Lucia Jones está enamorada de su jefe, sueña con él tomándola en una noche perfecta y aunque trate de ocultarlo, media compañía sabe que Alexander Miller su atractivo pero intolerante jefe, es el dueño de su corazón. Manuel Smith, su querido amigo de la infancia y competencia en el mercado, le propondrá una apuesta a la que no podrá negarse. «Si logras hacerte con su virginidad, te daré lo que me pidas» Una apuesta. Dos caballeros elegantes y apuestos. Una . Un amor honesto traicionado. Un final inesperado.
Leer más**1 año después** Alexander Miller caminaba pavoneándose poderoso y orgulloso de un lado para el otro en el altar. Sobre todo porque vio la noticia de su boda en las redes sociales. Era el hombre más feliz del mundo y también el más preocupado, el sonido de la canción de bodas emitida por el pianista lo ponía sumamente nervioso. Todos estaban en sus puestos: Mike con Carmen y su barriga a punto de estallar al igual que Niki y Manuel que también esperaban a su bebé, todo había sido como un golpe del destino y el día que nacieran ambas sería una celebración doble sí o sí. Sus padres estaban al fondo de la sala junto a los padres de Lucía que por fin había podido conocer durante el año, eran bastante complicados, como le había advertido la mujer que ahora sería su esposa. Eso no le importaba en absoluto siempre y cuando fuera feliz el uno con el otro. Alexander miro todo el salón y vio a sus amigos, conocidos, socios, en especial a la parejita que lo había metido y sacado de aquel lio.
Mis ojos se humedecieron inmediatamente al ver ese anillo frente a mí.¿Realmente compró eso hace tantos años o después de tomarme en serio? No es como si un solo anillo fuera a hacerme cambiar de opinión sobre todo lo que pasó entre nosotros, pero recordar algo que sucedió hace tantos años me dijo que realmente le importaba.—No puede ser cierto… paso hace años… tu realmente… —murmuré con la voz entre cortada.—Sí. Esa vez lo compré porque te gustaba. Te vi verlo y detallarlo tan rotundamente que sin pensarlo lo compré, te lo quise regalar en un cumpleaños pero siempre veía algo más que te gustaba, así que lo elegí y te lo regalé en lugar del anillo. Además, pensé que si te daba un anillo, necesitaríamos algo más que ser completos extraños.—Entiendo.—Entonces... ¡ya no somos extraños y puedo pedirte formalmente que te cases conmigo!Alexander se veía radiante, feliz, le temblaban las manos y no era por el estrepitoso frío de la noche. En el fondo de esa escena estaban Mike y Carmen
—Tendrás que acostumbrarte… no hay más que eso y ya lo he decidido.—Piénsalo, ¿quieres? —Dijo Alexander mientras se tocaba la nuca—. Últimamente no me he portado mal en cuestión de fidelidad y tú lo sabes bien, no deberías alejarte de mí por eso. Ahora bien, si es por la atención al niño, puedo mejorarlo con tu ayuda, enséñame y mejoraré todo lo que quieras, Lucía. —Deberías haber dicho que hace mucho tiempo Alexander; y Mike es un buen tipo, me hace feliz y me hace sentir segura.Alexander no me dijo nada más, solo me miró con tristeza en sus ojos. Esos ojos azules que se oscurecieron sin querer dar derecho a dejar caer las lágrimas que escondía y que de igual forma no podía soltar por la interrupción de la pareja de antes.—¡Mi querido compañero! —Exclamó el hombre de antes, atrayendo la atención de Alexander—. Espero haber sido de ayuda y que se haya limpiado tu nombre, porque realmente estaba limpio, pero la cosa es que tenemos que ir a otra reunión. Sabes que paso mi tiempo de
Me preparé para volver a sentarme en el sofá de la habitación. Mis pies me dolían por los tacones, los mismos tacones rojos y negros que me puse cuando me fui del lado de Alexander. Tenerlos puestos ahora me hacía sentir más que llena de placer, poder, control en mí y en él.—Pues mi querido “prometido”, pronto arruinaré por completo tu imagen.Alexander se movió en la cama al escuchar mis palabras. Parecía resistirse mucho aun cuando el dolor de las zonas afeitadas era palpable, movía la boca emitiendo sonidos de alguna excusa que no me interesaba escuchar.Me levanté y decidí dar un pequeño paseo mientras Carmen terminaba su misión y luego retomaría mi turno para terminar de completar el plan.Camine fuera del hotel y espere la llamada de Carmen avisándome de que todo estaba listo y no fue sino hasta que 1 hora después vi una foto desnuda de Alicia volando por los aires. Fue ahí donde sonreí maliciosamente, estaba por completo complacida y ahora solo quedaba el último plan para hac
