Un año más tarde
Alonso estaba entrando a Salomón Enterprise junto a Carrick y Olivia, su amiga iba tomada del brazo de su amigo mientras le acariciaba la espalda. El joven suspiró cansado. Había perdido nuevamente contra la muerte. Esta vez le había quitado a su secretaria y la mujer que más cariño y atención brindaba a su vida últimamente. Le parecía tristísima la forma tan repentina y rápida en la que Regina falleció. Para él, ella es familia.
Regina era la mujer que le enseñó a hacer una presentación impecable, a leer a los clientes y anticipar sus caprichos, necesidades y calmar berrinches. Le enseñó que en los detalles está el encanto.
Regina incluso fue su cómplice en más de una ocasión le salvó de sí mismo. Tras un agotador viaje de negocios Alonso decidió desviarse de su viaje y perdió su anillo de bodas. Estaba furioso consigo mismo. Como si dejar a su esposa con la responsabilidad de tres niños no fuese suficiente perdió la argolla de matrimonio. Alonso vio su dedo y recordó la cara de Regina no tardó en darse cuenta de que la alianza no estaba en el dedo de Alonso y como manejaba su agenda también se dio cuenta de que su viaje se había prolongado sin causa aparente.
La mujer entró en la oficina y cruzó los brazos antes de decir:
—Alonso, tienes una aventura—le acusó dolida.
—No, es peor que eso.
—Dejaste a otra embarazada—gritó Regina.
—No soy mi papá ni mi abuelo—Respondió molesto con el historial familiar. — El ciclo termina conmigo.
—Se ve muy mal eso. Tendré que llamar a Laura y romperle el corazón o a tu madrastra para que te golpee.
—Me fui a la playa. No quería escuchar a los niños, es que los gemelos no lloran, ellos dos gritan, fuertísimo y llevo seis meses sin dormir y Laura quiere otro. A ver… nuestra vida es… es genial y la idea de niño por día de la semana mejor, pero si gritan como esos dos o son traviesos como el primero. No me puedo comprometer.
—Alonso.
—Fui a hacer esnórquel y lo perdí. No hay otra —respondió honesto.
Regina sabía que tenía un tic cuando mentía y que estaba muy avergonzado por lo que había hecho. Regina fue en hora de almuerzo y compró una imitación del anillo de bodas de su jefe. No estaba de acuerdo en que tomase vacaciones de ser esposo y padre, menos en una playa afrodisíaca para olvidar que era papá de tres niños que lloraban demasiado. Dejar a su esposa para ir a descansar así que le dio miradas de reprimenda todo el día y en la tarde antes de irse a casa le tocó la puerta, él le vio avergonzado y la mujer seria le dijo:
—Alonso, eres mejor que tu padre y tu abuelo. Amas a Laura y a esos niños. Así que a veces vas a tener que ser fuerte y decirle a tu mujer que si quieren siete hijos necesitan tres niñeras—Alonso suspiró porque Laura había tenido niñeras cuando crecía y para ella eso era de malos papás. —Te conseguí la imitación de la joya y la arruiné tal como la arruinas tú. Le compré esto a tu mujer, ve por un ramo de rosas y cómprale la cena. Cuéntale como fuiste feliz con los pececitos —Él vio la argolla de matrimonio. Se veía igual de rayada que la suya. Desde ese día no se la volvió a quitar y Regina dejó de ser como familia para convertirse en familia.
Alonso la regresó a la
—¿Sabes qué es lo curioso? Eres bueno con todo el mundo excepto con tu familia—Dijo Olivia y le trajo al presente de golpe, el joven le vio serio y asustado. —No me malinterpretes; eres un papá amoroso, un hermano mayor ejemplar y un hijo promedio, pero no adoras a tus papás, a tu madrastra no terminas de aceptarla y no has dejado de pensar mal de esa pobre viuda.
