(Narra Basima)Jasman se ha quedado dormido luego de haberse tragado el último bocado de comida. Él se ha perdido las danzas, las risas, los cantos y las narraciones a la luz de la fogata. En el campamento, cerca de cien personas nos han recibido con alegría y han compartido sus pertenencias con nosotros: sopa, carne asada y ropa limpia. Es un sueño increíble para los fugitivos. Pero estoy cansada, tan cansada que los ojos comienzan a pesarme. —Nos vamos a dormir. Estamos muertos. —Leonardo se pone de pie y yo le sigo, casi por inercia. Estoy tan dormida, que no me he dado cuenta de que la cabeza de Jasman descansa sobre mis piernas. Si Leonardo no llega a sujetarla, el niño él se hubiese dado otro buen golpe. Esta vez, sería por mi culpa. —¡Cuidado, Bas...! —chilla. Lanzo a Leonardo una mirada fulminante. Ha sido tanto el miedo, que me he despertado de golpe. Ha faltado poco para que se revelase mi verdadero nombre. Para los gitanos somos Frank y Marina. —Cuidado, va... vas a
Las campanadas nos despiertan antes de que amanezca. Ahora, es cuando me sale el cansancio acumulado de estos dos días. Me duele el cuerpo entero. Para colmo de males, Jasman está acostado encima de mí. Ese niño tiene un mal dormir de mil demonios juntos. Tengo la espalda hecha cuadritos. —Córrete, bebé —murmuro bien suave.Aunque él se mueve, continúo sintiendo su rodilla clavada en mi costado derecho. —¡Jasman! —protesto en alta voz, arriesgándome a que se despierte Leonardo. De igual modo, ya hay que levantarse. Las campanadas no paran de sonar. —¿Qué sucede? —pregunta el hombre, sin abrir los ojos. Aprovecho el momento para echarle una ojeada sin que él me atrape. Se ve muy sexy cuando se despierta.Puedo sentir el calor que emana de su cuerpo. Me estremezco cuando pequeños escalofríos de deseo me recorren. Me ponen a mil sus gruesos labios. Quiero probarlos. ¡Y mejor no hablar acerca de lo que me provoca ver su torso completamente desnudo! Mi imaginación se hunde en cada un
(Narra Leonardo)—Tenemos que avanzar antes de que nos atrape la tormenta. El líder de los gitanos concluye la información en el mismo instante en el que me he incorporado a la reunión. Alrededor de la hoguera se amontonan todos los adultos del campamento. La mayoría de ellos asiente en silencio mientras se aleja hacia sus casas de campaña. Yo me he quedado perdido, pero por miedo a que me reclamen por llegar tarde, sigo a la multitud. —¿Han predicho la tormenta con las cartas o se guían por el color del cielo? —Alcanzo a preguntar a uno de los gitanos más jóvenes. El chico me observa de arriba a abajo, como si yo fuese más idiota de lo que en verdad soy. Frunce las cejas, en un gesto de desdén, y levanta la mandíbula, para parecer inteligente. —Lo han informado en la radio. Se espera una gran tempestad para los próximos tres días. Lo peor no son las lluvias, sino las inundaciones. En esta zona, el río suele crecer en cuanto le caen tres gotas. Por eso, planeamos acampar a trece k
(Narra Leonardo)—Tenemos que avanzar antes de que nos atrape la tormenta. El líder de los gitanos concluye la información dándose prisas. Alrededor de él se han reunido todos los adultos del campamento. La mayoría de ellos asiente en silencio mientras se aleja a gran velocidad hacia sus casas de campaña. Yo me he quedado perdido, pero por miedo a que me reclamen por llegar tarde al círculo de reunión, sigo a la multitud. —¿Han predicho la tormenta con las cartas o se guían por el color del cielo? —Alcanzo a preguntar a uno de los gitanos más jóvenes. El chico me observa de arriba a abajo, como si yo fuese más idiota de lo que en verdad soy. Frunce las cejas en un gesto de desdén y levanta la mandíbula, para demostrar su superioridad. —Lo han dicho en la radio. Se espera que una tormenta afecte esta zona durante los próximos tres días. Lo peor no son las lluvias, sino las inundaciones. Aquí, el río suele crecer en cuanto le caen tres gotas. Planeamos acampar a trece kilómetros, en