—¿Pasa algo que yo no sepa? —Susurró en mi oído erizándome la piel del cuerpo—. Se me quedan viendo como si fuera un mono de circo —añadió.Alexander siempre se había sentido disgustado cuando la gente lo veía como si fuera una especie de bicho raro, pero que lo hicieran dos ancianos a los que apenas veía, ya le parecía muy extraño y algo agobiante.—¿¡Ahora porque te estás riendo tú!? ¿Tengo monos en la cara? —Reclamó enojado.—¡No, no, tranquilízate! Anda y siéntate, falta el postre y realmente quiero que lo traigan.—Sí, yo sé que eres una piraña para el dulce.—¡Exactamente! Así que, por favor, apresura al chico con nuestra orden —insistí—. Ya nos comimos el resto y lo postres nada que llegan.Y sin dejar que acabará de quejarme, apareció el chico con las bandejas en sus manos, me dio una mirada matadora.No le dije ni una palabra, en cambio Alexander le agradeció por su servicio, le pidió la cuenta para pagar y su tarjeta, y le obsequio una propina.El chico sonrió y agradeció po
Pegue el grito al cielo en cuando escuché a aquella chica leer lo que decía la nota, exactamente como la había leído.—Esto no puede ser cierto —susurré bajito provocando una risa en Alexander que a aquella mujer la enamoro inmediatamente. No podía estar hablando en serio, esto no podía pasarme a mí, ¿En verdad cuánta mujer lo veía se le caían las bragas?—. Carmen tendrá serios problemas, muy serios problemas.—¿Por habernos traído al mismo hotel en el que estuviste pegada todo el rato a Manuel? Creó que estás exagerando un poco, ¿No te parece? Solo debe ser una casualidad.—Dudo que sea una casualidad.—Si es realmente una sirvienta, no debería de preocuparte Lucia. En especial porqué las sirvientas no tienen tantos contactos como para investigarlo tú vida privada —dijo Alexander con seriedad—. Y más aun sabiendo que ese tipo de investigador es altamente costoso.Medio abrí la boca y caí inmediatamente en cuenta del show que estaba montando. Se suponía que Carmen era una sirvienta qu
Entrecerré los ojos y me le quede viendo fijamente. Alexander aparto la mirada, rasco su nuca y carraspeo la garganta con un ligero sonrojo en sus mejillas.Fue entonces cuando sentí que el corazón me dolió profundamente. La mire a ella y luego a él, fijándome así en que perdí muchos años de mi vida en un hombre que pensé amar y que solo veía otras mujeres pero jamás a mí.Levante la mirada al techo, respire pesadamente y negué para sacarme los malos pensamientos e involuntariamente mi cuerpo se movió hacia la puerta en donde pase de Alexander quien me veía preocupado.Escuche sus pasos detrás de mí y luego sentí su mano tomarme fuerte de la muñeca al mismo tiempo que su otra mano se aferraba a mi cintura y su boca me dejaba sin aire ante aquel beso intenso que me robo.Cuando ya no pudimos contener la respiración, él habló primero, lo que me sorprendió mucho.—Tengo algo muy importante que quiero decirte, Lucía, y también quiero explicarte lo que pasó ese día.—Alexander, yo… de verd
Carmen me ayudó a maquillarme con todo su estilo. Tendía a ser escandaloso, atractivo y bastante llamativo. La elección de sus colores hacía resaltar sus ojos y eso me encantaba, por alguna razón esa mujer podía hacer tu mirada atractiva sin llamar demasiado la atención.—¡Dios mío Carmen, tienes un don!—¡Ya lo sé! —me respondió ella en tono sarcástico y muy modesto al mismo tiempo que se reía sin parar—. Soy simplemente magnifica con el maquillaje, y además de eso, tengo lista tu ropa para la cena de esta noche.—¿La cena de esta noche?—Van a cenar juntos a un restaurante donde hice una reserva, recuerda que soy la "maid" de ambos y por ambos me refiero a Mike y a ti.—¿Estás diciendo que Mike y yo vamos a cenar o Alexander y yo vamos a cenar?—Alexander y tú, te aseguro que si fueras con Mike te vas a morir viendo a Alexander en el suelo dándole un infarto o algo parecido.—Comprendo, ¿y luego qué?—Sabes cómo conducir un coche, ¿verdad? Me pareció ver el coche de ese tipo en la e
Decidida —Quisiera saber que pasa por la cabeza de Alexander. Pequeños ronquidos se escucharon alrededor de la habitación después de esas palabras que eran casi un murmullo, dirigiendo mi mirada hacia quien las estaba diciendo hace un instante, seguido de hacerme sonreír.—Eres todo un caso serio Mike Fiore.—¡Y sí que lo es! ¿Qué hacen aquí ustedes dos? —¡Carmen, bienvenida a la manada! Solo mira por ti misma lo que está en medio de los dos. —¿No puede dormir otra vez? Debe ser cierto lo que me contaba Mike sobre aquellas noches que dormía junto a ti por él.Carmen caminó hasta el borde de la cama y se sentó allí para mirar toda la escena frente a las dos. Soltó una risa ahogada y se llevó una mano a la boca, parecía que muchas más se salían aparte de esa risa y quería evitarlas a toda costa.—¿Verdad que es lo más lindo y gracioso que se puede ver en la vida? —Parecen dos tontos durmiendo… sueltan baba por todos lados y roncan como tractores obstruidos. —Al principio