Mi corazón comenzó a latir sin control, me sentí como un caballo desbocado cuando esos ojos azules me miraron fijamente y esta vez se comportaron diferentes cuando los vi bajar a mis labios.
Una de las manos de Alexander acarició mi mejilla y su pulgar acarició suavemente mis labios enfocándose en ese labial rosa que me había regalado por mi cumpleaños.—Tienes rosa en los labios, te queda bien… —dijo, apretando ligeramente mi labio inferior —me dan ganas de besarte y sacarlo del camino.Los nervios erizaron cada vello de mi cuerpo ante esas palabras. Estaba parado frente a mí diciendo eso cuando en muchas ocasiones simplemente me intimidaba con su presencia y claramente parecía gustarle eso.Di un paso atrás dejándolo con los ojos muy abiertos y desorientados. Nunca me había retractado de tener a Alexander frente a mí así, en mi vida me hubiera atrevido a hacerlo, pero la verdad es que en este momento lo odié y odié a Alicia por lo que hizo.Me lastimó sin piedad.—¿Qué quieres Alexander? —Lo miré a los ojos con una mirada triste y cejas arrugadas —No sé qué haces aquí contándome esto después de lo que pasó allí.Bajó los ojos, metió las manos en los bolsillos, apretó la mandíbula y finalmente se dignó hablar.—Vine por negocios, Lucía —Levantó una ceja —Alicia no pudo hacerlo y en su lugar quiero que revises algunas cosas.—No tengo tiempo para estas cosas —Caminé hacia el auto y saqué mis bolsas de comida así como mi llave para abrir la puerta, Alexander fue a su auto por un momento y lo que sacó me dejó impresionada —¿Qué es eso?Un ramo de rosas rojas estaba en sus manos, sus ojos brillaban intensamente y parecía un poco nervioso.—Son para ti… Te las compré, en total son 22 rosas.—¿Por qué 22?—Son 22 años que te perdí mucho tiempo antes de venir a la empresa y dentro de las rosas hay 2 blancas, los 2 años que has trabajado conmigo.—¿Y cuál es la razón de tanta dulzura de su parte, Sr. Alexander? —Definitivamente era muy extraño. Su confianza en mí era buena, pero lo que estaba haciendo nunca lo hizo.—Solo quiero disculparme...Caminé hasta la puerta de la casa para entrar y dejar las cosas mientras Alexander caminaba detrás de mí con ese ramo que ni siquiera podía sostener.—Lo que vi en realidad no es mi problema… —Mentí, si lo fue, sentía un amor indescriptible por él, pero no dejaría que me viera tan débil —vamos adentro, no quiero que más vecinos reunidos para ver lo que estamos haciendo.Alexander soltó una risita y entró detrás de mí, sentí su mirada recorrer mi trasero y recorrer mi figura que aún con pantalones y ropa holgada hacía que ella notara la luz del sol.Dejé las bolsas sobre la mesa y recibí las flores de Alexander, colocándolas en un jarrón de vidrio que no había usado para flores reales en mucho tiempo.—Gracias por las flores y como recompensa revisaré los documentos que necesitas —dije, poniendo una mano en mi cintura y desplegando la otra hacia Alexander quien me miraba raro.—Aquí no tengo los documentos, están en la oficina —contesto relajado dando un breve paseo por mi casa —podemos hablar de los papeles y algunas cosas.—Señor Alexander, realmente no tengo tiempo para esto, pedí mis vacaciones para descansar.—Deja de llamarme «señor» y, me los pediste porque pasó lo que hicimos Alicia y yo en la oficina.Me llevé una mano a la frente y relajé mi sien para calmarme, según él, vino a disculparse pero estaba parado ahí frente a mí diciendo esas palabras que me dolían.Lo ignore y trate de ser lo más tolerante posible —¿Le gustaría un café, Sr. Alexander? —Pregunté sabiendo su respuesta.—Negro sin azúcar.—Negro sin azúcar —repetimos los dos al mismo tiempo, aunque el mío fue en un susurro que llamó la atención de Alexander —¡anotado!Alexander se quedó mirando la casa mientras me hablaba de cómo se movía la empresa, los contratos que no se firmaban, en especial el de Manuel Smith.—¿El señor Manuel no ha firmado el contrato?—No. Quiere que vuelvas para que se lo des.Abrí mucho los ojos y entonces entendí.—¿Es por eso que viniste aquí?Alexander me miró con una ceja levantada de arriba abajo sin entender mi acusación.—No vine aquí por eso, vine aquí porque te extraño en la oficina.Me quedé inmóvil a un lado de la cocina, él solo estaba parado mirando mis fotos y algunos adornos que había puesto en las paredes.—¿Te cortaron la lengua? —Pregunto tratando de despertar —me responde.—¿Qué me extrañaste? O será mejor que me necesitas para obtener el contrato de Smith Foods —le entregue la taza de café y este le dio un sorbo haciendo un gesto de placer.