Capítulo 323
Al menos, Álvaro trató de ponerse serio por un instante. Gabriela siguió avanzando y él apresuró el paso para alcanzarla, dándole un suave choque con el hombro.

Era inaudito para Gabriela verlo así de juguetón.

—…

«Él antes era tan serio…», pensó, incrédula.

—¿Sueles hablar de mí como «muy guapo» cuando estás fuera? —preguntó Álvaro con curiosidad.

Gabriela lo miró de reojo. Este hombre se está volviendo demasiado engreído.

—No. —respondió escuetamente—. ¿Olvidaste que no me dejabas decirles a mis amigos ni a mis compañeros que estaba casada contigo?

La sonrisa de Álvaro se congeló.

—Bueno… —musitó, sin saber qué añadir.

—Así que únicamente los vendedores de este mercado, a quienes frecuento, saben de tu existencia, —prosiguió Gabriela—. Porque, entre lo quisquilloso que eres para comer, y que no quería que pensaran que eras un insoportable, admití que eras tan «bello» que valía la pena esforzarse por complacerte.

—¿Y la gente no comenta nada de que estés tan «encandilada»? —Álvaro bro
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