CAPÍTULO 47

La noche era clara y silenciosa mientras Estuardo y Sofía subían al auto. La luz tenue del vehículo iluminaba sus rostros, reflejando la paz que ambos parecían sentir tras unas semanas de relativa calma. Estuardo sonrió mientras giraba la llave de encendido y el motor cobraba vida suavemente.

—Han sido las mejores semanas, ¿sabes? —dijo Estuardo, mirándola con una mezcla de ternura y algo que apenas empezaba a reconocer como amor verdadero—. Tenerte a mi lado me hace sentir que todo está en su lugar.

Sofía lo observó, sus ojos reflejaban una felicidad que no recordaba haber sentido en mucho tiempo. Después de la tragedia de la muerte de su padre y la incertidumbre que la envolvía, sentir ese apoyo, esa seguridad junto a Estuardo, la ayudaba a recomponer sus propios pedazos.

—Yo también me he sentido en paz estos días, pero… —bajó la mirada un instante— necesito ver a mi familia. Mis hermanos y Carlota… aunque todo es complicado, quiero estar cerca de ellos.

Estuardo le tomó la mano, a
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