LuzEntramos a la habitación de Adam, yo cargada en sus brazos. Él me deposita con delicadeza en la cama y comienza a dar besos en mi cuello, bajando por mi pecho. —Adam —susurro su nombre, ya que, con solo besos, hace que mi cuerpo se active. —Eres mía —besa mis labios de una manera tan lujuriosa que decido poner mis manos en su cuello para atraerlo más a mí, bueno, lo que esta panza permita. —Tuya, mi amor. Con un rápido movimiento, me coloco encima de él. De una manera muy sensual, empiezo a quitarme el vestido bajo la atenta mirada de Adam. Cuando me quito el sostén, él no pierde el tiempo y de inmediato se mete uno a la boca mientras masajea el otro con sus manos. —Ahhh, Adam —gimo su nombre mientras él succiona y muerde mis pezones, que están muy sensibles. Comienzo a frotarme sobre su miembro, haciendo que suelte un gruñido. Él baja, se quita la ropa y me deja sentada en la cama mientras se deshace de sus pantalones y luego de su bóxer, dejando libre su enorme erecci
Siento cómo mi espalda se parte en dos cada vez que las contracciones llegan. Apenas rompí fuente, Adam y Sam me llevaron a una sala de parto y, desde entonces, no he parado de gritarle a Adam que es un imbécil. —¡Eres un imbécil, Adam! —aprieto fuerte su mano y este hace una mueca de dolor. —No te vayas a quejar, maldito, porque juro que ese dolor no es nada comparado con el que estoy sintiendo —siento cómo llega otra contracción, así que grito fuerte—. —¡Ahhh, joder, esto duele! —cuando acaba, Adam acaricia mi mejilla. —Tranquila, mi amor, nuestro hijo ya viene. Respira profundo. ¿Que respire? ¿Es que acaso no se da cuenta de que me muero de dolor? —¡Solo quiero que lo saquen ya! —En esas llega el doctor, muy sonriente, el hijo de puta. —Hola, Luz. ¿Lista para traer a tu bebé al mundo? —Sí, sí, solo sácalo ya. Siento otra contracción y este me dice: —Puja, Luz. Y así lo hago, pujo con todas mis fuerzas, apretando fuerte la mano de Adam. —Vamos, Luz, un poco má
Los días pasan y, cada vez, me siento peor. Pensé que con la llegada del bebé iba a estar feliz, pero no me siento así. Me siento fea, poco atractiva y, a cada rato, quiero llorar. Me siento mal porque al pobre de Adam le ha tocado lidiar con mi hijo y conmigo.Me miro al espejo y, cada vez, odio más mi reflejo, así que, en un ataque de rabia, tomo el cepillo y lo estampo contra él, haciendo que se quiebre y que varios vidrios rocen mi cara, dejando pequeños cortes. Me dejo caer al suelo y comienzo a llorar como una niña pequeña, hasta que escucho a alguien entrar.—¡Amor! ¡Por Dios, qué pasó! —Adam se acerca, me toma en brazos y me deposita en la cama, pero no me suelta.—Amor, dime qué pasa. ¿Por qué lloras? —Adam... yo... —Lloro con más fuerza, aferrándome a su pecho, mientras él intenta calmarme con suaves caricias. —Hey, tranquila, respira. A nuestro hijo no le gustará verte así. —No sé qué me pasa... Debería estar feliz por el bebé, pero no lo logro. Me siento mal... Me siento
Estoy bañándome junto a Adam, dándonos caricias y besos. Él pasa la esponja por todo mi cuerpo mientras yo tomo su miembro y lo masturbo.—Ahh, nena, no sabes cómo me gusta —tira su cabeza hacia atrás y comienza a balancear sus caderas.—Nena, me voy a correr —acelero los movimientos y siento cómo se tensa hasta que se corre en mis manos.—Nena, me vas a matar —toma mi cabeza y me da un beso apasionado.—Eres un viejito —ambos reímos y salimos de la ducha. Nos arreglamos rápido porque tenemos que ir por Eliot.—Amor, creo que hoy iré a ver mi vestido de novia.—Vas a quedar hermosa.—Quiero que nos casemos rápido, ya quiero ser tu esposa —él toma mi cintura, me pega a su cuerpo y me da un beso tierno en la nariz.—¿Qué te parece en 15 días?Wow, es muy rápido, pero yo estaría feliz de casarme con él.—Perfecto, aunque hay mucho por hacer.Me coloco un vestido cómodo.Cuando bajo las escaleras, la vista de Adam va directo a mis pechos.—No me digas que te vas a ir así —dice señalando mi
