchando esto, significa que has comenzado a notar los cambios en tu cuerpo—la voz de su padre habló bastante cansada—el sistema tiene la orden de solo mostrarte este archivo en caso dado que los análisis correspondan a tu sangre, así que no tienes de qué asustarte. La voz de su padre se quebró ligeramente antes de continuar, aunque era solo un archivo de audio, escucharlo de esa forma, de manera tan desesperanzada, hacía que su alma se rompiera aún más. —No te asustes,
Alicia no pudo seguir observando más, agradeciendo que la cinta se hubiera acabado de golpe. Aquel susto hizo que le doliera un poco su vientre, así como su pecho. Pálida, se acercó hasta el minibar y tomando una botella fría con agua, se sentó un rato en su cama. Alicia se quedó inmóvil, sintiendo cómo el miedo la invadía. Había escuchado rumores de tecnologías alienígenas y teorías conspirativas, pero nunca imaginó que su padre estuviera involucrado en algo tan aterrador.No obstante, aquello era quizá lo más "lógico" dentro de aquella locura. Aún debía seguir indagando en el sistema, para encontrar el sentido a todo aquello que decía su padre y la razón por la cual hablaba tan literalmente sobre que aquello era un mal sacado del propio infierno. Alicia cerró los ojos y respiró hondo, procesando lo que acababa de escuchar y ver. No podía negar lo que sus ojos veían, desde el primer momento que había sido atacada, debía aceptar la realidad, por más loca que fuera. Pero, ¿aquello e