El elevador se abrió y una mujer ingresó. Observó a las tres personas dentro del elevador, una pelirroja exuberante, que parecía modelo; un hombre alto, moreno, corpulento, por último examinó al rubio, alto y elegante que le recordaba a su difunto esposo. Lo vio varias veces de pies a cabeza, impresionada por el aspecto físico de los tres.
El rubio preguntó a qué piso subía.
—¿Usted es…? ¿Alonso Salomón?
—Alonso Pieth Salomón —respondió seco. —¿Sube? —Carrick le dio un puñetazo en la cabeza. —Perdone, perdió a su secretaria y está muy susceptible, si no quiere viajar con un imbécil no tiene por qué subir—Dijo y puso la mano contra la puerta para que no se cerrara.
La mujer rio e ingresó al elevador, Olivia se contagió y se dio cuenta de que era muy mona, le recordaba a ella cando por primera vez se metió en aquel elevador.
—No soy un imbécil que odia a mi familia. A ver mi madrastra siempre será la otra. Mi papá el imbécil que engañó a mi mamá y mi abuelo el imbécil que tuvo un hijo de mi edad. Le dio un 38 % de mi jodida empresa a su hijo del que nadie sabía y que se le ocurrió casarse con una mujerzuela joven cazafortunas, que porque tiene un títulajo en márquetin cree que sabe de empresas, de mi empresa. No odio a mi familia. Olivia, odio la promiscuidad —respondió y suspiró. —Mi hijo tiene un tatuaje, el otro se ha en listado en la milicia y el otro en las drogas. Mi vida no es fácil.
—Sí. ¿No ya sabes…? ¿Cog…? ¿Hace cuánto…? ¿Unos 10 meses?—preguntó la mujer y todos le miraron, ella agrandó los ojos azules y forzó una sonrisa.
—Tengo disfunción eréctil sabelotodo, porque tengo siete hijos y mi prometida se cansó de ellos y odio a la humanidad —Carrick y Olivia asintieron y se miraron entre sí. —Llega tarde a la entrevista así que la voy a dejar de última, última, porque no creo que usted pueda seguir llegando tarde por la vida con el cabello de ese color, ¿Es un error o intencional?, Da igual, ya sabe más de mi familia y mi miembro que nadie ahí fuera.
—Bueno, no es que a nadie le importa, pero si no mejora su humor creo que no podremos llevarnos, y para eso, no es que me esté ofreciendo, de igual manera, creo que debería tener ya sabe, lo que hacemos los adultos. Vea a su amiga, qué guapa. Ella no es de verdad, se estiró los huesos para ser así de alta y todo es operado como mínimo. —Dijo mientras señalaba el cuerpo de Olivia, después realizaba una repasada visual a Olivia, señaló de vuelta a Alonso, susurró: — La medicina moderna hace maravillas, hay unos balones para su dificultad…
—Estoy casada y todo es natural. Estoy esperando a mi tercer hijo.
—Si está de más de tres meses dejo de comer.
—Hoy cumplo los cuatro —La mujer feliz, con los ojos brillantes.
Lucrecia le dio un golpe en el pecho a Carrick y lo estrujó.
—Sí, estás buenísimo y no es una funda —los tres en el elevador rieron.
Finalmente las puertas volvieron a abrirse y Alonso se quejó de lo lento que iba aquello y como mantenimiento tenía que ser informado de todo para decidir trabajar. Lucrecia se dio cuenta de que no solo le odiaba por ser una cualquiera cazafortunas, sino por existir como al resto del universo. Se replanteó cuando era el momento de explicarle que era su tía y no un postulante a secretaria, pero el estrés empeoraba la disfunción eréctil y no quería que tuviese un derrame como su esposo así que callarse era una buena opción.
—Llene la fórmula—dijo seco Alonso mientras le daba una tabla con un lapicero.
Ella abrió la boca un par de segundos y sonrió.
Llenó todo rápidamente excepto el nombre.
Su mamá le llamaba Luciana porque era el nombre que quiso ponerle o el de su abuela paterna, su papá le llamaba Lu y ese obviamente no era un nombre apropiado. ¿Pri…? Como su Pri. Su hija o Bianca como su abuelita, sí ese nombre le gustaba para trabajar en secreto.
