Capítulo 320
—Podríamos pedirle al servicio que prepare una nueva porción de desayuno. No es como si aquí faltara comida, —refunfuñó Carmen, frunciendo el ceño.

—Si el abuelo come lo que dejas, yo también puedo comer lo que mi esposa deja. ¿O no? —repuso Álvaro con absoluta tranquilidad.

No deseaba provocar a los ancianos, pero, de haber podido, habría agregado que lo que tocaba Gabriela siempre le parecía más sabroso.

—Tú… —Carmen tuvo que tragar las ganas de protestar.

—¿Y lo del bebé se queda así? —intervino Oliver, con la voz grave, procurando no alzarla demasiado.

—Después de Año Nuevo haremos la primera revisión, —explicó Álvaro.

—¿De veras lo aceptarás? —Carmen interrumpió, incapaz de contenerse.

—Si es el bebé de mi esposa, ¿cómo no lo voy a aceptar? —contestó Álvaro con naturalidad—. ¿Acaso quieres que me porte como un miserable?

Carmen quiso decir algo más, pero Oliver le sujetó la mano.

—A fin de cuentas, es un tema tuyo y de Gabriela, —concedió con voz severa—. Solo hay una condición: s
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