—Te extrañé, Lucía —suspiró y me miró de mala gana —no fue por ese contrato.Fruncí el ceño y le devolví la mirada —¿Quieres que vaya a la oficina y le presente el contrato al Sr. Manuel? —pregunté rodando los ojos.—No.—¿Por qué no?—Ese hombre te va a seducir y te va a decir cosas que me hierven la sangre —soltó de mala gana.—Eso no es verdad —bufe —esas son tus ideas.—¿Entonces es falso que te acorralo contra una pared en la sala de reuniones? —Me miró de reojo y vio que me sonrojaba, arrugó las cejas y caminó hacia mí con calma —las cámaras no mienten y vi que te ponías nerviosa con él.Sus ojos brillaban de un azul intenso, en unos minutos estaba frente a mí dejando su perfume cerca de mí, retrocedí unos pasos y los avanzó hasta dejarme acorralado en la barra.Tenía una mano a cada lado de mi costado, mi corazón latía rápido, lo vi desde abajo mirándome con esos ojos azules que me mataban y me gustó, me gustó Alexander desde el primer momento que lo vi.—Todavía quiero quitar el rosa de tus labios —dijo, mirándolos y bajando una mano a mi cadera.Mis mejillas comenzaron a arder, estábamos solos, Alexander estaba extraño y seductor además de cariñoso.Combinaciones perfectamente fatales para mi corazón.Los dedos de Alexander se escabulleron por debajo de mi blusa y rosaron mi piel, di un respingón y trate de apartarlo con ambas manos, sentí su pecho duro y su corazón latir aparentemente rápido.—¡Espera! ¿Qué estás haciendo? —abrí mis ojos sonrojada hasta las orejas.—¿Acaso no es obvio? —dijo el con un tono seductor y esa voz ronca —quiero conocer más de ti.—No —Respiré hondo tratando de calmarme —s-señor, por favor váyase o quédese a tomar café y galletas, pero no voy a hacer estas cosas.Alexander frunció el ceño y me miró de mala gana, estaba enojado y estaba muy seguro de que quería matarme por no dejarlo continuar con sus planes.Pero si quería tener sexo con una mujer, en mi humilde opinión, Alicia era perfecta para apagarlo.—No vas a dejar que te haga nada, ¿verdad? —Pregunto con resignación, con la mandíbula apretada.Negué con la cabeza, me dirigió una última mirada, esta vez intensa, y me retiré a la sala para sentarme en un sofá de cuero que me encantaba.—Creo
La semana pareció enamorarse de Alejandro y cumplió su exigencia de ir rápido. Durante el transcurso de la misma tuve a Alexander en mi casa en varias ocasiones, me sorprendía que pasara tanto tiempo compartiendo conmigo en otro lugar que no era la oficina.Llegó el día que no esperaba para nada nada porque tendría que verle la cara a Alicia, fui al armario en busca de un atuendo decente para presentarme, por suerte encontré mi falda negra favorita que se ajustaba a mi cuerpo haciendo que se notara más mi figura, la blusa blanca que se notaba en mi sostén y que me encantaba porque el sudor en ella no era opción, odiaba sudar y mostrarlo, sobre todo porque tenía que caminar mucho y no podían faltar mis tacones bajos, esos que eran muy altos no eran mi estilo y me costaba caminar con ellos aunque me pareciesen de muerte.Bajé a la cocina y empaqué mi desayuno como siempre, una vez que todo estuvo listo me dispuse a subir al auto e ir a la oficina.Esta vez sería diferente, no hubo pa
Pasaron los minutos y entre negociaciones Alejandro y yo pudimos ponernos de acuerdo. El sonido de un golpe resonó a través de las paredes de la habitación justo cuando las puertas se abrieron para notar que era Alicia. Ambos fruncimos el ceño y el pensamiento de ellos dos en esta misma oficina vino a mi cabeza, mis dientes se endurecieron, verla me puso enferma, mi piel ardió, mis puños apretados y millones de pensamientos vinieron a mi cabeza.Dejo escapar un suspiro para apaciguar mi ira. Alexander me tomó de la cintura y me acerco a él tratando de calmarme a su manera, él sabía perfectamente —gracias al departamento de recursos humanos— que la condición de mi corazón no era del todo estable.—Cálmate —susurro en mi oído sin apartar los ojos de Alicia, asentí.—Muy bien… —susurré, aclarándome la garganta para no cometer el error de que Alicia no escuchara mis palabras y sobre todo mi advertencia —Alicia, si quisiera hacer algo con Alexander, ya lo habría hecho, yo lo he tenido
