La mujer llegó a la mesa totalmente ordenada y vio el lazo negro y las rosas que dejaron algunos de sus compañeros, se sintió triste y vio hacia la pared unos segundos mientras rezaba. Olivia le vio enternecida y se aclaró la voz antes de enseñarle dónde estaban las cosas básicas ese había sido su puesto… En realidad había sido asistente de Regina, era una mujer encantadora, Alonso diría que su mano derecha, pero, todos sabían que era un pedazo de su corazón, una constante en su vida.
—No tienes que empezar hoy—dijo Olivia.
—Quiero empezar hoy, es difícil sabes, yo di muchos problemas y los sigo dando solo que solo me afectan a mí y por otro lado tres hijos suena agotador para uno solo ¿Qué pasó con su mujer? No tienes que decirlo, le dejó, se cansó de él.
—Su mujer murió, cáncer de páncreas y él está molesto con la vida desde hace más de diez años. Alonso es una persona amorosa, paciente, el mejor amigo que alguien pueda tener, pero, está pasándolo mal, ha roto con su prometida y sus hijos… La adolescencia le llaman, la de sus hijos está siendo muy hormonal y llena de extremos. Regina era como una madre para él, la secretaria de su abuelo. Y viene una mujer a quitarle todo.
—No… ella no quiere hacer eso —Olivia sonrió ampliamente.
—¿Eres tú?—preguntó divertida. — No venías a ser secretaria—dijo señalando su conjunto.
—No, pero sonaba a que me odiaba y es mi primer trabajo o uno en el que no me adula mi marido, y pensé… Secretaria para empezar está bien y gano gente, amigos, no… no conocemos a nadie aquí, estamos empezando de cero. Después de un año navegando por el caribe, la muerte de mi esposo… Es mi primer día, no debería hacer eso. Puedo entrar ahí y decirle que no quiero robarle o imponerme, renunciar e irme.
—No… Finjamos que solo te di el número y fuiste a preparar un té, en la próxima sala—señaló Olivia.
—Gracias.
—Voy a llamar yo.
Olivia hizo la llamada al colegio en el que estaban los hijos de Alonso, un internado en las afueras de la ciudad. La idea de su amigo era que pasaran todo el día ocupados en el colegio y la noche de vuelta en casa. En caso de que tuviese que viajar una temporada podían mantenerse estudiando en el internado y el que la dueña fuese su madrastra les había salvado de muchas expulsiones.
Alonso prefería tenerles todo el tiempo posible en casa, sintiéndose como una familia, compartiendo entre hermanos y para ello tenía niñeras, claro. Al menos, no estaban separados, lejos de casa o de sus hermanos. La secretaria después de unos minutos le pasó a Samuel. El joven le preguntó si estaba bien.
—Sí, repollo—respondió la joven y él sonrió.
—Tía Olivia, entonces para qué me llamabas.
—Bueno, para saber si te querías escapar del cole.
—Mi papá te puso detrás de esto ¿verdad?
—No, solo quiero saber cómo está mi sobrino bebé favorito.
—Tía, esto tiene identificador de números, sé que estás con papá.
—Okay, tu papá tiene un ataque de pánico y cree que te ibas a morir, solo eso.
—Normal.
—Y piensa que le ocultaste las llaves del Ferrari.
—Tomé solo las del Lambo y las devolví.
—Le dije que eres un niño bueno.
—¿Entonces vienes por mí o te cagas?—Olivia colgó la llamada y fue a la oficina de su amigo, en la cual estaba su esposo y Carrick intentando tranquilizarle y señalando opciones en las que no acababan con un padre asesinando a su hijo.
Alonso se sentía derrotado, una cosa es sospechar que tu hijo fuma marihuana a que fume un conjunto de desechos de la cocaína que es más adictivo, había fracasado como pareja que le parecía bien. Después de Laura no quería ser la pareja de nadie. Lo había intentado con Cristina, una joven y guapa modelo, cuya diferencia de edad era vergonzosa y sus deseos de convertirse en madre no se cumplirían, así como tampoco el de formalizar su relación. Cuando Cristina entendió que no tenían un futuro aceptó que terminaran la relación. Un año más tarde inició una relación con Sophie y no funcionó después de tres años, perfecto por ellas.
En el amor había fracasado, pero sus hijos eran otra cosa, siempre había pensado que sería un buen papá, que lo daría todo en ello, que sería sumamente exitoso, el mejor de los mejores en la historia, y no, no lo era. Era un buen empresario, pero no era el número uno y a veces el 99.9 % de los días no le importaba realmente, simplemente le gustaba saber que algún día sus hijos sabrían qué tenían algo que heredar y que en los negocios de Mainvillage, Salomón Enterprise, siempre estaría presente.
