La lluvia comenzó a azotarlos. Patrick iba al mando de la búsqueda y su mejor amigo iba a su lado. Le mostró el reloj y le dijo que era casi imposible que Alonso estuviese vivo. Las pruebas que habían recopilado equipos anteriores mostraban que Alonso había logrado desviar el aterrizaje. Le habían buscado en el agua, en parte de la selva y por si fuese poco por la parte rocosa, no había rastros de Alonso.
—Tenemos que volver —indicó uno de los militares.
—Si volvemos no va a sobrevivir.
—Sebastian, el tiempo se cumplió.
—Ese es mi mejor amigo. Mi hermano. Todo el mundo puede devolverse, yo sé que está vivo—Respondió y Carrick le siguió.
—Están siendo intransigentes. Saben…
—Alonso tiene entrenamiento militar. Alonso es hijo de un médico. Alonso es una persona joven sin padecimiento alguno. Puede estar herido y necesitando ayuda. Nosotros somos la última esperanza que tiene—Dijo Emilio. —Así que estoy con Sebasti
¡¡Señoritas!!! Diez comentarios y seguimos. Recuerden que hoy el final sí o sí. Gracias por acompañarme en esta novela y agradezco enormemente a quienes constantemente comentan, quiero que sepan que reviso si ya las de siempre comentaron y subo el capítulo. ¡¡Las sorprendí!! no se la veían venir, estaban muy enojadas con la Daniela y con Pamela.
Pablo le explicó a Jack que sus hermanos propusieron investigar los siniestros entre ellos y parecía divertido ver a Priscila en modo crimen organizado y sus hermanos con las constantes evidencias e incluso Alonso había tomado el tiempo de investigar incendios anteriores en la ciudad y fuera de ella, pero todo seguía apuntando a que su padre estaba cometiendo un fraude al seguro o alguien quería hacerles un daño irreparable. Se dieron cuenta de que era alguien cercano a la familia tenía que ser quién lo hacía porque coincidía en fechas importantes, lugares estratégicos y cada vez uno más grande y poderoso que el otro, al principio habían seguido a Pamela, porque odiaba a Lucrecia y le tenía resentimiento a Alonso, era la persona perfecta, después de seguirla, investigar sus finanzas con ayuda de Bash y contratar un investigador privado para saber qué hacía en su tiempo libre se dieron cuenta de que ella no tenía la agilidad, no estaba pagando a nadie y parecía haber e
Sara abrió la puerta de su casa y se encontró con más detectives de los que se podían contar. Uno le pidió que se apartara y un grupo entró por su casa. Jimena estaba sentada en la cama con un abrigo de mezclilla y unos jeans.Nadie creería que aquella niña de piel morena, ojos color miel, una dulce sonrisa fuese capaz de decir una mentira; mucho menos de bombardear un lugar.—¿Qué está pasando? ¡Papá, qué hiciste! —preguntó asustada.—Jimena, no digas nada más. Te tendieron una trampa, tu callada.—Sí.—Nada, Jime. El abogado va hacia la estación y yo detrás de ti —replicó.—Señorita, las manos en alto. —Dijo el policía.Ella obedeció y le pidieron acercarse a la pared. Jimena se mostró asustada, pero lo hizo.
