Yo soy mía

Yo soy mía ES

Romance
Liz Portieles  En proceso
goodnovel18goodnovel
10
5 Reseñas
18Capítulos
2.0Kleídos
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Resumen
Índice

Sinopsis

Yo soy mía. No pertenezco a ningún hombre. Nadie pondrá un mano sobre mi, y si lo hace.... Entonces, se topará con el fuego de mi ira. Segunda parte de NO SOY DE NADIE, novela gratis en Buenovela. Se pueden leer de manera independiente.

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Comentarios Deje su reseña en la aplicación
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Rosana Melero Sus
Cada cuanto se actualiza???? No quisiera quedarme a mitad
2024-11-19 03:09:46
0
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Lucy Avi
La comencé a leer y me está encantando ...
2024-06-16 05:53:15
2
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Mirian Estrella
muy buena historia felicitaciones más capitulos porfa está súper interesante
2024-06-05 10:04:02
2
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Lebis Ariel Muñoz Pujol
estoy leyendo
2024-06-05 09:21:25
4
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Liz Beth
muy buen ljbro
2024-06-05 09:07:51
2
18 chapters
A punta de pistola
Desde hace poco más de cuatro años vivimos aparentemente en paz. Digo aparentemente porque siempre vigilamos por encima del hombro, buscando una huella de nuestro mayor enemigo. Mi hermana, Amira, se ve feliz. Es toda una madraza. Su esposo Amhed siempre está pendiente de su hijo Jasman. Ambos se notan muy enamorados. Eso del amor no va conmigo. Mi corazón se ha vuelto de piedra. Yo jamás seré de nadie. Yo soy mía. —¿En qué piensas, tía Basima? Hazme un cuento. Jasman tira de mi falda, trayéndome de vuelta a la realidad. Estos momentos con mi sobrino son los mejores de mi vida. —Estaba pensando en que... —sonrío mientras me le acerco muy lentamente— ¡en que te voy a comer! Entre risas y correrías por el jardín de la mansión se nos va el tiempo. Los guardias que nos observan deben pensar que estoy loca... Pues que piensen lo que quieran. Cuando ya hemos jugado por un buen rato, me dejo caer encima de uno de los bancos del jardín. Hacerme la muerta es uno de nuestros pasatie
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Secuestro
Aprieto los puños y espero. Trato de relajarme, con los ojos cerrados, mientras escucho el disparo. Sin embargo, no siento dolor. Todo sigue exactamente igual: el viento que azota mi cara, el llanto de Jasman, el miedo... ¿Dolor? Dolor no. Abro los ojos como dos platos y pregunto con ira: —Idiotas, ¿están jugando a la ruleta rusa? Si van a deshacerse de mí, ¡acaben de una vez! Estoy a punto de golpear a Ramiro, porque los nervios me dominan, cuando escucho que él suelta un grito de dolor. El bandido arroja la pistola a mis pies y se revuelca en el suelo, como un perro con bichos. De la mano con que ha empuñado el arma sale sangre, mucha sangre. Él está herido, pero sus rugidos no me causan pena. —¿Se puede saber qué coño están haciendo? Solo después de escuchar la pregunta me percato de la presencia de un cuarto hombre, que recién ha llegado. Él aún no se ha bajado del caballo, pero me sostiene la mirada con fuerza. Y yo no bajo la mía. Eso, ¡jamás! —¿Quién es esa
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Resiliencia
Si alguien me preguntase cómo es que he mantenido la cordura luego de dos horas de viaje ininterrumpido por el campo, la respuesta es sencilla: resiliencia. Debo adaptarme y sobrevivir para que también Jasman sobreviva. Hemos cabalgado en silencio, a través de senderos intrincados, lejos de todo ser humano, hasta llegar a un pueblo fantasma en medio de la niebla. No he visto a los pobladores del lugar a pesar de que todavía los últimos rayos de sol se esconden detrás de las montañas. —¡Bajando ya del caballo, muchacha! ¿Le has cogido cariño al animal o es que te gusta estrujarte con los hombres? —Los dientes de oro de Gustavo refulgen en la oscuridad del atardecer. Es cierto que me he acomodado en el pecho de Leonardo. ¡Idiota de mí! Muy pronto me he olvidado de que él es solo un bandido y, yo, su prisionera. Mientras él sujeta al niño, hago mis esfuerzos para llegar al suelo. Este animal es muy alto y, aunque no soy pequeña de estatura, me falta agilidad para mover mis piern