Joder, aquí vamos...—Amor, Sam va a cuidarlo bien, deja los celos —este niega con la cabeza, algo enojado.—No voy a dejar a mi hijo con el hombre que le coquetea a mi mujer cada vez que tiene la oportunidad.—Primero que todo, es nuestro hijo. Y segundo, Sam no volvió a hacer eso, él respeta nuestra relación. Lo que pasa es que tú no confías en mí —ese último comentario le meto algo de dramatismo, así que me volteo, dándole la espalda con los brazos cruzados.—Amor, no digas eso —Adam se pega a mi cuerpo y me da leves caricias en los brazos.—Yo confío en ti, en quien no confío es en él.—Adam, solo quiero pasar una noche tranquila contigo y con mi amiga. Sam cuidará bien a nuestro hijo —este suelta un suspiro y me voltea para que lo mire.—Está bien, cariño, vamos a dejarle nuestro hijo al imbécil.Le doy un golpe en el hombro por decirle imbécil.—Bueno, ahora vamos, yo ya estoy lista —este, al verme, deja que una sonrisa se le forme en el rostro.—Hermosa como siempre.—Gracias, pe
Siento los labios de Sam chocar con los míos. La verdad, es una sensación extraña, pero no se compara con lo que siento cuando Adam me besa, así que, de un empujón, lo aparto.—¡Eres un imbécil, Samuel! Agradece que tengo a mi hijo en mis brazos, porque si no, ya te habrías ganado una buena bofetada.Él agacha la cabeza como si estuviera arrepentido.—Lo siento, Luz. Me dejé llevar, no debí hacerlo, pero fue inevitable… Yo te amo.—¡Ya cállate, Samuel! Mejor me voy.Tomo las cosas de mi hijo y le doy una última mirada a Sam. Está sentado en la cama con las manos en la cabeza.—Gracias por todo.Bajo las escaleras, pero en ese momento escucho cosas quebrarse. Me debato entre subir a ver si está bien o irme para evitar más problemas. Finalmente, decido irme.Al llegar a casa, acuesto a Eliot y luego hago lo mismo con Adam, quien está profundamente dormido. Le quito los zapatos y el pantalón para que duerma más cómodo. Mientras lo hago, me pongo a pensar si debería contarle lo que pasó ho
Estoy en casa, sentada en la sala, esperando a que llegue Adam. Desde la discusión que tuvimos, no supe nada más de él y ahora me estoy comiendo prácticamente los dedos por los nervios que me produce no saber nada.Escucho la puerta abrirse, así que rápidamente me pongo de pie y corro hacia ella, pero cuando llego, me detengo en seco al ver a Adam con el rostro golpeado.—¡Dios mío! ¿Qué te pasó? —Me acerco a él, pero este me esquiva.—Déjame, Luz, quiero estar solo.—Adam, ¿qué pasó? ¡Responde! —le grito, enojada.—Le di su merecido a ese imbécil.—¿Qué? ¡Oh, Dios! ¿Se fueron a golpes?—Dios, Adam, ¿tú piensas que la solución es irse a golpes? - Este se voltea y me mira furioso.—¿Por qué lo defiendes?—¡No lo hago! Solo me preocupo por ti, no quiero que nada te pase.Me acerco a él e intento tocar su rostro, pero rápidamente se aparta.—Mejor déjame solo, Luz.Sale de mi campo de visión y, por lo que veo, entra al estudio. Suspiro y subo a mi habitación a dormir.Al despertar, lo pri
Me suelto como puedo de Sam al ver cómo Adam se acerca peligrosamente, así que corro hacia él y me pego a su cuerpo, temblando. Este, al ver mi estado, rodea mi cintura con su brazo.—Tranquilo, Adam. Solo traía a mi pequeña después de una magnífica velada —dice Sam. Adam me mira como si quisiera matarme, y se pone tenso.—Samuel, vete mejor —le digo enojada. Este me sonríe y hace una señal con la mano, despidiéndose.—Adiós, mi amor. Adam trata de ir tras él, pero no se lo permito.—¡Tú! —me señala con el dedo—. Tienes mucho que explicar, así que adentro.Me siento en el sofá de la casa esperando a que Adam llegue para poder conversar, hasta que aparece con un vaso de whisky.—Ahora sí, Luz. Dime, ¿cómo coño estabas con ese hombre?Bajo la cabeza, pero luego pienso que todo lo que hice, lo hice por él, para que tuviera su maldita libertad.—Lo hice por ti. Él me mira como si no entendiera nada.—Explícate, Luz, porque ni te entiendo.—Sam me dijo que, si quería que retirara los car