Pegue el grito al cielo en cuando escuché a aquella chica leer lo que decía la nota, exactamente como la había leído.—Esto no puede ser cierto —susurré bajito provocando una risa en Alexander que a aquella mujer la enamoro inmediatamente. No podía estar hablando en serio, esto no podía pasarme a mí, ¿En verdad cuánta mujer lo veía se le caían las bragas?—. Carmen tendrá serios problemas, muy serios problemas.—¿Por habernos traído al mismo hotel en el que estuviste pegada todo el rato a Manuel? Creó que estás exagerando un poco, ¿No te parece? Solo debe ser una casualidad.—Dudo que sea una casualidad.—Si es realmente una sirvienta, no debería de preocuparte Lucia. En especial porqué las sirvientas no tienen tantos contactos como para investigarlo tú vida privada —dijo Alexander con seriedad—. Y más aun sabiendo que ese tipo de investigador es altamente costoso.Medio abrí la boca y caí inmediatamente en cuenta del show que estaba montando. Se suponía que Carmen era una sirvienta qu
—¿Pasa algo que yo no sepa? —Susurró en mi oído erizándome la piel del cuerpo—. Se me quedan viendo como si fuera un mono de circo —añadió.Alexander siempre se había sentido disgustado cuando la gente lo veía como si fuera una especie de bicho raro, pero que lo hicieran dos ancianos a los que apenas veía, ya le parecía muy extraño y algo agobiante.—¿¡Ahora porque te estás riendo tú!? ¿Tengo monos en la cara? —Reclamó enojado.—¡No, no, tranquilízate! Anda y siéntate, falta el postre y realmente quiero que lo traigan.—Sí, yo sé que eres una piraña para el dulce.—¡Exactamente! Así que, por favor, apresura al chico con nuestra orden —insistí—. Ya nos comimos el resto y lo postres nada que llegan.Y sin dejar que acabará de quejarme, apareció el chico con las bandejas en sus manos, me dio una mirada matadora.No le dije ni una palabra, en cambio Alexander le agradeció por su servicio, le pidió la cuenta para pagar y su tarjeta, y le obsequio una propina.El chico sonrió y agradeció po
Me preparé para volver a sentarme en el sofá de la habitación. Mis pies me dolían por los tacones, los mismos tacones rojos y negros que me puse cuando me fui del lado de Alexander. Tenerlos puestos ahora me hacía sentir más que llena de placer, poder, control en mí y en él.—Pues mi querido “prometido”, pronto arruinaré por completo tu imagen.Alexander se movió en la cama al escuchar mis palabras. Parecía resistirse mucho aun cuando el dolor de las zonas afeitadas era palpable, movía la boca emitiendo sonidos de alguna excusa que no me interesaba escuchar.Me levanté y decidí dar un pequeño paseo mientras Carmen terminaba su misión y luego retomaría mi turno para terminar de completar el plan.Camine fuera del hotel y espere la llamada de Carmen avisándome de que todo estaba listo y no fue sino hasta que 1 hora después vi una foto desnuda de Alicia volando por los aires. Fue ahí donde sonreí maliciosamente, estaba por completo complacida y ahora solo quedaba el último plan para hac
—Tendrás que acostumbrarte… no hay más que eso y ya lo he decidido.—Piénsalo, ¿quieres? —Dijo Alexander mientras se tocaba la nuca—. Últimamente no me he portado mal en cuestión de fidelidad y tú lo sabes bien, no deberías alejarte de mí por eso. Ahora bien, si es por la atención al niño, puedo mejorarlo con tu ayuda, enséñame y mejoraré todo lo que quieras, Lucía. —Deberías haber dicho que hace mucho tiempo Alexander; y Mike es un buen tipo, me hace feliz y me hace sentir segura.Alexander no me dijo nada más, solo me miró con tristeza en sus ojos. Esos ojos azules que se oscurecieron sin querer dar derecho a dejar caer las lágrimas que escondía y que de igual forma no podía soltar por la interrupción de la pareja de antes.—¡Mi querido compañero! —Exclamó el hombre de antes, atrayendo la atención de Alexander—. Espero haber sido de ayuda y que se haya limpiado tu nombre, porque realmente estaba limpio, pero la cosa es que tenemos que ir a otra reunión. Sabes que paso mi tiempo de
