Capítulo 324
—¿Está rica? —preguntó Gabriela, sin aparente emoción.

A Álvaro no solía gustarle la textura suave y dulzona de este tipo de frutos, pero la que Gabriela le dio le pareció sorprendentemente sabrosa.

—Sí, —afirmó, con un gesto sincero—. Está muy buena.

Gabriela alzó ligeramente una ceja, mostrando un orgullo nada disimulado. Al instante, giró sobre sus talones y se encaminó al auto, sin ofrecerle otra castaña. Álvaro fue tras ella con prisa.

Desde atrás, Kian dejó escapar un suspiro, alternando la mirada entre el enorme wok donde el vendedor revolvía las castañas con azúcar y la expresión satisfecha de su jefe. Conociendo a Álvaro desde hacía más de una década, jamás lo habría imaginado probando comida callejera o, peor aún, cantando loas a un producto tan popular. Lo mismo pasó días atrás con los platillos de aquel puesto de comida ambulante que Gabriela le hizo probar.

Por un lado, Kian se sentía contento de ver a Álvaro involucrarse con el mundo «normal», lejos de su burbuja de lujos
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