La joven tocó la puerta y se acercó a Alonso, le dio una taza con leche caliente, dulce y canela. Era una receta que encontró en internet para subir el estado de ánimo y la ansiedad por la vida.
—¿Esto qué es?
—Leche con dulce —dijo. —Es una receta familiar, para calmar los nervios.
Alonso lo bebió rápidamente como su de una medicina se tratara, al final le gustó el sabor en su paladar.
—Hazme otro y le pones whiskey—Sebastian le acercó la taza a Lucrecia con los ojos un poco más abiertos, ella sonrió y asintió.
La joven fue a hacer lo que le dijeron y los demás pidieron uno para probar. Ella asintió. Les preparó la bebida que se inventó en el segundo y convirtió en famosa, en cuanto llegase a casa le haría a su hija y le diría que lo probó en la India en un paseo. La mujer iba riendo a la oficina y les dio una taza a cada uno, traía un poco más de Whiskey que Alonso tomó sin compartir.
—Estoy cansado, que se queme el mundo yo merezco estar feliz. ¿Saben? Haciendo esnórquel—Dijo y sus amigos asintieron.
—Esto está muy rico.—dijo Olivia y Lucrecia sonrió.
—Lo probé en la India.
—¿Has estado en al India?—repitió Alonso.
—¿Qué? ¿No se puede ser pobre y viajar?—preguntó con una ceja elevada.
Alonso suspiró y el teléfono sonó, para fortuna de ambos, ella mientras salió a contestar el teléfono.
El resto del día parecía ir bien, Olivia se había dedicado a mostrarle que Regina sería muy extrañada y difícil de sustituir sin embargo le gustaba mucho. Alonso salió de la oficina a las ocho y treinta con sus amigos, los cuales reían. Ella le miró con una sonrisa y vio los labios hinchados.
—Soy aléjico a la canela —dijo Alonso.
—¡No!
—Sí, sí—dijo con los labios como globos. —Voy a inyectarme y domí—respondió.
Carrick y Sebastian rieron con más fuerte.—Cabones—todos rieron.
Carrick se ofreció a llevarle a casa porque le daba miedo que muriese conduciendo tras un shock anafiláctico. Sebastian dijo que les seguía porque sabía que Olivia estaba con Samuel, pero primero pasaría a casa por sus desastrosos hijos y los de Carrick, cenarían todos juntos y se burlarían de Alonso.
—¿Necesitas que te llevemos a casa? —preguntó Sebastian.
—Qué no… no.
—¿No?
—Sabes, te voy a poner un apodo. Eres china, pequeña y pelirosada —dijo Carrick mientras caminaban juntos al ascensor. —Minion.
—Game on —respondió y los dos rieron.
Alonso se aseguró de que subiera a su auto y dejó que su amigo le llevase a la farmacia del hospital para que le inyectaran. Además, compró unas pastillas y un labial para la sequedad que le daría posterior a la alergia, en casa se encontró con todos sus hijos y los hijos de sus amigos. Su hijo más pequeño y tocayo, Alonso jr, corrió a abrazarle y mostrarle su nuevo proyecto de ciencias. El padre sonrió y le dio un beso en la cabeza, luego repitió el gesto con los demás.
—Papá, ¿estás bien?
—Sí, hijo, me inyecté bótox —respondió y todos en casa rieron ante la ironía.
—Estás guapísimo—dijo Mily mientras se sacaba una foto junto a él para las redes sociales, Alonso suspiró y se acostó en el sofá.
Quizá dosificarse con doble clorfenamina no fue una buena idea, porque cayó noqueado en el sofá. Sus amigos se aseguraron de que todos cenaran, hicieran tareas, jugaran en el jardín y finalmente se durmieran, cuando todos.
Los pequeños estaban en la habitación, Carrick y Sebastian tomaron a Alonso de la extremidad para dejarle en su cama. Olivia había entrado primero para deshacer la cama y buscar un pijama. Se sorprendió al ver que todo era negro en que la habitación. La mujer sacó un pijama del mismo color y lo puso sobre la cama, antes de ir a verificar que los niños estuviesen dormidos y no fingiendo.
Se encontró con Alonso despierto leyendo bajo las mantas le dejó unos minutos más y fue a ver los otros dos pequeños que dormían plácidamente, Pablo, Charles y Fabio estaban profundos.
Olivia estaba por entrar a la cocina cuando vio a Isabela, Mily y Samuel con todas las cajas y bolsas de b****a.
—No… pero qué querrán estos tres.
—Ir a un concierto.,
—No—respondió Sebastian y los tres soltaron las bolsas y las cajas. —Y no quieren que les castigue —los tres recogieron y marcharon hacia la canasta de b****a mientras Sebastian y Olivia les vigilaban, ella sonrió divertida y tomó a su esposo de la cintura, le rozó una nalga. Carrick se unió y tomó la otra nalga de Sebastian.
