capitulo 38
La cara de Adam pierde color en el instante en que le digo que lo encontré con esa mujer.

—Pequeña, escucha... —Adam intenta acercarse, pero yo me alejo.

—¡No! ¡No te quiero escuchar! —siento cómo mi corazón se está partiendo en mil pedazos.—Creí que esta vez sería diferente. Creí que este bebé nos uniría más, pero veo que todo es una m*****a ilusión —me siento en la silla, algo cansada, y bajo la mirada.

—Luz, no sé qué me pasó. Tomé mucho ayer, no me acuerdo de nada.

—¡No tienes excusa, Adam! Ayer te enojaste por una estupidez y, para colmo, te fuiste a meter con una zorra —me levanto y tomo mi bolso.

—Espera —toma mi brazo—. ¿A dónde vas? - Me suelto de su agarre.

—Lejos de ti —lo dejo solo. Cuando voy pasando por el pasillo, me encuentro con Luis. Este, al verme en ese estado, le pide a la enfermera que pare.

—¿Qué te pasa? —pregunta algo preocupado.

—Nada, no pasa nada —le dedico una pequeña sonrisa.

—¿Por qué no te creo?

—Luis, no quiero involucrarte en mis problemas —él sonríe.

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