Venganza de la Luna traicionada:¡Despertada por mi cachorro!
Venganza de la Luna traicionada:¡Despertada por mi cachorro!
Por: Eli Storm
1. ¿Una prueba de virginidad?

—Antes de continuar con esta unión —la voz del Alfa Damian era dura como el acero y su mirada fría como el hielo— quiero que se le realice una prueba de virginidad a Isolde.

El mundo de Isolde se congeló en ese momento. Fue como si los latidos del corazón se le detuvieran en el pecho, y un incómodo zumbido retumbaba sin parar en sus oídos.

Estaba de pie en el claro, con el bordado plateado de su vestido de novia blanco brillando a la luz de la luna, simbolizando la bendición de la Diosa de la Luna sobre todos los lobos. Pero en ese momento no sintió ningún atisbo de santidad, sólo un frío penetrante que se le clavaba en la piel como sí miles de agujas la estuvieran atravesando a la vez.

La expresión del Alfa Damian le resultaba desconocida. No había ternura, ni amor, ni siquiera un atisbo de emoción en su mirada. La observaba como si se tratara de una mercancía a inspeccionar.

—¿Qué…? —susurró ella, sin comprender del todo lo que acababa de escuchar.

—A mis oídos han llegado rumores de que no eres tan pura como me hicieron creer. —El Alfa Damian deslizó la mirada de arriba abajo y abajo arriba por el cuerpo de su prometida con una expresión de desdén en el rostro — Si esta unión va a llevarse a cabo, necesito asegurarme de que no me han dado mercancía usada.

Isolde sintió que un martillo invisible le golpeaba el pecho y su respiración se hizo difícil. Un escalofrío recorrió su cuerpo y la sangre le abandonó el rostro.

Sus dedos se aferraron al dobladillo de su vestido de novia con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.

Su mirada recorrió a todos los presentes: sus padres, el clan, los lobos del Alfa Damian, los ancianos. Sus ojos estaban llenos de asombro, incredulidad e incluso ...... Miedo.

—¿Cómo te atreves? —La voz le temblaba, el corazón parecía que era salirse por su garganta.

Alfa Damian cruzó los brazos y una sonrisa cínica se dibujó en sus labios.

—Me atrevo porque estás a punto de convertirte en mi esposa y no quiero una esposa descarada y libertina. Si no tienes nada que ocultar, no debería ser un problema, ¿verdad?

Las miradas de todos los presentes estaban sobre ella. Su propia manada, la de él, los ancianos… todos esperaban su respuesta.

Isolde sintió que se le desgarraba el alma.

No podía creerlo.

¿Cómo era posible que su Damian, el hombre que le susurró «te quiero» a la luz de la luna, fuera realmente así?

Recordó sus encuentros secretos, su ternura, sus risas, sus promesas. Recordó como sólo unas noches atrás, le dijo que estaban a punto de convertirse en marido y mujer y que todo sería perfecto, que cuidaría de ella.

Isolde sintió que su pecho quemaba , como si se llenara de fuego.

Pero más allá de la ira y la humillación, había algo peor… algo que le carcomía el alma.

Alfa Damian sabía.

Sabía que ella no era virgen.

Porque él mismo le había arrebatado la virginidad.

Y ahora la estaba humillando de la forma más cruel posible delante de todos.

—Damian, sabes ......—parecía que su voz se quebraría en cualquier momento — Sabes que no soy virgen porque eres tú ......

—¿Yo?—Él la interrumpió, su risa baja y burlon— Incluso en tus fantasías más salvajes, yo nunca haría tal cosa. Deja de encubrir tu infidelidad con mentiras.

Isolde sintió que su mundo se derrumbaba.

Justo en ese momento su padre se levantó furioso, su rugido resonó por todo el lugar mientras se levantaba molesto por la insinuación de su futuro yerno.

—¡¿Cómo te atreves?! —bramó, dando un paso adelante. Su voz estaba llena de una furia bestial— ¡Exijo una disculpa inmediata, Damian! Has deshonrado a mi hija y a nuestra manada con tus palabras. ¡Retíralas ahora mismo o te arrancaré la garganta con mis propias manos!

El Alfa Damian no se inmutó.

Ni siquiera parpadeó ante la amenaza del padre de su prometida. En lugar de eso, se echó a reír. Una risa baja, burlona.

—No sé por qué están todos tan nerviosos… —se encogió de hombros con indiferencia— Si Isolde no tiene nada que ocultar, solo tiene que someterse a la prueba. Así de simple.

El murmullo creció y todas las miradas se dirigieron a ella, se sentía juzgada incluso por su propia gente.

—No… yo… no puedo pasar esa prueba — la voz de la joven tembló,las lágrimas ardieron en sus ojos mientras intentaba buscar la mirada de él, intentaba que de algún modo la ayudara y protegiera en lugar de seguir atacándola.

¿Por qué Damian le estaba haciendo esto? ¿Por qué la estaba destruyendo delante de todos?

Y entonces, como si la humillación no hubiera sido suficiente, una hermosa joven vestida de rojo caminó por el pasillo hasta estar frente a ellos.

—No hace falta ninguna prueba.

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