Olivia y Carrick se sentaron en frente de su amigo y le preguntaron si no quería ir a bucear. Alonso se sirvió un whiskey y pensó que quería morirse, sin embargo, no podía decirle eso a la gente que le creía normal. Estaba muy preocupado por sus hijos, por su vida, por todo.
—Yo me puedo quedar al mando una semana, un mes y Olivia puede ser ayudante de tu secretaria. —propuso Carrick y Olivia aplaudió.
—Oli, te va fatal en el embarazo y no quiero a Sebastian insultándome.
—No voy a dejar mis dos empresas por estar embarazada —respondió. —Por más que Sebastian hable, no le tengo miedo.
—Gua… lo que uno escucha cuando va por el café—Dijo el joven. —Descafeinado para ti —le guiñó un ojo a su esposa la cual rodó los ojos y tomó su café. —Puedo hacerme cargo Alonso, tú y los niños necesitan una pausa, sobre todo tú, lo de Sofía te trastornó.
—No hagamos esto.
—A mí honestamente lo que más me preocupa es lo que dijiste en el elevador.
—¿Qué dijo?—preguntó Sebastian a Carrick mientras acercaba una silla.
—No se le para.—Carrick se acercó al escritorio y preguntó a Alonso —¿No se para nunca u ocasional?
—Carrick, es muy normal. Cuando estoy estresado no se me para.
—Siempre estás estresado—recalcó Sebastian.
—Yo he escuchado que cuando te estimulan bien puede ayudarte y los ejercicios y la buena dieta son fundamentales, menos carne, más vegetal, ehh.
—¿Estás padeciendo? —preguntó Carrick a Sebastian.
—Tendremos un hijo en cinco meses —respondió Sebastian.
—No es muy normal. Estamos por cumplir cincuenta—Olivia les vio a los tres y rio. —No podemos darnos el lujo de pasar los próximos años sobándole una teta a nuestras mujeres.
—¿Cash? —dijo Sebastian. —Olivia está aquí.
—Carrick me enseñó su herpes falsos. Después de eso no me oculta nada.
—Tienes a otra—preguntó Alonso ofendido.
—No, por eso estaba preocupado. Querría decir que Julianne tiene a alguien más y no es justo, me guardo para ella, en viajes de dos y tres semanas.
—Pobrecito—dijo Olivia. —Alonso, la disfunción eréctil es normal, pero está bien tratarla, yo te acompaño a la cita. Ahora, necesitas ver un psiquiatra para eso de no dormir, no comer y no vivir. Los niños no van a estar bien si tú no lo estás—Respondió la joven. —Nosotros tres somos tu familia. ¿Por qué no nos dejas acompañarte y ayudarte?
—Esto es en lo único que soy bueno. Mi empresa es buena, está bien, me hace sentir hombre, está en el jodido top 3. Ahora tengo que luchar por ella contra una mujer que ni siquiera es familia—Respondió.
—Somos tu familia y te estamos pidiendo que hagas lo más saludable para ti, para tus hijos y esta empresa—insistió Sebastian.
—Carrick y Sebastian estarán a cargo, tú solo los vigilas y le gritas a la nueva secretaria.
—Me puedo quedar a las entrevistas.
—Sí puedes—Olivia sonrió como una niña pequeña y todos rieron.
Alonso vio en la sala de espera a Lucrecia, la joven estaba con su pelo en una trenza muy graciosa y mala hecha, los cabellos rojos y rozados se escapaban de ella. Se le había olvidado llamarle, Olivia salió para apurarle, algo que no aguantaba nunca era comer a deshora, pero cuando con el embarazo su humor y su hambre aumentaban para mal. La joven vio a Lucrecia haciéndose el contorno de nariz y a Alonso o resecándole divertida.
—Es guapa, ¿eh?
—Tiene el pelo rosado.
—Necesito subrayar que Carrick es TONTO, Sebastian un snob, y tú…
—¿Y yo?
