capitulo 45
Tomé a Samanta de la cintura y la tumbé al suelo.

—¡Suéltame! Debo matarla —forcejeó, así que le di un golpe en la cara que la dejó inconsciente. Corrí hacia donde estaba Luz y, al verla, noté que tenía una herida en el pecho. —¡No! Mi amor, quédate conmigo —dije desesperado mientras sacaba mi celular y llamaba a una ambulancia y a la policía.

En cinco minutos llegaron ambos. La policía se llevó a Samanta, y ahora yo estaba dentro de una ambulancia, sosteniendo la mano de Luz. Al llegar al hospital, vi a Samuel, cuya expresión se desfiguró al notar la sangre en mi camisa y a Luz en la camilla.

—¡Luz! —gritó, tomándola de la mano. Sus ojos se llenaron de lágrimas al verla así. La llevaron a una sala y nos dejaron afuera con el corazón en la mano. —¿Qué le pasó? —preguntó con la voz quebrada.

—Samanta la apuñaló —respondí, viendo cómo apretaba los puños.

—Dime que esa perra está muerta o tras las rejas.

—Ya está presa, y juro que haré que la hundan por muchos años.

Llevábamos tres horas
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