Unos meses más tarde. Alonso llevó a su hijo a que le quitaran la tobillera, sus abogados habían trabajado en exonerar a pablo, porque estaba en una situación que parecía imposible para cualquier adolescente. Además se había comportado más que bien. —Papá, dice Lu en este explícito mensaje de texto que compremos solo lo que está en esa detallada lista. —Lucrecia no entiendo que tiene que parir a sus hijas que tiene que acostarse y quedarse controlada. —Llámala y dile eso, pero te cambias el nombre. Alonso suspiró. Su esposa había cambiado por enésima vez la decoración el cuarto de las mellizas primero por un comentario de Samuel; ¿Esto qué es los cincuenta porqués tienen que tener un cuarto totalmente rosado?, cambiaron a un amarillo muy ligero, pastel, descubrieron Alonso y sus hijos que se llamaba, Lucrecia se sintió mareada cuando entró a la habitación y Emilio le pidió a Alonso que se relajara que eran cosas que les
Alonso y Lucrecia estaban emocionados con la idea que habían tomado de Carrick y Julianne, cincuenta días sin papá y mamá. Que eran días de Cash y Julianne sin teléfono, sin más hijos, sin trabajos y eso sonó magnifico para los papás de diez hijos, no es como que no los quisieran, es que no querían verlos sonaba mal pero era real. Lo más importante era el de sus hijas pequeñas, Alonso jr estaba de vacaciones de la universidad, pero nadie quería que él les hiciera el favor de cuidar a dos niñas en edad escolar porque podían acabar los tres en la playa o en alguna fiesta. Estaban sus mejores amigos y hermanos, pero todos tenían demasiados hijos, además, tanto Vega como Vera odiaban estar fuera demasiados días y más sin sus papás; a la primera le daba estreñimiento y la segunda no podía dejar de llorar cuando le obligaban a ir a un lugar sin sus padres. Alonso abrazó a su esposa y ella sonrió. —Cuatro semanas, cuatro hermanos mayores. —Esto
Mi hermano se acercó y me llenó de besos en la mejilla y me recordó que era lo más lindo en su vida. Me giré y le di un abrazo fuerte, Sergio es lo mejor que me ha pasado en la vida el mejor hermano, el mejor amigo, el mejor primo, el mejor cómplice. —Te amo mucho peque. —Te adoro, reina de mi vida. —Como amo estos piropos—mi hermano rió. —Recuerda que hoy duermo con los chicos y me quedo unos tres días porque tengo examen y mamá y papá tienen empleados. —Me acuerdo de lo lindo de vivir en casa. —Te he reservado tu antigua habitación y mamá dijo que si venían nos llevan a todos a la playa el finde. Nuestros hermanos te odiarán si tienen que quedarse en casa. —Hoy tengo mucho trabajo, ceno con Drake y me voy a dormir a casa, prometido. —Perfecto, ¿quieres que te lleve algo o que mande a comprar algo? —Mis juguitos. —Hecho—l
Lucrecia está sentada viendo a su suegra llorar. Ellas nunca se quisieron, pero esa herencia era un golpe las entrañas de la mamá de su esposo, ¿uno no tiene un hijo para que le herede todo su dinero preciado, joyas, casas y autos a su viuda o sí? Eso es lo que hace un hombre enamorado de una… ¡f á c i l! Así describía a la mujer de los catorce años que su hijo conoció. Se embarazó por inexperiencia e ignorancia seis meses después de conocerle. Tienen ahora una hija preciosa de casi quince que tiene un tatuaje en la espalda del cual su madre no está de acuerdo y probablemente circula entre las causas de la muerte repentina de su padre, pero… existe. —Eso sería todo. —dijo el abogado. — En resumen, eres la heredera universal de tu esposo, por una cuota a su mamá y el fideicomiso de Priscila. —Perfecto. ¿Mamá? Mami, quieres una pensión un poco más alta. —No necesito nada de ti, perra hija de puta, y en tu puta vida me vuelvas a llamar mamá.
Un año más tarde Alonso estaba entrando a Salomón Enterprise junto a Carrick y Olivia, su amiga iba tomada del brazo de su amigo mientras le acariciaba la espalda. El joven suspiró cansado. Había perdido nuevamente contra la muerte. Esta vez le había quitado a su secretaria y la mujer que más cariño y atención brindaba a su vida últimamente. Le parecía tristísima la forma tan repentina y rápida en la que Regina falleció. Para él, ella es familia. Regina era la mujer que le enseñó a hacer una presentación impecable, a leer a los clientes y anticipar sus caprichos, necesidades y calmar berrinches. Le enseñó que en los detalles está el encanto. Regina incluso fue su cómplice en más de una ocasión le salvó de sí mismo. Tras un agotador viaje de negocios Alonso decidió desviarse de su viaje y perdió su anillo de bodas. Estaba furioso consigo mismo. Como si dejar a su esposa con la responsabilidad de
Su amigo rodó los ojos a hacia la mujer que se retocaba el labial y Olivia le dio un golpe en el hombre, más duro de lo normal, él le miró asombrado. —¿Olivia? —Eres de lo peor y voy por esa carne que me obligaron a pedir, papas fritas era todo lo que quería. Alonso le vio pasar por la sala y saludar a la peliteñida. Llamó a su amiga para que se detuviera y le preguntó si podía compartir uno de los tres platos que se pidió para almorzar y así darle de comer a la joven. —Alonso la confianza rompe el saco y lo estás rompiendo. Eres un cretino—Dijo y fue a tocar el elevador. Venían dos repartidores uno del fino restaurante en el cual Sebastian tenía que comer porque si no le daba constipación cerebral y un express. —¿Lucrecia?—preguntó el repartidor. —Usé la cuenta de mi hija —mintió rápidamente. El joven le entregó tres paquetes. Olivia le vio divertida y a Alonso. —Bueno, quién no puede