Su amigo rodó los ojos a hacia la mujer que se retocaba el labial y Olivia le dio un golpe en el hombre, más duro de lo normal, él le miró asombrado. —¿Olivia? —Eres de lo peor y voy por esa carne que me obligaron a pedir, papas fritas era todo lo que quería. Alonso le vio pasar por la sala y saludar a la peliteñida. Llamó a su amiga para que se detuviera y le preguntó si podía compartir uno de los tres platos que se pidió para almorzar y así darle de comer a la joven. —Alonso la confianza rompe el saco y lo estás rompiendo. Eres un cretino—Dijo y fue a tocar el elevador. Venían dos repartidores uno del fino restaurante en el cual Sebastian tenía que comer porque si no le daba constipación cerebral y un express. —¿Lucrecia?—preguntó el repartidor. —Usé la cuenta de mi hija —mintió rápidamente. El joven le entregó tres paquetes. Olivia le vio divertida y a Alonso. —Bueno, quién no puede
La mujer llegó a la mesa totalmente ordenada y vio el lazo negro y las rosas que dejaron algunos de sus compañeros, se sintió triste y vio hacia la pared unos segundos mientras rezaba. Olivia le vio enternecida y se aclaró la voz antes de enseñarle dónde estaban las cosas básicas ese había sido su puesto… En realidad había sido asistente de Regina, era una mujer encantadora, Alonso diría que su mano derecha, pero, todos sabían que era un pedazo de su corazón, una constante en su vida. —No tienes que empezar hoy—dijo Olivia. —Quiero empezar hoy, es difícil sabes, yo di muchos problemas y los sigo dando solo que solo me afectan a mí y por otro lado tres hijos suena agotador para uno solo ¿Qué pasó con su mujer? No tienes que decirlo, le dejó, se cansó de él. —Su mujer murió, cáncer de páncreas y él está molesto con la vida desde hace más de diez años. Alonso es una persona amorosa, paciente, el mejor amigo que alguien pueda tener, pero, está pasándolo mal
Samuel de verdad quería que sus problemas fueran los de un adolescente común, sin embargo no lo eran y no estaba listo para decepcionar a su papá. No quería que su padre le viese decepcionado como si hubiese arruinado su vida, lo cual en alguna forma era cierto, había arruinado la vida de alguien más y sobre todo la idea de paternidad responsable que Alonso tenía para sí mismo. —No puedo contarte papá. —Hijo, necesitas ayuda. —Reconoció Alonso.—Puedo llamar a Alice, Emma, ellas conocen gente.Podemos volar a otro país y conseguir los mejores psicólogos y terapeutas para que dejes las drogas. Tú tienes que querer. —Lo sé. —Lo sabes—Afirmó. —Tú eres mi heredero, mi Salomón sucesor. Esos otros, uno no deja de leer, el otro está en ciencia y no me dejes hablar de Charlie, es tan parecido a papá que a veces quiero pegarle ¿Medicina?—El joven suspiró.—¿Quién quiere medicina desde los dos años, Franco y leyes, y no me hagas
Todos se quedaron en silencio, hasta que finalmente Alonso se puso en pie y comenzó a abrazar a sus hijos y despedirse. Prometió que cenarían juntos antes de que se fuera.Condujo hacia la compañía y se encontró con sus amigos bailando salsa, Carrick tenía de un lado a Olivia y el otro a Julianne, mientras su nueva secretaria le mostraba unos movimientos de cadera a Sebastian. —¿Interrumpo? —¡No, hombre! Ven, te voy enseñando a mover las caderas —Alonso se quedó serio viéndoles y apagó la música, —Me voy dos meses, tomaré, seis semanas de terapia y si mi hijo acepta le acosaré. No dejen que Franco se escape, están a cargo, si la viuda perra decide aparecer la matan por mí, —Se dirigió hacia Lucrecia. — Por último, eres divertidísima: pero no salsa, ni flores raras, el Starbucks pareció estar bueno y aprende bien con Olivia porque te necesito en mejor juego cuando vuelva. No sé, cuáles son las intenciones de esa mujer y no quiero que encuentre despe