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Emociones fuera de juego
(Narra Leonardo)Jamás pensé que la vida me jugaría una mala pasada. Huí lejos de la influencia negativa de mi padre porque los negocios de la familia siempre me dieron asco. Lo único que realmente me importaba era mi trabajo como Ginecoobstetra en un hospital de Tenerife. La medicina siempre ha sido mi pasión. Me he dedicado a traer niños al mundo durante muchos años. Ya había olvidado mi mala procedencia hasta que, hace dos meses, recibí aquella llamada. Después, nada fue lo mismo. Pasé de ser un profesional admirado y querido por todos mis pacientes a convertirme en un malvado secuestrador. Trago un poco de sopa, ya medio fría, luego de hacer otra ronda por la casa. Quiero a ese trío de asesinos lejos del niño y, sobre todo, de Basima. Ella es demasiado perfecta para caer en las garras de alguno de ellos. Lo que más me llama la atención no es su belleza física, sino la pasión con la que protege a Jasman. Me impresiona porque jamás nadie ha hecho lo mismo por mí. Echo una ojeada
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Adiós, disfraz de caballero
Capítulo 5 Disfraz de caballero (Narra Basima) ¡Qué duerma con él en la misma cama! ¡Mentiroso traicionero! ¿A qué viene tanto cuento si enseguida se ha quitado su disfraz de caballero? —¡Ni viva, ni muerta, ni moribunda! Gracias al cielo, el pequeño está profundamente dormido. No le han molestado mis gritos. —Es eso o pasar la noche atada a una silla. Tú decides —afirma él sin dar un paso más. Está tomándose su tiempo para someterme. Juega al gato y al ratón. —Prefiero dormir en fuego del infierno antes de estar cerca de usted. ¡No es más que un maldito! Es en ese instante en el que suelto todos los insultos que conozco. Incluso, invento algunos nuevos. Mi pecho sube y baja con rapidez, por el agitado corazón que palpita tan fuerte como si quisiese salirse. Aprieto con los dedos el frío metal de las esposas hasta que me duelen. Las uñas contra mi piel me sacan la sangre. Quiero matar a este hombre. Quiero y soy capaz de hacerlo porque cuando le miro a los ojos no dejo
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Huevos revueltos a lo quemado
(Narra Leonardo) Apenas amanece y ya mi teléfono vibra dentro del bolsillo del pantalón. No tengo que revisar el identificador de llamadas para saber de quién se trata. Es el jefe. Es tan grande su odio que le falta la paciencia para esperar. Está ansioso por tener al niño en su poder y vengarse de Amhed Hassim. Opto por dejar el móvil en modo avión y continuar un rato más en la cama. ¡El jefe qué se rompa la cabeza pensando! Joderle me hace bien. Me cae mejor que el desayuno temprano en la mañana. Basima se ha pasado toda la madrugada sollozando, con la cabeza metida en la almohada para no hacer ruido. Sin embargo, su llanto no me ha permitido descansar. Hace solo un rato se ha quedado dormida. Jasman cruza una de sus piernecitas sobre mí, con toda confianza. Se nota que aún no se ha despertado del todo, porque, de lo contrario, estaría llorando y pataleteando —Papi, buenos días. Te quiero mucho —susurra con los ojos cerrados—.¿Sabes que anoche tuve una pesadilla muy fea? Per
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La tregua I