Mis ojos se humedecieron inmediatamente al ver ese anillo frente a mí.¿Realmente compró eso hace tantos años o después de tomarme en serio? No es como si un solo anillo fuera a hacerme cambiar de opinión sobre todo lo que pasó entre nosotros, pero recordar algo que sucedió hace tantos años me dijo que realmente le importaba.—No puede ser cierto… paso hace años… tu realmente… —murmuré con la voz entre cortada.—Sí. Esa vez lo compré porque te gustaba. Te vi verlo y detallarlo tan rotundamente que sin pensarlo lo compré, te lo quise regalar en un cumpleaños pero siempre veía algo más que te gustaba, así que lo elegí y te lo regalé en lugar del anillo. Además, pensé que si te daba un anillo, necesitaríamos algo más que ser completos extraños.—Entiendo.—Entonces... ¡ya no somos extraños y puedo pedirte formalmente que te cases conmigo!Alexander se veía radiante, feliz, le temblaban las manos y no era por el estrepitoso frío de la noche. En el fondo de esa escena estaban Mike y Carmen
**1 año después** Alexander Miller caminaba pavoneándose poderoso y orgulloso de un lado para el otro en el altar. Sobre todo porque vio la noticia de su boda en las redes sociales. Era el hombre más feliz del mundo y también el más preocupado, el sonido de la canción de bodas emitida por el pianista lo ponía sumamente nervioso. Todos estaban en sus puestos: Mike con Carmen y su barriga a punto de estallar al igual que Niki y Manuel que también esperaban a su bebé, todo había sido como un golpe del destino y el día que nacieran ambas sería una celebración doble sí o sí. Sus padres estaban al fondo de la sala junto a los padres de Lucía que por fin había podido conocer durante el año, eran bastante complicados, como le había advertido la mujer que ahora sería su esposa. Eso no le importaba en absoluto siempre y cuando fuera feliz el uno con el otro. Alexander miro todo el salón y vio a sus amigos, conocidos, socios, en especial a la parejita que lo había metido y sacado de aquel lio.
La oficina vacía, silenciosa, oscura y su perfume volando de esquina a esquina. Mi nombre es Lucia Jones. Secretaria del CEO de la empresa Universe, el señor Alexander Miller un hombre de por demás atractivo, es el hombre que me mueve el mundo, con el que sueño cada noche y a quien quiero entregarle mi primera vez. Siempre lo observo desde mí puesto de trabajo… bebiendo el café negro sin azúcar que le sirvo cada mañana, disfrutando de algún libro de negocios, ausentándose de la vida por segundos, hablando con su mejor amigo y adversario Manuel Smith sobre mujeres o licores, soltado ese gesto de asco antes de llamarme a su oficina y lo que más me duele, ver a las mujeres desfilar hacia su despacho. Gemidos, ruidos, chapoteos y muchas cosas más empapan mis oídos haciéndome querer llorar, pero hasta hoy deje mi trabajo en esta empresa y con este hombre. Por última vez veo desde la enorme ventana de su oficina el paisaje de la ciudad con todas las luces encendidas. El vestido negro aju
—Ella no es parte de tus juegos, Manuel —advirtió enfurecido—, así que déjala fuera de tus bromas retorcidas. —No me digas que te molestaste, amigo mío —soltó muerto de risa—. No la veo como un juego, todo lo contrario, ella me gusta. Los ojos de Alexander se encendieron como dos llamas venidas del infierno. "¿Acaso le gusto? ¡Eso es imposible, Lucia, déjate de tonterías!" El sonido de unos ligeros golpes en la puerta nos hizo volver a retomar la compostura. Alexander se retiró, aún con la camisa sin abotonar, dejando ver un poco más su pecho fuerte y musculoso, hasta su asiento y exclamó desde allí un "adelante" con voz fuerte mientras tomaba los botones de su camisa para finalmente cerrarla. —Señor… —la joven rubia lo observó abotonándose y logró entender un poco de la situación. —¿Qué necesitabas, Alicia? —preguntó de mala gana Alexander. —Vine a traerle la camisa limpia, pero… veo que se me adelantaron —sonrió gentilmente—. Ya que está resuelto ese problema. Te necesito en nu