Dos meses parecen mucho tiempo, Alonso se sentó a como nuevo, había pasado las últimas semanas viviendo en una isla con sus hijos, que sí quería estrangularles la mayor parte del tiempo, pero, le gustan esos momentos en los que todo era felicidad, silencio o amor fraternal. Se sentó a fumar un cigarro y vio a sus hijos mayores sentarse alrededor con un deck de cartas. Sonrió, porque no había podía vencerle al 21 y eso se debía a unos tips de Carrick, el joven sonrió y le dio un beso a su hijo mayor en la mejilla. —Papá, te agradecemos no morir de cáncer de pulmón. —Sí, estamos viendo en tu página de F******k mujeres elegibles —dijo Lauren y Alonso rio. —¿Cómo van con eso? —Bueno, tuviste a mamá, guapísima en sus veinte, Cristina guapísima en sus veintes y Sophia, un poco vieja, en sus 30 tempranos. —Te van más las veinteañeras, de pelo rosado. —¿Qué dijeron sus hermanos? —La nueva secretaria de papá, está
Los primeros días con el jefe. A ver, ella se había esforzado, acomodó su armario en los colores del arcoíris para no tener que repetir, además, estaba demasiado orgullosa del sistema de organización que había desarrollado junto a sus compañeros. Sería más fácil para Alonso localizar la información si cada departamento tenía un color asignadotrabajar y de esa forma mejorar la eficacia del lugar de trabajo. Había pensado en otorgarle a su jefe unas blancas, pero, se decidió por un color marfil que le daban el toque de: soy el jefe, pero, soy majo y participo. Alonso pareció no notar la diferencia en sus hijas, solo en la de los demás y se quedó serio la primera vez así que ella asumió que no le estaba gustando, pero no había dicho nada. Trabajar con Alonso era intenso, mucho, es un hombre que le pone demasiado empeño a su trabajo. Es un jefe firme, pero nadie le teme, accesible y le gustaba eso. Su hijo mayor que era una copa con
Lucrecia se sentía terriblemente mal. Sentía que el corazón se le iba a explotar en el pecho. Era un golpe de realidad golpeándole a los ojos y no podía dejar de llorar, estaba tan avergonzada, era una niña grande y ridícula, algo no estaba bien con ella y fue la primera en detectarlo. No podía poner demasiada atención, hablaba demasiado rápida, le gustan los colores de más, por último, la necesidad de cambiar por otra actividad, odiaba no poder terminar las cosas, pero no lograba hacerlo. Sus padres creyeron que era normal, solo una etapa, pero, cuando tuvo un accidente en el patinaje, los síntomas empeoraron y todo comenzó a ser más difícil, más asfixiante, complicado, sus padres peleaban. La casa estaba llena de terapeutas físicos y tutores académicos, pero, poco a poco no quedó más que reconocer los diagnósticos. Era disléxica y como morbilidad tenía déficit atencional. Su padre era de descendencia asiática para él
Fácil todavía no era. Simplemente porque Alonso no sabía como comportarse menos mal humorado en frente de Lucrecia, había días en los que pasaba secretamente odiándole porque todo lo había reestructurado y le gustaban las formas a su manera. Otras veces pensaba que ella estaba desperdiciándose en una oficina de secretaria porque su habilidad se salían del puesto de secretaria por mucho. A pesar de ello,Alonso y Lucrecia se estaban llevando bien, después de un par de meses trabajando juntos y lograr el equilibrio, estaban haciéndolo muy bien; Alonso estaba yendo a terapia del control de la ira como recomendación familiar y por último eres un mejor jefe. Estaba en una reunión de personal en la cual la mayoría de jefes estaban contentos porque sus secretarias parecían más motivadas, él vio a Lucrecia la cual era increíble por sí sola, estaba tomando el curso con las demás y parecía disfrutar demasiado a de su trabajo.