Capítulo 315
—Olvídalo. Es algo que ya no me importa, —murmuró, y dio un paso para marcharse.

Pero Álvaro reaccionó rodeándola desde atrás con sus brazos, reteniéndola con fuerza contra su pecho.

—No digas que no te importa, —susurró, con la cara hundida en el hueco de su cuello, en un tono que sonaba a ruego—. No puedes dejar de importarme…

Si a uno no le importara, sería porque el amor se había apagado.

—Suéltame, —dijo Gabriela, intentando zafarse.

Sin embargo, él la sujetó aún más, con la voz hecha añicos de vulnerabilidad:

—Gabriela, solo quiero que hables conmigo. Dime lo que sea, reclámame, insúltame si quieres… pero no guardes silencio.

Gabriela se quedó sin palabras. ¿Cómo era posible que no hubiera notado antes ese aspecto de Álvaro?

—De acuerdo, lo que tú digas. ¡Suelta! —aceptó con resignación, a regañadientes.

Aun así, Álvaro aprovechó para afianzar un poco más la situación. Antes de soltarla por completo, le sujetó la barbilla con rapidez y rozó sus labios en un beso fugaz. Solo enton
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