Desde hace poco más de cuatro años vivimos aparentemente en paz. Digo aparentemente porque siempre vigilamos por encima del hombro, buscando una huella de nuestro mayor enemigo. Mi hermana, Amira, se ve feliz. Es toda una madraza. Su esposo Amhed siempre está pendiente de su hijo Jasman. Ambos se notan muy enamorados. Eso del amor no va conmigo. Mi corazón se ha vuelto de piedra. Yo jamás seré de nadie. Yo soy mía. —¿En qué piensas, tía Basima? Hazme un cuento. Jasman tira de mi falda, trayéndome de vuelta a la realidad. Estos momentos con mi sobrino son los mejores de mi vida. —Estaba pensando en que... —sonrío mientras me le acerco muy lentamente— ¡en que te voy a comer! Entre risas y correrías por el jardín de la mansión se nos va el tiempo. Los guardias que nos observan deben pensar que estoy loca... Pues que piensen lo que quieran. Cuando ya hemos jugado por un buen rato, me dejo caer encima de uno de los bancos del jardín. Hacerme la muerta es uno de nuestros pasatie
Aprieto los puños y espero. Trato de relajarme, con los ojos cerrados, mientras escucho el disparo. Sin embargo, no siento dolor. Todo sigue exactamente igual: el viento que azota mi cara, el llanto de Jasman, el miedo... ¿Dolor? Dolor no. Abro los ojos como dos platos y pregunto con ira: —Idiotas, ¿están jugando a la ruleta rusa? Si van a deshacerse de mí, ¡acaben de una vez! Estoy a punto de golpear a Ramiro, porque los nervios me dominan, cuando escucho que él suelta un grito de dolor. El bandido arroja la pistola a mis pies y se revuelca en el suelo, como un perro con bichos. De la mano con que ha empuñado el arma sale sangre, mucha sangre. Él está herido, pero sus rugidos no me causan pena. —¿Se puede saber qué coño están haciendo? Solo después de escuchar la pregunta me percato de la presencia de un cuarto hombre, que recién ha llegado. Él aún no se ha bajado del caballo, pero me sostiene la mirada con fuerza. Y yo no bajo la mía. Eso, ¡jamás! —¿Quién es esa
Si alguien me preguntase cómo es que he mantenido la cordura luego de dos horas de viaje ininterrumpido por el campo, la respuesta es sencilla: resiliencia. Debo adaptarme y sobrevivir para que también Jasman sobreviva. Hemos cabalgado en silencio, a través de senderos intrincados, lejos de todo ser humano, hasta llegar a un pueblo fantasma en medio de la niebla. No he visto a los pobladores del lugar a pesar de que todavía los últimos rayos de sol se esconden detrás de las montañas. —¡Bajando ya del caballo, muchacha! ¿Le has cogido cariño al animal o es que te gusta estrujarte con los hombres? —Los dientes de oro de Gustavo refulgen en la oscuridad del atardecer. Es cierto que me he acomodado en el pecho de Leonardo. ¡Idiota de mí! Muy pronto me he olvidado de que él es solo un bandido y, yo, su prisionera. Mientras él sujeta al niño, hago mis esfuerzos para llegar al suelo. Este animal es muy alto y, aunque no soy pequeña de estatura, me falta agilidad para mover mis piern
(Narra Leonardo)Jamás pensé que la vida me jugaría una mala pasada. Huí lejos de la influencia negativa de mi padre porque los negocios de la familia siempre me dieron asco. Lo único que realmente me importaba era mi trabajo como Ginecoobstetra en un hospital de Tenerife. La medicina siempre ha sido mi pasión. Me he dedicado a traer niños al mundo durante muchos años. Ya había olvidado mi mala procedencia hasta que, hace dos meses, recibí aquella llamada. Después, nada fue lo mismo. Pasé de ser un profesional admirado y querido por todos mis pacientes a convertirme en un malvado secuestrador. Trago un poco de sopa, ya medio fría, luego de hacer otra ronda por la casa. Quiero a ese trío de asesinos lejos del niño y, sobre todo, de Basima. Ella es demasiado perfecta para caer en las garras de alguno de ellos. Lo que más me llama la atención no es su belleza física, sino la pasión con la que protege a Jasman. Me impresiona porque jamás nadie ha hecho lo mismo por mí. Echo una ojeada