Capítulo 319
Gabriela terminó de poner el dentífrico en el cepillo y, sin apartar la vista, contestó:

—Voy al mercado de abastos. Señor Saavedra, tan amante de la pulcritud, mejor que no te rebajes acompañándome. Conoces tu manía de quejarte por cualquier cosa y, al final, tendríamos que regresar antes de que siquiera dé dos pasos.

—¿De verdad me ves así? —Álvaro fingió sentirse profundamente herido.

—Peor, —le cortó Gabriela sin piedad.

—Entonces verás que hoy haré un gran esfuerzo por no disgustarte, —replicó él. Sin perder tiempo, se acercó, la rodeó por la cintura y la atrajo hacia sí para robarle un beso. Gabriela frunció el ceño, claramente molesta, pero antes de que pudiera soltar la primera palabra de reproche, él la liberó y huyó con una sonrisa traviesa.

Gabriela se quedó ahí, sin saber si reír o gruñir.

—Parece que hoy está… poseído —murmuró, apretando con algo más de fuerza el cepillo de dientes.

En el comedor, los ancianos se habían levantado temprano. Más aún teniendo en cuenta la inq
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