—Dios, padre.
—Necesito que hablemos.
—¿Estás embarazado? —bromeó Sebastian y le quitó la mano de su trasero.
—No, pero me preocupa Alonso. La está pasando claramente mal.
—¿Y si le hacemos un parent trap con Sophie?—propuso Olivia.
—No, es una perra—dijo su esposo y ella le pellizcó en el cuello.
—Alonso la quiere.
—Sí, pero le podemos conseguir una escort. Solo para que…
—Mamá, estoy listo—interrumpió Sergio.
—Sí, yo igual—respondió Bash y su padre les miró.
—Nos vemos luego para hablar de esto. —Dijo Cash —Samuel, tú estás a cargo. Si tu papá infarta te hacemos responsable de la empresa. Tú verás si le dejas morir. —El joven sonrió y se despidió de sus tíos con besos y abrazos, al igual que a Olivia quién le acunó por unos segundos entre sus brazos.
Los amigos finalmente se fueron y Samuel fue a la recámara de su papá. Se sentó en la orilla a vigilarle durante toda la noche y cuando no puso más comenzó a llorar. Alonso escuchó el llanto de su hijo y abrió los ojos, le encontró en la silla, llorando sin consuelo alguno. Su papá le abrazó con fuerza y le preguntó qué había pasado, qué era lo que le tenía tan triste, Alonso lloró también porque no sabía qué más hacer, qué más decir para que sus hijos estuvieran bien.
Samuel simplemente lloraba.
Los dos se quedaron en silencio, viéndose.
—¿Te cuento lo que me duele y yo a ti?—propuso Alonso.
Samuel de verdad quería que sus problemas fueran los de un adolescente común, sin embargo no lo eran y no estaba listo para decepcionar a su papá. No quería que su padre le viese decepcionado como si hubiese arruinado su vida, lo cual en alguna forma era cierto, había arruinado la vida de alguien más y sobre todo la idea de paternidad responsable que Alonso tenía para sí mismo. —No puedo contarte papá. —Hijo, necesitas ayuda. —Reconoció Alonso.—Puedo llamar a Alice, Emma, ellas conocen gente.Podemos volar a otro país y conseguir los mejores psicólogos y terapeutas para que dejes las drogas. Tú tienes que querer. —Lo sé. —Lo sabes—Afirmó. —Tú eres mi heredero, mi Salomón sucesor. Esos otros, uno no deja de leer, el otro está en ciencia y no me dejes hablar de Charlie, es tan parecido a papá que a veces quiero pegarle ¿Medicina?—El joven suspiró.—¿Quién quiere medicina desde los dos años, Franco y leyes, y no me hagas
Todos se quedaron en silencio, hasta que finalmente Alonso se puso en pie y comenzó a abrazar a sus hijos y despedirse. Prometió que cenarían juntos antes de que se fuera.Condujo hacia la compañía y se encontró con sus amigos bailando salsa, Carrick tenía de un lado a Olivia y el otro a Julianne, mientras su nueva secretaria le mostraba unos movimientos de cadera a Sebastian. —¿Interrumpo? —¡No, hombre! Ven, te voy enseñando a mover las caderas —Alonso se quedó serio viéndoles y apagó la música, —Me voy dos meses, tomaré, seis semanas de terapia y si mi hijo acepta le acosaré. No dejen que Franco se escape, están a cargo, si la viuda perra decide aparecer la matan por mí, —Se dirigió hacia Lucrecia. — Por último, eres divertidísima: pero no salsa, ni flores raras, el Starbucks pareció estar bueno y aprende bien con Olivia porque te necesito en mejor juego cuando vuelva. No sé, cuáles son las intenciones de esa mujer y no quiero que encuentre despe
Dos meses parecen mucho tiempo, Alonso se sentó a como nuevo, había pasado las últimas semanas viviendo en una isla con sus hijos, que sí quería estrangularles la mayor parte del tiempo, pero, le gustan esos momentos en los que todo era felicidad, silencio o amor fraternal. Se sentó a fumar un cigarro y vio a sus hijos mayores sentarse alrededor con un deck de cartas. Sonrió, porque no había podía vencerle al 21 y eso se debía a unos tips de Carrick, el joven sonrió y le dio un beso a su hijo mayor en la mejilla. —Papá, te agradecemos no morir de cáncer de pulmón. —Sí, estamos viendo en tu página de F******k mujeres elegibles —dijo Lauren y Alonso rio. —¿Cómo van con eso? —Bueno, tuviste a mamá, guapísima en sus veinte, Cristina guapísima en sus veintes y Sophia, un poco vieja, en sus 30 tempranos. —Te van más las veinteañeras, de pelo rosado. —¿Qué dijeron sus hermanos? —La nueva secretaria de papá, está