(Narra Basima) Un ruido intenso me despierta. Quiero continuar durmiendo. Estoy muy cansada. Me imagino en el mullido colchón de mi cama, en la mansión familiar; pero el llanto de un niño pronto me recuerda que hay una enorme diferencia entre la fantasía y la realidad. —¡Jasman! No lo veo a mi lado aunque, por sus gritos, sé que se encuentra bien cerca de mí. Forcejeo contra la esposa que aprisiona mi mano derecha hasta que el dolor me asciende por el brazo. —¡Jasman! ¡Jasman! ¡Jasman! —Repito hasta que la voz se corta en mi garganta y las lágrimas se cuelan por los huecos de mi nariz. Antes de que la puerta de la habitación se abra por completo, y Leonardo entre en ella, comienzo a lanzar maldiciones. —¡Hijo de perra! ¿Cómo se atreve a poner sus sucias manos en este inocente niño? ¿Qué le ha hecho a Jasman? Hay un Dios en el cielo que le cobrará cada una de sus lágrimas. ¡Ojalá se pudra en el infierno! Para reafirmar mis palabras, le lanzo una patada cuando él pasa cerca
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La tregua II
—¡Jasman! Mi amor, ¿estás bien? Me tiro en el suelo, a su lado. De su pequeña frente brota un hilillo de sangre que ha formado un pequeño charco en el suelo. No es la gran cosa, pero a mí todo lo relacionado con mi sobrino me pone a temblar.—¿Somos libres? —pregunta al verme sin las esposas—. ¿El hombre ha dejado de ser malo? ¿Nos iremos a casa con mamá y papá?Me quedo en silencio porque no me gusta mentirle. Sé que el pequeño creerá fielmente cada una de mis palabras. También sé que ese sería el mejor camino. Sin embargo, me niego a traicionar su confianza. Clavo la mirada en Leonardo, en una súplica de ayuda. Él asiente con un leve movimiento. —Yo nunca he sido malo, Jasman —afirma con un tono de voz tan dulce, que hasta yo le creo.—Él dice la verdad. —Me raspa cada palabra que sale de mi garganta. Aun así, me sumo a la mentira.— Leonardo es mi amigo. El niño no deja de mirarme con sus grandes ojazos llenos de asombro. Su mente infantil se niega a comprender. —Pero... Pero,
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Decisión
(Narra Leonardo)Basima no desea que la bese. Todo su cuerpo me está pidiendo que me detenga. No me refiero solo a su postura, que se contorsiona alejándose de mí y, tampoco, a la expresión de horror que tienen sus ojos ni a la mueca de sus labios temblorosos. Es mucho más: La frente perlada por las gotas de sudor que la cubren, el rojo encendido que colorea sus mejillas, la piel de gallina... Ella está aterrada. Por eso, y solo por eso, he dado un paso hacia atrás y he volteado el rostro. z la muchacha.—¿Me das una piruleta? Siempre que el médico me examina, me como una —responde Jasman, ajeno a toda la lucha que libro en el interior de mi corazón. Suspiro profundamente. Gracias a Dios, él ha aceptado un "no" por respuesta. —En cuanto la compre, porque las que tenían ya se me han acabado; pero no te preocupes. Solo te dolerá un poquito. Será como si te picase un mosquito —le digo cuando le acerco la anestesia. —Yo soy muy valiente. Soy el hombre de la casa cuando mi papá no es
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Fase atómica
(Narra Basima)Con huevos, harina de pan, grasa y un sartén no se pueden inventar muchas recetas. Ruedo los ojos porque sé que el secuestrador se burlará de mi comida.De hecho, él ya ha entrado a la cocina con una cara de disgusto que mete miedo al susto. Labios mordisqueados + Ceño fruncido = Leonardo en fase atómica Sonrío levemente por mi ocurrencia. Lo cierto es que no sé por qué; pero, cuando los dos conversamos, me siento algo relajada, como si el asunto del secuestro fuese un juego y, no, real. —¿Qué tienes, Basima? ¿Te ha picado una mosca? —me grita. ¡¡¡¡Idiota!!!! Ya se me han borrado los sueños de la cara. Ensayo una gran sonrisa fingida. —Nada. Solo imagino la ropa que usaré en su entierro. Algo brillante, bien alegre, repleto de lentejuelas doradas —le respondo, con aparente frialdad, aunque me hierve la lengua.—Pues vuelve a la vida real, que aún estoy bien vivo, y ¡muévete!Pone cara de asco al ver mis huevos revueltos. Solo por eso, no se ha dado cuenta de que m
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