Durante la reunión Manuel y Alexander me miraron de reojo, yo estaba muy enojada, extremadamente enojada, no quería que nadie me hablara y mucho menos ellos, solo de pensarlo me enojaba aún más.Minutos después de repartir los documentos a cada empresario presente, me senté en el mostrador y al instante llegó Alicia con la nariz y los ojos completamente rojos. Si hubiera sido la de antes hubiera sentido un poco de dolor, pero ya no, sabía el tipo de persona que era y ahora solo podía sentir asco de considerarla mi amiga.Me aclaro la garganta y le paso uno de los documentos que me sobraron.—Gracias —dijo suavemente.—De nada —respondí secamente, ella sonrió como si le hubiera hablado de la forma más hermosa, arrugué las cejas y la vi por el rabillo del ojo borrando a regañadientes esa sonrisa de su rostro.Unas horas más tarde, la reunión había terminado. Alicia me ayudó a recoger todas las cosas de la mesa: bolígrafos, papeles que habían quedado, comida servida que no consumier
Caminamos en silencio hacia la salida y nuestros ojos están enfocados en una cosa.Está lloviendo y el estacionamiento está al otro lado de la calle.Nos miramos un momento, ninguno de los dos tiene un paraguas que nos ayude a cruzar, tomamos aire y corremos lo más rápido que podemos, terminando completamente mojados.Siento la mirada de Alexander sobre mí, sus ojos viendo algo en mi ropa que me hace querer mirar y sentirme avergonzada de ver cómo mi sostén de encaje rosa se muestra en detalle a través de mi camisa.Inmediatamente levanto mis brazos para taparme los senos, Alexander tiene esa cara de querer hacer algo muy malo y eso para mi no es bueno y mucho menos en este lugar lleno de cámaras de seguridad.Lo observo quitarse el abrigo azul marino que usa sobre su traje y cierro los ojos al verlo caminar hacia mí hasta que siento un calor en mis hombros y ese mismo calor recorre mi espalda.El olor a perfume corre por mis fosas nasales y la tranquilidad llega a mi corazón cu
Mis ojos se humedecieron y las lágrimas brotaron de ellos. Alexander se alarmó de inmediato y corrió detrás de mí agarrándome del brazo con fuerza.—Lucia, espera un minuto, ¡déjame explicarte!Su corazón latía a mil al igual que el mío, la palma de su mano sobre mi brazo me molestaba, no podía creer que lo hubiera vuelto a hacer.—No.—¡Mierda! Déjame explicarte lo que pasó.Por un momento pensé en dejar que lo hiciera hasta que vi a Alicia asomarse por la puerta de su habitación con cara de no romper un solo plato.—¿Qué quieres que escuche? —Le pregunté entre gritos y llantos —¿Escuchar cómo te la follaste de nuevo?—Yo no…—Suéltame Alexander, solo vine a decirte que los ejecutivos quieren tener una reunión ahora, pero estás más que ocupado. Ponte de acuerdo con ellos y deja que esa perra te ayude con tu trabajo.Alicia bajó la mirada y se puso roja, estaba enfadada y no me importaba. No sabía cómo podía siquiera pensar en perdonarla y volver a ser amigas.La mano de Ale
Mi corazón estallaba de vergüenza, yacía allí cómodamente sobre el duro pecho de Manuel, aunque el sol que entraba por la ventana molestaba mis ojos, podía ver perfectamente su figura y esa erección que se notaba debajo de esos pantalones.Me mordí el labio ante el espectáculo que me ofrecía la mañana sin saber que Manuel me miraba fijamente.—Si te apetece, no tengo problema en probarlo, cariño —susurra con voz ronca cerca de mi oído —Me gusta lo prohibido, además, cariño, serás mi primera y última virgen.Sus ojos marrones se clavaron en los míos y antes de que pudiera decir algo ya estaba debajo de su enorme cuerpo. Mi respiración era profunda, pesada y entrecortada. Manuel me caía bien, me atraía, era un hombre amable y sin saberlo también era respetuoso, pero para mí Manuel no era un hombre al que veía de la misma manera que veía a Alexander.El recorrido de su lengua bajando por mi cuello hasta mi clavícula me despertó de mis pensamientos y su brazo que se aferraba por debajo de
Manuel salió por esa puerta, de hecho comprobó que era idéntico a Alexander cuando lo vi llevarse mi calma con él.Me acosté en la cama y pensé:—¿Abrir algún problema si disfruto de la piscina?Analicé las mil y una posibilidades de encontrarme con Alexander, era casi imposible si lo veíamos desde el punto de vista que estaba de encuentro en encuentro de reuniones.—No está de más intentarlo.Fui a lavar mi cuerpo rápidamente. No era una ducha completa y detallada, pero era necesario quitar el mal olor corporal que no tenía idea de cómo había tolerado Manuel.—¡Dios! Qué vergüenza —me reí inocentemente por el hecho de que Manuel se había retirado en parte por el mal olor que emanaba de mí.En 5 minutos estaba lista para salir, la bolsa estaba hecha, solo tenía que elegir el vikini que me iba a poner para entrar a la piscina.Mire de cerca a cada vikini. El primero era un traje negro de una pieza, el segundo era de dos piezas y su color era amarillo con flores rosas, el tercero era un