Los primeros días con el jefe. A ver, ella se había esforzado, acomodó su armario en los colores del arcoíris para no tener que repetir, además, estaba demasiado orgullosa del sistema de organización que había desarrollado junto a sus compañeros. Sería más fácil para Alonso localizar la información si cada departamento tenía un color asignadotrabajar y de esa forma mejorar la eficacia del lugar de trabajo. Había pensado en otorgarle a su jefe unas blancas, pero, se decidió por un color marfil que le daban el toque de: soy el jefe, pero, soy majo y participo. Alonso pareció no notar la diferencia en sus hijas, solo en la de los demás y se quedó serio la primera vez así que ella asumió que no le estaba gustando, pero no había dicho nada. Trabajar con Alonso era intenso, mucho, es un hombre que le pone demasiado empeño a su trabajo. Es un jefe firme, pero nadie le teme, accesible y le gustaba eso. Su hijo mayor que era una copa con
Lucrecia se sentía terriblemente mal. Sentía que el corazón se le iba a explotar en el pecho. Era un golpe de realidad golpeándole a los ojos y no podía dejar de llorar, estaba tan avergonzada, era una niña grande y ridícula, algo no estaba bien con ella y fue la primera en detectarlo. No podía poner demasiada atención, hablaba demasiado rápida, le gustan los colores de más, por último, la necesidad de cambiar por otra actividad, odiaba no poder terminar las cosas, pero no lograba hacerlo. Sus padres creyeron que era normal, solo una etapa, pero, cuando tuvo un accidente en el patinaje, los síntomas empeoraron y todo comenzó a ser más difícil, más asfixiante, complicado, sus padres peleaban. La casa estaba llena de terapeutas físicos y tutores académicos, pero, poco a poco no quedó más que reconocer los diagnósticos. Era disléxica y como morbilidad tenía déficit atencional. Su padre era de descendencia asiática para él
Fácil todavía no era. Simplemente porque Alonso no sabía como comportarse menos mal humorado en frente de Lucrecia, había días en los que pasaba secretamente odiándole porque todo lo había reestructurado y le gustaban las formas a su manera. Otras veces pensaba que ella estaba desperdiciándose en una oficina de secretaria porque su habilidad se salían del puesto de secretaria por mucho. A pesar de ello,Alonso y Lucrecia se estaban llevando bien, después de un par de meses trabajando juntos y lograr el equilibrio, estaban haciéndolo muy bien; Alonso estaba yendo a terapia del control de la ira como recomendación familiar y por último eres un mejor jefe. Estaba en una reunión de personal en la cual la mayoría de jefes estaban contentos porque sus secretarias parecían más motivadas, él vio a Lucrecia la cual era increíble por sí sola, estaba tomando el curso con las demás y parecía disfrutar demasiado a de su trabajo.
Lucrecia se alejó de él y le dio una sonrisa. La joven reconoció en un susurro que ser viuda no era fácil cuando sentías que te había quedado tanto sin decir, sin perdonar o tanto amor que expresar. Alonso sabía una cosa o dos sobre eso, asintió,le miró a los ojos y le tomó de la mano. —El domingo sigo libre—Dijo Alonso. — Así que si quieres ir a beber o si quieres ir a conocer algún lugar inapropiado de la ciudad, ejemplo la playa o montaña puedes llamar. —Gracias, estaré mejor cuando pase y Pri vuelve, me tomaré una botella de vino. —Seguro. Si no te sientes bien el lunes puedes faltar eh… —Gracias, pero creo que voy a hacer ahí, tienes la junta con los proveedores de materiales y los ingenieros. —Cierto. Fue un fin de semana atípico, si bien no había abierto la botella de vino, tampoco había tenido el valor de llamar a Alonso, puesto que, había soñado con su jefe más de una vez en el fin de semana.
Priscila estaba preparando el desayuno para su mamá el día siguiente, Lucrecia se acercó y le llenó de besos las mejillas. Apagó el fuego y la acercó a un banquillo. Le tomó de las mejillas y le dio un último beso antes de mirarle a los ojos. —Te amo, peque. —Te amo, pero los huevos… —Mi amor, leí un pedacito de esa carta. Sé que papá tuvo muchos días malos—Reconoció. —Priscila, tu papá te amaba, muchísimo. Ahora, si hay algo que necesites perdonarle, sanar, hablar y no te sientas cómoda haciendo conmigo podemos ir con un terapeuta. Un psicólogo, tal vez. —Estoy bien —Respondió. —¿Estás bien o quieres que yo piense eso? —Estoy bien. Ni necesito hablar con nadie. Solo… papá estaba enfermo y fue un gilipollas, puedes aceptarlo. Lucrecia miró a la pared y asintió. —Fue un gilipollas. —Gracias ¿podemos desayunar? La mujer asintió y tomó asiento. En la casa de los Pieth, todos observaban a su papá el cual hab